Jorge Eduardo Benavides: El enigma del convento

La novela histórica tiene un especial auge en Latinoamérica y ha entrado en el mercado español de Estados Unidos con decidido interés, especialmente cuando el escritor nos muestra el periodo de la Independencia en Perú, las luchas por el poder, la decadencia de España y el mundo conventual del siglo XIX. Así lo plantea el escritor peruano Jorge Eduardo Benavides, en su novela “El enigma del convento”.

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Jorge Eduardo Benavides con un ejemplar de El enigma del convento

Sabemos que la novela histórica es un subgénero, nacido en el Romanticismo, sin embargo, tiene éxito en la actualidad. Tal vez, porque los autores toman el pasado para relacionarlo con los temas del presente. Además se puede comprender mejor el presente iluminando el pasado. A su vez, la novela histórica nos permite evadirnos de nuestra realidad y escaparnos a otra visión lejana, menos directa.

Esta técnica de recreación del pasado histórico tiene una exigencia doble para el autor: por una parte, su método de trabajo que require investigación y documentación de la historia, y por otra, el manejo del lenguaje apropiado a la época, mostrando un verdadero alarde linguístico, que no todo escritor puede lograr. Benavides lo alcanza admirablemente.

En Latinoamérica, el cubano Alejo Carpentier, a quien conocí en París, hizo una obra maestra en “El Siglo de las luces”. Me confesaba, cuando conversaba con él en su despacho de la Embajada de Cuba, su interés por la historia y su fascinación por la música. El escritor argentino Manuel Mujica Láinez, a quien también conocí en Buenos Aires, y aprecié mucho, construyó un corpus novelístico en función de temas del pasado histórico argentino y universal, como lo muestran sus novelas “La Casa”, “Bomarzo”, “El Unicornio”, “El escarabajo” y otras. Gabriel García Márquez se tentó con la figura del gran Bolivar, creando “El general en su laberinto”, y Mario Vargas Llosa indagó la historia de personajes famosos en sus admirables libros: “La fiesta del chivo” y “El sueño del celta”.

Benavides nació justamente en la tierra de Vargas Llosa, Perú, y aunque estudió Derecho y Ciencias Políticas, se dedicó a la literatura, colaborando en diversas revistas especializadas. Bajo el sello Alfaguara ha publicado: “Los años inútiles” (2002), “Un millón de soles” (2007), “La paz de los vencidos” (2009), que le valió el premio de Novela Corta del Banco Central de Reserva de Perú. Actualmente, vive entre Perú y España y dirige el Centro de Formación de Novelistas.

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Jorge Eduardo Benavides, Adriana Bianco y Carlos Cortes en Feria del Libro Miami.

 

Conversamos con Benavides en la presentación que hiciera de su última novela,”El enigma del convento”, narración puente entre sus dos patrias y su pasión por la Literatura y la Historia.

Jorge Eduardo Benavides: Yo sigo vinculado con Latinoamérica, llevo dos países conmigo: Perú y España. No es incompatible y puedo ver con más perspectiva.
Adriana, si observas nuestra literatura, después del “Boom literario latinoamericano”, se ha tratado de generar una literatura de renovación. El contexto histórico y social no es el mismo, es decir, en la época del “boom”. había unos pocos escritores conocidos con temáticas más o menos comunes, y con una realidad de Latinoamérica común.

Cuando Vargas Llosa o Carlos Fuentes hablaban sobre un tema, sentíamos que “hablaba Latinoamérica”. En cambio, en los últimos años no ha habido otro fenómeno similar, hay una cierta nostalgia del “boom” y ha crecido una generación desencantada, rebelde con ese gran movimiento.

Adriana Bianco: Hemos entrado en la Era de la Globalización, se comparte con el mundo muchos aspectos, los escritores estan incertos en la globalización…

JEB: Efectivamente, la globalización ha generado una respuesta de rechazo a una idea homogénica de la literatura hispanoamericana. Los escritores nos hemos fragmentado muchísimo en diversas tendencias, de forma que ahora ningún escritor latinoamericano representa la “idea de Latinoamérica”. Quizás, el escritor más reconocido es Bolaño, pero Bolaño más que inaugurar una época, la clausura, es el coletazo del “boom”.

Actualmente, hay casi 20 escritores latinoamericanos de nivel internacional pero de tendencias muy distintas.

AB: Tu has vivido en Perú y parte en España. Cómo surge esta novela histórica cuando tu eras un escritor de narrativa política, incluso sentimental…

JEB: Mi novela anterior ocurre en doce ciudades, distintos escenarios y habla de viajes y del amor. La vida de los escritores ahora es así, somos particularmente viajeros, vamos a todos lados y nos movemos en diversos escenarios.

AB: Entonces por qué abordas el “género histórico”, que exige mucha documentación, conocimiento, información, en fin, es un género exigente.

JEB: Es verdad, es la primera vez que escribo una novela histórica aunque he sido aficionado a la lectura de la novela histórica. La idea surgió cuando viajé a mi ciudad natal, Arequipa y volví a visitar este Convento. A veces viviendo en el lugar no descubres sus tesoros… La guía del convento me contó que las monjas en una época, quisieron envenenar a la superiora. La idea me pareció fascinante porque el convento es una verdadera ciudadela. Entonces pensé que allí había un relato interesante pero a medida que fui investigando la historia del convento fui ampliando el horizonte y vi los alcances de la época: cuando España es invadida por las tropas napoleonicas, Latinoamérica se independiza y se produce la fractura, ese gran trauma histórico.

