Sin estar tan abarrotada como antes, la Feria Internacional del Libro de La Habana expone tanto libros como el vuelco de la industria editorial de Cuba hacia la publicación de formatos digitales de lectura, una solución a los problemas en la capacidad de impresión que se han ido agudizando desde hace un lustro, informa Dariel Pradas (IPS) desde La Habana.
En la edición 33 de la Feria, que empezó el 13 de febrero 2025 y acabará el día 23, habrá más de dos millones de ejemplares impresos y unos 2600 títulos digitales; en su mayoría de ediciones de años pasados.
Entre ambos formatos, serían unas 1200 «novedades» o libros nuevos, dijo en conferencia de prensa Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro, sin especificar cuántas eran de editoriales cubanas o cuántas, reediciones.
«Antes, en la Feria había muchos más libros de ficción o clásicos de la literatura. Ahora, la mayoría de esos vienen de editoriales extranjeras, con precios demasiado caros», dijo a IPS Camila Rodríguez, residente de La Habana.
En la Feria de 2024 se presentaron más de mil títulos, entre físicos y digitales, y más de tres millones de ejemplares. En la de 2023, fueron 4200 títulos y 4,2 millones de ejemplares.
Según datos del último anuario de la Oficina Nacional de Estadística e Información, relativo a 2023, se publicaron en Cuba 436 títulos de libros en el año, menos que los 447 de 2022, y que los 929 de 2019.
Junto con otros sectores de la sociedad que se han visto perjudicados por la crisis económica que afronta la isla desde 2020, los procesos editoriales también fueron impactados desde incluso antes, 2019.
Las menguantes arcas del Estado impiden comprar suficiente papel, cuyo precio se ha encarecido en los mercados internacionales, así como tintas y otros insumos, piezas de repuesto o nuevo equipamiento para las imprentas, por lo que persisten retrasos de los procesos técnico-productivos y de los planes de publicación.
Una situación sensible en un país que ha priorizado desde el triunfo de su revolución en 1959 la accesibilidad de las personas a este producto cultural a través de tiradas de miles de ejemplares, precios económicos e incluso con papel de una calidad modesta.
Al referirse a la situación editorial en Cuba, el escritor Virgilio López Lemus escribió en 2021 sobre las carencias desde 2019 de los medios de impresión, los problemas técnicos de los talleres, y los retrasos de los procesos técnico-productivos que muchas veces han pospuesto títulos editados durante años.
Repercusión en la educación
Más de tres millones de libros escolares se han dejado de producir como consecuencia de las dificultades para adquirir insumos y piezas de repuesto para la industria poligráfica, reconoció en julio de 2023 el Ministerio de Relaciones Exteriores.
El presente curso escolar 2024-2025, que comenzó en septiembre pasado, arrancó con un déficit de 12,5 por ciento de profesores y problemas con la entrega «ajustada» de libros de texto, afirmó la ministra de Educación, Naima Trujillo, el año pasado.
Karina García, residente de La Habana y madre de una niña de nueve años, dijo a IPS que, si bien en este curso solo falta el libro de inglés, en los pasados la situación fue más complicada.
En Cuba, los libros didácticos son gratuitos y entregados por las escuelas a los estudiantes, quienes deben devolverlos al finalizar el curso.
Durante el año lectivoo 2022-2023, en el primer y segundo grado de la enseñanza primaria, el de la hija de García, a veces dos niños tenían que compartir un libro entregado por la escuela. Si había demasiada escasez de materiales en una asignatura determinada, se impartían las clases de estas sin el auxilio de libros o cuadernos.
Algunos padres, como ella, buscaron los libros en formato PDF en un sitio web perteneciente al Ministerio de Educación, la biblioteca digital CubaEduca, y los mandaron a imprimir y encuadernar en negocios privados, a precios excesivos para el poder adquisitivo promedio de los cubanos.
Por ejemplo, el precio de un libro de texto de enseñanza primaria puede oscilar hoy –como confirmó IPS en grupos de redes sociales dedicados a ese mercado– entre 1000 y 2000 pesos, o sea, de 8,3 a 16,7 dólares, según la tasa de cambio oficial de 120 pesos por un dólar.
El salario medio en esta nación insular caribeña con unos diez millones de habitantes equivale a 38,7 dólares.
Dicha situación no es un caso aislado: «Más de una vez he tenido que conseguir los libros por mi cuenta, porque la escuela no los ha podido proporcionar. No todos los padres tienen el dinero para eso. Me di cuenta por los compañeros de clases de mis hijos», dijo a IPS Roxana Pérez, también residente en la capital.
Desde hace pocos años, las editoriales de la isla han empezado a publicar nuevas ediciones digitales, como vía para suplir los retrasos poligráficos y, con ello, las demandas de los lectores y autores.
Sin embargo, varias editoriales aún no han incursionado en esa tendencia y otras no lo hacen con todo el rigor que deberían. Por ejemplo, publican solo en formato PDF, y no prueban algunos formatos de lectura especializados como el Epub, de código abierto.
«No todo el mundo está preparado para este cambio. Tratamos de enseñar, no que le tengas miedo al libro digital, sino que te familiarices con él», dijo a IPS Alberto Correa, programador de Cubaliteraria, editorial digital del Instituto Cubano del Libro.
Desde 2018, Cubaliteraria organiza en la Feria el proyecto Cuba Digital, donde confluyen diferentes empresas e instituciones que producen servicios y bienes que fomentan la lectura y el libro sobre bases tecnológicas.
Entre los principales desafíos para esa transformación de lo físico a lo virtual, Correa mencionó las dificultades para comercializar y promocionar esos títulos digitales.
En Cuba, la mayoría de los libros provenientes de editoriales nacionales son subsidiados. Aunque los costos de producción de los digitales resultan mucho menores con respecto a los impresos, todavía no cubren los gastos reales que suponen. Además, no existen casi librerías virtuales de moneticen por sus títulos publicados.
Otros desafíos en esa transición al libro digital recaen en el acceso de la ciudadanía a los dispositivos electrónicos necesarios, y en la protección a los derechos de autor.