La ONU pide una investigación independiente de la muerte del opositor ruso Navalny

La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos ha manifestado su consternación por la muerte en prisión del líder opositor Alexei Navalny, ha recordado que todo Estado tiene el deber de proteger la vida de las personas privadas de libertad, ha pedido que Rusia ponga fin a la persecución de políticos de la oposición, defensores de los derechos humanos y periodistas.

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Navalny dibuja un corazón con las manos en la sala de juicios

También pide una investigación independiente, imparcial y transparente: «Si alguien muere bajo custodia del Estado, se presume que el Estado es responsable, una responsabilidad que sólo puede refutarse mediante una investigación imparcial, exhaustiva y transparente llevada a cabo por un órgano independiente», ha declarado Liz Throssell, portavoz de la Oficina, quien ha pedido a Rusia.«que garantice que se lleva a cabo una investigación creíble de ese tipo».

«Todas las personas que están detenidas o han sido condenadas a diversas penas de prisión en relación con el ejercicio legítimo de sus derechos, incluidos los derechos a la libertad de reunión pacífica y de expresión, deben ser puestas en libertad de inmediato y deben retirarse todos los cargos contra ellas», ha añadido Throssell.

Tras su detención en 2021, Navalny cumplía varias condenas, entre ellas una de diecinueve años dictada en agosto de 2023 por cargos de extremismo. La Oficina recuerda que había «planteado en repetidas ocasiones serias preocupaciones en relación con los cargos contra Navalny y su reiterada detención, que parecía arbitraria».

El pasado mes de agosto, el alto comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, destacó que la última condena de diecinueve años planteaba interrogantes sobre el acoso judicial y la instrumentalización del sistema judicial con fines políticos en Rusia, y pidió la liberación de Navalny.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, está «conmocionado por las informaciones de la muerte y pide una investigación completa, creíble y transparente sobre las circunstancias bajo custodia del Sr. Navalny», según ha manifestado su portavoz, Stéphane Dujarric, en conferencia de prensa ayer viernes en Nueva York.

En diciembre pasado, la relatora especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Rusia, Mariana Katzarova, emitió una alerta en la que expresaba su preocupación por la desaparición forzada de Navalny, cuyo paradero y bienestar no se conocieron durante más de diez días. A finales de diciembre, Navalny fue trasladado a la prisión donde las autoridades rusas han anunciado su fallecimiento, ocurrido cuando faltan pocas semanas para la elección presidencial en Rusia.

La relatora especial de la ONU sobre la tortura, Alice Edwards, ha declarado que varios expertos independientes, incluida ella misma, instaron privada y públicamente al gobierno ruso a poner fin a las condiciones punitivas en las que se mantenía recluido a Navalny.

Edwards afirma que habían pedido que se investigaran las denuncias creíbles de tortura contra Navalny e informado a las autoridades de la necesidad de que recibiera tratamiento médico, especialmente tras su presunto envenenamiento en 2020: «Que nuestros llamamientos al Kremlin hayan sido ignorados de forma tan flagrante y con tanto desprecio por la vida humana es una tragedia para Navalny, su familia y sus seguidores», ha dicho, «hoy es un día sombrío para el estado de derecho, la libertad de expresión y los derechos humanos».

Los medios de comunicación informaron ayer de que, el jueves 15, Navalny compareció ante el tribunal a través de un vídeo en el que aparecía tranquilo.

En declaraciones a la edición francesa del diario digital Huffington Post, Carole Grimaud-Potter, profesora en la Universidad de Montpellier, especialista en geopolítica de Rusia y fundadora del Center for  Russia and Eastern Europe Research (CREER), ha dicho que la muerte de Navalny es un «mensaje de advertencia» a toda la oposición rusa que, en su opinión, se encuentra debilitada mientras que desde la invasión de Ucrania se ha endurecido la represión contra las voces disonantes: «Un mensaje de alerta dirigido a cualquier intento de oposición que pudiera aparecer después de Navalny».

