Las fundaciones y su séquito de organizaciones subsidiadas son hoy el elemento central del capitalismo. El número total de fundaciones en el planeta, según un informe de la universidad de Harvard, se cifraba en 2018 en 260 358. Se puede deducir que en la formación del neoliberalismo ha sido decisivo el desarrollo de estas instituciones, creadas en sus tres cuartas partes el el último cuarto de siglo.
En el número de abril de la revista El viejo topo, Ana María Valencia, Pilar Carrera y Eduardo Luque analizan en un primer capítulo el fenómeno del filantrocapitalismo, máscara amable del capitalismo, cuyo primer gran desarrollo se da en la década de los setenta del pasado siglo. Estas fundaciones controlan buena parte de la producción cultural y científica, y también definen la mayor parte de la cultura política, encauzando los movimientos de cambio social para proteger la riqueza y el poder de las corporaciones, según Joan Roelofs.
Estiman los autores de este artículo que el gran objetivo de las fundaciones actualmente es la privatización de los servicios públicos básicos que están en poder de los estados, y que en el caso de España serían la sanidad y la educación. A escala mundial, unas fundaciones han dejado paso a otras en función del volumen de negocio o la posición en sectores estratégicos. Es el caso de la Cornegie o la Ford, a favor de Bill Gates o George Soros. Su mercado más importante se encuentra en los países subdesarrollados. Se unen allí en estrecho lazos las dos religiones del capitalismo: la cristiana y la neoliberal.
Higinio Polo escribe sobre la carrera armamentística nuclear, que otra vez vuelve a galopar con las nuevas bombas, los nuevos misiles supersónicos y la posición actual de Estados Unidos: Washington gasta diez veces más que Moscú en armamento y triplica al de Pekín. Se nos presenta, según Polo, un futuro aún más peligroso ante la posibilidad de que Estados Unidos no renueve en 2021 el tratado START-III.
No son optimistas las noticias que nos trae de México Carlos Antonio Aguirre Rojas, sociólogo vincualdo al neozapatismo, al hacer balance de los cien días de gobierno de López Obrador. En su conversación con Miguel Riera, afirma que el nuevo presidente no ha tomado ninguna medida económica significativa, de modo que la situación no ha cambiado gran cosa. El Estado mexicano es cada vez más un verdadero estado fallido, que no logra controlar las múltiples formas de violencia que proliferan en el país.
Otros artículos a destacar en el índice de este número de la revista son el que Javier Merino dedica a la situación generada en Cataluña, sin perspectivas de fácil solución, y el de Miguel Ángel Domenech Delgado (Dios y república). El reino de lo Revelado -según el autor- habla ordenando lo que debe y no debe ser hecho, legitima, legaliza, fundamenta, mientras que para la república la palabra que legitima y fundamenta es la producida por los propios miembros de la res pública en el espacio compartido del ágora.
Antonio García Vila nos habla de la Escuela de Francfurt, según el libro de Stuart Jeffries, y Santiago Armesilla da la réplica al artículo de Héctor Ortega sobre el libro del primero El marxismo y la cuestión nacional española, publicado en el número anterior de El topo. Para Armesilla no cabe autodeterminación en España y aplicarla, como diría Lenin, supone no comprender el ABC del marxismo.
Un segundo artículo de Higinio Polo analiza la Bauhaus, que revolucionaría la arquitectura moderna, y López Arnal entrevista a los autores de Las ideas que cambiaron el mundo, Daniel Farías y Juan Carlos Cuevas.
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