En México no preocupa la emergencia climática

En este 2024, México, un país muy vulnerable a los efectos de la crisis climática, sufre una sequía intensa y fuertes ondas de calor, informa Emilio Godoy (IPS).

Alguien de otra nación o de otro planeta podría pensar que por lo mismo la emergencia climática sería uno de los ejes centrales de las elecciones presidenciales del 2 de junio. Nada más alejado de la realidad.

Agobiado por la crisis de seguridad pública y la situación económica, el electorado mexicano no reclama que el tema constituya un menú central de los comicios, en los que casi 98 millones de votantes elegirán a unos veinte mil cargos públicos, entre ellos la Presidencia de la República, quinientos curules en la Cámara de Diputados (el parlamento) y 128 escaños en el Senado.

Especialistas entrevistadas coincidieron en el rol poco protagónico de la temática y los claroscuros de las propuestas de las dos principales contendientes.

Mónica Ramírez, directora de Contenido Científico de la no gubernamental Planeteando, vertió un «no» contundente acerca de la temática climática en los sufragios.

«Se entiende en un país donde la violencia es tan fuerte y a pesar de que los impactos (climáticos) sean tan visibles, quedan ensombrecidos por otros temas. Los políticos no hacen la conexión de que son propiciados por la crisis climática», dijo a IPS.

México, que tendrá por primera vez en su historia una presidenta, ya sufre las consecuencias de la emergencia climática, como el aumento del nivel del mar, la acidificación del océano e incendios forestales.

Sin embargo, las plataformas de las dos principales contendientes presentan insuficiencias ante la crisis.

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Xóchitl Gálvez (izquierda), candidata de la oposición, y la oficialista Claudia Sheinbaum, durante el segundo debate presidencial ©INE

Continuidad problemática

Claudia Sheinbaum, candidata de la Coalición Sigamos Haciendo Historia y favorita en los sondeos, sigue los pasos de su mentor, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido popularmente por sus iniciales AMLO y quien asumió el cargo en diciembre de 2018.

Su propuesta, de 308 páginas, solo menciona «cambio climático» diez veces y crisis climática, una.

Aunque ha sido cauta en temas ambientales en la campaña, para no divergir de las posturas de AMLO, Sheinbaum presume de su trabajo científico en la pública Universidad Nacional Autónoma de México y de sus logros ambientales al frente del gobierno capitalino (2018-2023).

Contribuyó con los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, órgano de Naciones Unidas encargado de la evaluación del conocimiento sobre el fenómeno y de diseñar escenarios a mediano y largo plazos, y ganador del Premio Nobel de la Paz en 2007.

Pero no resolvió los problemas hídricos ni de contaminación del aire que azotan a Ciudad de México, y se negó a declarar emergencia climática en la urbe.

La candidata ofrece la continuidad del modelo energético basado en combustibles fósiles de su predecesor y en el fortalecimiento de las estatales Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex), así como del fomento a la transición energética mediante la generación distribuida en hogares y proyectos de energía renovable.

Pero no ha explicado cómo resolverá la contradicción de ese esquema, lo que le resta credibilidad a su planteamiento.

La exalcalde, nominada por la coalición Sigamos Haciendo Historia, también ofrece un programa de eficiencia energética, promoción del transporte eléctrico y construcción de infraestructura hídrica, como represas. Tres partidos, Movimiento de Regeneración Nacional, del Trabajo y Verde Ecologista de México, integran esa alianza.

Insuficiente

Mientras, en la propuesta de su contrincante, la senadora Xóchitl Gálvez, hay 31 menciones a cambio climático, una a crisis climática y otra a emergencia climática.

La candidata, abanderada de la coalición Fuerza y Corazón por México, plantea la meta de neutralidad de carbono en 2050, el establecimiento del Programa Nacional de Adaptación, el fomento al transporte público eléctrico, la instalación de plantas desaladoras de agua y de paneles solares en casas, así como captura residencial de lluvia.

Los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática componen esa agrupación.

La próxima presidenta asumirá el cargo el 1 de octubre y su periodo concluirá en 2030.

La elección transcurre tal cual, a pesar de que las encuestas internacionales muestran alta preocupación de la sociedad mexicana por la crisis climática. Pero esa postura no se traduce en movilización política por una mayor acción climática.

La herencia

Para María Zorrilla, académica del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad de la privada Universidad Iberoamericana, las propuestas climáticas son limitadas.

«Las metas se pueden poner, pero cómo alcanzarlas. Nuestra visión está siendo muy limitada a gases de efecto invernadero y éstos solo a energía. La otra cara de la moneda es cómo nos adaptamos al cambio climático. Debería haber sido punta de lanza de la propuesta climática», dijo a IPS.

La académica cuestionó también la ausencia de la restauración de los ecosistemas en los debates electorales.

México es el segundo mayor contaminador de América Latina, después de Brasil, y figura entre los doce mayores emisores de dióxido de carbono (CO2) del mundo. Pemex aparece entre las quince empresas más contaminantes del mundo.

La generación de electricidad depende en 79 por ciento de combustibles fósiles, seguida de eólica (7 por ciento), fotovoltaica (4,5 por ciento), hidroeléctrica (4.4 por ciento) y nucleoeléctrica (3,7 por ciento).

Sin embargo, la gestión de AMLO debilitó la lucha climática por reducir el presupuesto destinado a ese ramo, desmantelar el sector ambiental y frenar la transición energética, recogido por una variedad de reportes internacionales.

Desde 2019, las emisiones han aumentado, debido al impulso de combustibles fósiles y a la deforestación, un reflejo de ese deterioro.

En ese sentido, la plataforma internacional Monitor de Acción Climática considera «críticamente insuficiente» la política climática mexicana, que conduciría al aumento de la temperatura planetaria en cuatro grados centígrados.

De hecho, el propio gobierno federal reconoció que solo alcanzó la mitad de sus metas climáticas, aún no verificadas por un examen independiente, y que además, carecen de una explicación metodológica clara sobre su obtención.

El aporte de CFE y Pemex ha sido prácticamente nulo, y el de dependencias centrales, como la Secretaría (ministerio) de Energía, pobre.

Por ello, la sucesora de AMLO se enfrenta a esa inercia, en la que el sector energético es vital.

Para Ramírez, de Planeteando, la solución no proviene de las altas esferas políticas. «No están preocupados. Debemos organizarnos y trabajar desde las bases, el cambio viene desde abajo. Además, se debe comunicar de forma más esperanzadora y crítica, porque hay soluciones», planteó.

Por su parte, la académica Zorrilla sugirió una ruta clara de transición que incluya a todas las partes involucradas, tanto comunidades como empresas.

«La transición debería ir de la mano con gobernanza energética. Si no entendemos que no hay presupuesto que alcance y que necesitamos hacerlo en colaboración, solo tendremos más fragmentación. Debe haber un análisis de la matriz energética, de donde proviene (la energía) y cómo se consume. Tendría que considerar también los impactos ambientales», subrayó.

Frente a los posibles resultados de los comicios, flota la duda de si la favorita seguirá la ruta de la continuidad sin cambios mayores o romperá amarres para zarpar por su propio camino.

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