Para esta experta, la muerte de Navalny es el final de un capítulo, el de la oposición que se formó en la década de 2010 y eligió como portavoz a Alexei Navalny, quien denunciaba la corrupción de las elites del poder y recibió el apoyo de la joven generación, a la que se dirigía a través de las redes sociales, un fenómeno que asustó al Kremlin. Para esta analista, Navalny «ha muerto como un mártir, ha dado la vida por una causa, y esto seguirá inspirando a los rusos».

Alexei Navalny nació hace 47 años en Butyn, se diplomó en derecho en la Universidad de la Amistad del Pueblo en 1998 y en 2010 estuvo como becario en la Universidad de Yale.

Consiguió hacerse popular denunciando la corrupción en el seno de las clases dirigentes rusas.. Una de sus primeras acciones fue comprar participaciones en sociedades petroleras y gasísticas rusas para convertirse en accionista militante y animar su transparencia. Denunciando la corrupción «encontró un eco al denunciar algunas preocupaciones más abstractas y filosóficas, como los ideales democráticos y los derechos humanos».

En 2013 fue considerado culpable de desvío de fondos y condenado a cinco años de cárcel aunque, para sorpresa general, la fiscalía le puso en libertad antes de que tuviera lugar el juicio de apelación. Inmediatamente después una jurisdicción superior le condenó –aunque dejo el cumplimiento de la pena en suspenso- al día siguiente de que Navalny anunciara su candidatura a la alcaldía de Moscú, donde quedó en segundo lugar.

La popularidad de Navalny creció tras el asesinato en 2015 de Boris Nemtsov -otro político carismático, abatido mientras paseaba por un puente cerca del Kremlin- y jugó un papel importante en las manifestaciones contra la exclusión de las candidaturas independientes en las elecciones nacionales, cuyos resultados siempre consideró «dudosos».

En 2019, mientras cumplía una pena de cárcel por su participación en las manifestaciones, tuvo que ser trasladado a un hospital por lo que las autoridades calificaron de «reacción alérgica». Un año más tarde, en agosto de 2020, perdió el conocimiento cuando volaba de la ciudad siberiana de Tomsk a Moscú. El avión hizo un aterrizaje de emergencia en Omsk, donde pasó dos días hospitalizado, mientras su familia conseguía el permiso para trasladarle a Alemania, donde le trataron un envenenamiento por Novitchok, un agente neurotóxico que causó la muerte, en 2016 en el Reino Unido, del ex espía ruso Sergei Skripal y a su hija.

Navalny permaneció en coma artificial durante dos semanas, y después durante varias más estuvo haciendo rehabilitación para recuperar el movimiento y la palabra. Regresó a Moscú el 17 de enero de 2017, donde fue detenido y condenado a dos años y medio de cárcel «por violar la condena de 2014».

Tras la invasión de Ucrania en febrero de 2022 -que Navalny condenó con firmeza en sus mensajes en redes sociales- fue condenado a otros nueve años de cárcel por desvió de fondos y desacato al tribunal, y en agosto de 2023 fue considerado culpable de «extremismo» y condenado a diecinueve años más.

Este viernes 16 de febrero de 2024, según la versión del Servicio Penitenciario federal, se sintió mal al regresar de un paseo, el personal de la ambulancia que llegó no pudo reanimarle y falleció, por lo que «se están investigando las causas de la muerte», que algunas personalidades internacionales han calificado ya de «poco creibles».

Alexei Navalny ha muerto en la prisión IK-3, conocida como «el lobo polar», una colonia penitenciaria aislada en el Artico, a tres mil kilómetros al norte de Moscú, heredera del gulag soviético y conocida porque las condiciones de detención allí son particularmente graves. Situada más allá del Círculo Polar Artico, la temperatura puede alcanzar por la noche los menos treinta grados, y está destinada a recibir a los detenidos más peligrosos y los condenados a cadena perpetua.

El periódico Moscow Times y la Radio Free Europe han publicado en varias ocasiones testimonios de antiguos presos que hablan de torturas y violencia psicológica.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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