Fui descubriendo a medida que estudiaba y eso me motivó a documentarme durante dos años, lo hice en la Biblioteca Nacional de Madrid a media hora de caminata, todas las mañanas de 9 a 2 de la tarde, a leer todo lo qe podía de la época, del siglo XIX, la sociedad, los conventos, las guerras, hasta que tuve una noción bastante amplia y pude hilvanar una historia con conocimiento de causa.

AB: En tu novela cuentas la gestación de la independencia de Latinoamérica, no es solo la historia del Convento de monjas de Arequipa, cuentas como se genera la “nueva América”.

JEB: Claro. Y muestro como no fue tan sencillo separarse de lo español, parte de la población se sentía ligada a España, los independentistas eran vistos como “terroristas”, fue un desgarro de amigos, de familias, de pensamientos, de toda la sociedad. No fue tan fácil ser independientes. Eramos una sociedad asentada, eramos el Virreinato del Perú, esa ruptura era algo profundo, no solo comercial o económica, eran conflictos de visiones del mundo. Eso fue doloroso y traumático.

AB: Yo vinculo tu novela con la novela de Vargas Llosa, “El sueño del celta”, donde se trata el gran tema de la libertad de Irlanda.

JEB: Las novelas históricas te hacen descubrir nuevos temas. Yo no tenía esa intención, pero a medida que investigaba fue surgiendo el tema de la independencia y el convento se convirtió en un punto de partida para ver toda una época.

AB: Tu prosa es muy precisa y el relato está escrito con gran lujo de detalles y en un español muy cuidado…Cómo vives y sientes tu lengua?

JEB: El español es nuestra principal energía, no es solo comunicación, es una forma de pensar. Piensas con tus palabras y debemos darle al español el lugar que se merece en el mundo. Me siento orgulloso de mi lengua, de la tradición literaria, del aporte de esta lengua. Es lo que nos hace una comunidad grandiosa, y nos vincula a todos los latinoamericanos y a España, y ahora a los hispanos de Estados Unidos.

Mira, los idiomas crecen por su cuenta, se esta generando otra manera de hablar el español en Estados Unidos y es un fenómeno muy interesante y lo más importante es que nos podemos comunicar y entender viniendo de países diferentes.

Por otra parte, tenemos una tradición literaria riquísima tanto en Hispanoamérica como en España.

Cuando yo escribo le presto mucha atención al español y a la prosa. Considero las palabras, determino el vocablo, no me gusta la prosa fácil, neutral, más redacción que literatura. La literatura aparece cuando a través del lenguaje haces ver algo que de otra manera no se vería.

En esta novela el problema era lograr la forma de hablar del Siglo XIX. Eso me costó. Tienes que ser cuidadoso. Verificar los hechos que sucedieron en ese tiempo y que los personajes usen el lenguaje de esa época. He procurado ceñirme a los hechos históricos, con toda la precisión que podía y tomando en cuenta el lenguaje con vocablos, giros, y metáforas.

AB: Cómo definirías la novela histórica

JEB: Es un género con características propias, enfoca un momento de la historia pero donde hay zonas oscuras, y es allí donde uno comienza a novelar. Yo tengo suerte de vivir en el Madrid antiguo. Es como vivir en el escenario de la novela. Si no me gano la vida como novelista me la ganaría como guía de Madrid, conozco los sitios y quien vivía en los palacios…Tienes que conocer el escenario, tienes que cuidar que no haya pifias históricas o geográficas que resten credibilidad a la narración. Mi novela está profundamente documentada con toda honestidad y tratando que esa documentación no abrume al lector y mueva la trama. Por ejemplo una de las monjas habla de los platos que iba a cocinar y yo me he informado sobre las comidas de esa época y del convento. A mi me da seguridad estar bien informado y que la novela lo esté también, eso es una novela histórica.

AB: La novela histórica permite ir hacia el pasado, para reflejar el presente, eso también aparece en “El enigma del Convento”. Cuáles son tus proyectos?

JEB: Acabo de terminar otra novela, no tengo título aún, sucede en 1830, en Madrid, con un personaje fascinante que descubrí: el duque de Osuna. Un hombre culto, guapo, inteligente, que estaba enamorado de su prima casada con otro, muere a los 34 años siendo un gran noble. Es una historia política y de amor. Trata sobre la primera Guerra Carlista en España. Es también un relato de aventura, con muchas situaciones.

Tienes razón que el pasado ilumina el presente. Yo cuando escribo siempre pienso que hay algo más de fondo. Una novela histórica debe seguir ciertas pautas, especialmente al ser canónica y tiene que estar documentada la época, pero esa época puede ser metáfora de nuestra época contemporánea, es una metáfora de las políticas de una época que también se reflejan en la actualidad.

Cuando escribo, deseo que haya varias lecturas. Me gusta contar una historia que se pueda leer de varias maneras, eso enriquece la literatura.

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