La Orden de Toledo: paseos imaginarios en tiempos de vanguardia

Luis Buñuel cuenta en sus estupendas memorias (Mi último suspiro) que se quedó prendado de Toledo “más que de la belleza de la ciudad, de su ambiente indefinible”.

La-orden-de-Toledo-cubierta La Orden de Toledo: paseos imaginarios en tiempos de vanguardiaTras ese descubrimiento y ese flechazo, Buñuel urdió con algunos de sus amigos (Lorca, Dalí, Alberti, Moreno Villa, Pepín Bello y otros) una serie de visitas a la ciudad, para descubrirla, y para volcar en ella su creatividad rompedora y surrealista, que en cualquier caso estaba muy lejos del espíritu toledano de esos años.

De ahí surgió, más en su imaginación que en ningún otro sitio, lo que se daría en llamar “orden de Toledo”, que estuvo viva entre 1923 y hasta cerca del comienzo de nuestra Guerra Civil, y de la que ha habido luego numerosas referencias literarias, trabajos de investigación e incluso una meritoria exposición que pudimos ver en Toledo hace algunos años (en 2005).

Con todo ese material el profesor y escritor Juan Carlos Pantoja ha preparado estos “paseos imaginarios en tiempos de vanguardia” (así subtitula su libro) que ha publicado recientemente Ediciones Covarrubias. Los organiza en tres rutas que establece en función de etapas de la vida del propio Buñuel. La primera sería la del descubrimiento de Toledo por el cineasta, que había comenzado un poco antes, en 1921, invitado por el filólogo Antonio García Solalinde. La segunda la denomina “la noche del sábado: tascas y conventos”; y la tercera que incluye las visitas a la catedral, al sepulcro del cardenal Tavera y las famosas comidas en la Venta de Aires que son quizás uno de los aspectos más divulgados de estas visitas.

La descripción de esas tres rutas, que forma el grueso del libro, está mezclada con las ubicaciones que pudieron conocer los miembros de la Orden en sus paseos (diurnos pero preferentemente nocturnos) e incluso con personajes con los que pudieron haberse cruzado.

Los distintos episodios se apoyan con referencias de algunos de los visitantes: del propio Buñuel, y su diario ya citado, de Alberti y Mª Teresa León en sus libros de memorias respectivos; de entrevistas al longevo Pepín Bello, quien murió en 2008 con más de cien años; de Moreno Villa, del libro de conversaciones entre Buñuel y Max Aub, o de otros textos de los biógrafos de Buñuel (Ian Gibson, Agustín Sánchez Vidal, etc.).

La profesora castellano-manchega Angelina Serrano de la Cruz Peinado, experta en el Arte de nuestra región entre los siglos XIX y XX, había dedicado hace bastantes años (en 1998) un artículo pionero en la revista Añil informando sobre esta peculiar Orden de Toledo, en el que afirmaba:

“Toledo … en la década de los 20 recibió a un grupo, en apariencia, igual a los demás, y lo hubieran sido de no ser por la trayectoria posterior de muchos de ellos. La biografía y el recuerdo de muchos de estos personajes son hoy fuente imprescindible para acercarnos a esta especie de broma y caricatura esperpéntica que formaron aquellos que estaban deseosos de nuevas experiencias estéticas y vivenciales. La búsqueda de la sorpresa, la rebeldía juvenil, el gusto por lo desconocido, por la leyenda, lo escondido e incluso lo que provocaba miedo y respeto fueron causas que atrajeron a este grupo de estudiantes. Allí le hicieron, en sorprendente simbiosis, cómplice de sus ‘locuras’”.

Este oportuno libro de Juan Carlos Pantoja nos sumerge de nuevo en esas aventuras, protagonizadas por algunos de los más relevantes miembros de la vanguardia española de los años veinte y treinta del pasado siglo y que tuvieron como escenario las calles de Toledo, esta ciudad milenaria.

  • Juan Carlos Pantoja Rivero
    La Orden de Toledo. Paseos imaginarios en tiempos de vanguardia
    Ed. Covarrubias, Toledo, 2019; 128 pags.

 

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