Frank Stella es uno de los grandes artistas plásticos norteamericanos, exponente de la generación de postguerra, precursor de “Arte Geométrico”, innovador en diversos campos visuales. Siendo muy joven, alcanza fama con su presentaciones de arte abstracto.
En su larga trayectoria artística Stella comparte la creación de composiciones geométricas de un purismo órfico con caóticas obras escultóricas tridimensionales donde incorpora la digitación, el volumen, el collage, las vibraciones cromáticas, las intervenciones digitales, la fotografía y la animación.
Nació en Maden, Massachusetts, en 1936, su madre artista lo apoya en sus estudios humanísticos. Estudia Historia en la Universidad Princenton, en 1958, se mueve a Nueva York y se conecta con artistas del expresionismo abstracto: Jackson Pollock (1912-1956), Mark Rothko (1903-1970), Barnett Newman (1905-1970) o Robert Motherwell (1915-1991), quienes influyen y despiertan su vocación plástica.
La gran retrospectiva del maestro Americano expone más de 200 obras, bajo el titulo: “Frank Stella: Experimento y Cambio”, en el Museo de Arte de Fort Lauderdale-NSU donde Stella asistió pero no quiso hacer comentarios, ni presentaciones oficiales, ni tampoco hablar con la prensa. Prefirió recorrer las salas, sacarse fotos con algunos fans y navegar entre sus obras.
Bonnie Cleawater, directora y curadora del Museo de Arte NSU, me comentó la importancia de la exhibición y el desarrollo de la obra del este singular artista, interpretando aspectos en un revelador texto que acompaña la muestra.
Al recorrer las salas la sorpresa nos invade. Nos preguntamos ¿Puede el cosmos convivir con el caos? Puede la armonía vivir con el cambio?
Los primeros trabajos de Stella, en la década de lo 60, fueron pinturas geométricas, rectángulos, triángulos, que luego apareceran como pausas a través de toda su trayectoria. El triángulo se convierte en un dinamizador de su obra, la perfección lineal cromática en cuadros de gran tamaño marcan este período de abstracción pospictórica, donde Stella afirma la pintura como objeto no como representación. Aparecen la Serie de Pinturas Negras, Polígonos Irregulares, Serie de Transportador.
Pero Stella confiesa que le gusta el caos. Y se desplaza entonces hacia composiciones más complejas, pasa del Minimalismo al Maximalismo como él mismo lo sugiere. Estudia los conceptos de la percepción, la tridimensionalidad, la dinámica compositiva y visual. Surge la serie Protractor con nombres islámicos, y la serie Polish Village, en Brazilian Series se inspira en pájaros coloridos brasileros. En los los 80 irrumpe con la serie Circuitos, relieves y líneas circulares manifiestas.
La curva absorbe el espacio, las formas arquitectónicas se imponen, el gran tamaño y la perspectiva plural toman predominio. De las pinturas geométricas de los 60 pasa a la elaboración de altorelieves en los 80, formas complejas y dinámicas.
La serie inspirada en el libro Moby Dick de Herman Melville, permite observar la transición escultórica, las técnicas mixtas incorporadas, el cambio y la experimentación.
En los 90 retorna a la tela de gran tamaño, indaga con el papel, collage, digitación recuperando imágenes internéticas, asimilando la fotografía y las nuevas tecnologías.
También nos muestra maquetas, trabajos de estudios, esquemas, cálculos, proporciones, dibujos, grabados, una incansable enciclopedia de hallazgos y experimentaciones. Stella vive la acción plástica en un permanente movimiento de imágenes que corporiza en delirante persecusión.
Sus series se multiplican y su obsesión del espacio se agudiza, aunque su concepción escultórica solamente a veces, se independiza de la pared. Sus nuevos trabajos del 2000, recolectan la vasta experiencia alcanzada y se mueven en grandes volúmenes invadiendo el espacio. Podría hablarse de pinturas escultóricas o de esculturas pictóricas.
Stella inquieta, por momentos produce rechazo con esas formas intestinas, orgánicas, caóticas pero que responden a una estructura muy estudiada para entrecruzar curvas y líneas sin perder el rigor plástico.
Hay algo incómodo, como si observaramos el desorden de los basureros, que el ojo no logra asimilar directamente, insita a recorrer los grandes volúmenes y meterse en las intersecciones tramadas de sus obras, inclinandonos hacia el análisis y la reflexión.
En sus investigaciones, trabajó con pintura para carros, creando el Arte de autos para la Instalación de máquinas de BMW. Experimentó en el campo arquitectónico con la decoración del teatro Princesa de Gales de Toronto y en el Kunsthalle de Dresden. Y se ha ocupado de los derechos de autor de las obras de artistas y colegas, defendiendo la autoria.
En 2010 recibe la Medalla Nacional de las Artes en la Casa Blanca y varios otros premios a su labor artística. En el 2011 se abre una gran retrospectiva en el Kunstmuseum Wolfsburg de Alemania. En el 2015, el Museo Whitney de Arte Americano de New York, le rinde tributo con una gran exhibición, considerándolo uno de los grandes maestros del siglo XX y XXI de Estados Unidos.
Se presenta en el Museo de Arte Moderno de Forth Worth en Texas, y en el Museo de Arte de San Francisco, California, y su obra sigue itinerando por Estados Unidos que valora su trayectoria dedicada al arte, y lo considera uno de los últimos exponentes del arte de postguerra. Supo cambiar, adaptarse y recibir los influjos de la posmodernidad, revirtiéndo en formas visuales y plásticas, la visión cambiante de nuestro mundo. En 2017, Stella recibió Watch Award from World Monuments Fund, por su obra arquitectónica y artística.
Cuando vi caminar a Stella, erguido y resuelto, a través de sus enormes cuadros, vi que ese solitario, era el artista, cuya su mayor satisfacción es ver su obra exhibida en los museo del mundo, sintiendo que sus trabajos, separados ya de él, hacen su propio camino hacia la inmortalidad.