Tres años después de escapar de Kabul huyendo de los talibanes, Zakia Khudadadi, de veinticinco años, integrante de la delegación paralímpica de los «refugiados», ha dedicado la medalla de bronce conseguida este 29 de agosto de 2024 en la especialidad de Taekwondo «A todas las mujeres de Afganistán», coincidiendo con la semana en la que el gobierno ultraconservador de los talibanes ha sumado a las muchas prohibiciones ya existentes la de que no pueda oírse «la voz de las mujeres afganas».
Ahora está prohibido que las mujeres afganas hablen, canten o lean en voz alta en público, además de tener que cubrir su rostro con una mascarilla, tal y como establece una nueva ley destinada a «promocionar la virtud y prevenir el vicio, de conformidad con la charia (la ley islámica)».
Los países occidentales –encabezados por la Unión Europea y Estados Unidos- han denunciado la nueva legislación destinada a controlar todos los aspectos de la vida, tanto social como privada, de los afganos y, sobre todo, de las afganas.
Una condena que no va más allá de las palabras y un comunicado: en realidad, los países occidentales asumen que el régimen de los talibanes garantiza «una cierta forma de estabilidad en la región».
Entre las reglas que establece la nueva ley, un texto de 35 artículos, figura la obligación de que las mujeres cubran completamente cuerpo y rostro cada vez que salgan de casa, lo que implica que han de llevar una mascarilla «tipo Covid» tapando la boca.
De hecho, la refugiada afgana Zakia Khudadadi, primera integrante de su delegación en ganar una medalla, no ha necesitado demostrar su maestría para ganarla: tras bajar las escaleras del Grand Palais, colocarse en la alfombra de competición y saludar al público asistente, ha recibido la medalla de bronce de parataekwondo para pesos inferiores a 47 ondeando la bandera de los «refugiados»; su contrincante marroquí fue evacuada horas antes en camilla, a consecuencia de una patada que recibió en la cabeza.
La prensa francesa explica que sería injusto decir que Zakia Khudadadi ha ganado su bronce «sin hacer nada»: para empezar es campeona de Europa de la especialidad y además, su calificación para la final ha sido el resultado de ganar tres combates ese mismo día y perder el cuarto solamente por un punto (4-3) por la uzbeka Zuyodakhon Isakova, número dos mundial.
Hace tres años, cuando se preparaba en Kabul para los Juegos de Tokio, los talibanes se apoderaron a la fuerza de la capital afgana: tras pasar varios días escondida, la atleta consiguió refugiarse en París, donde se ha entrenado con el equipo francés en el Instituto Nacional del Deporte (Insep), y está a la espera de conseguir la doble nacionalidad franco-afgana.
Sus primeras palabras tras el triunfo han sido un recuerdo para todas sus compatriotas: «Es una medalla para todas las niñas y las mujeres de Afganistán, y para todas las refugiadas en París y en el mundo. En mi país, ahora las niñas no tienen ninguna posibilidad de ir a la escuela y hacer deporte. Yo sé que hoy han sido muchas las mujeres y las niñas que me han visto en la televisión. Creo que esta medalla nos da fuerza para combatir a los talibanes y sus políticas, para enfrentarnos a todo lo que nos prohíben».
Mujeres reprimidas también en Irán
Según el diario británico The Guardian, en julio de 2024 en Irán fueron ejecutadas ochenta y siete personas y en un solo día de agosto otras veintinue. En Irán aumentan los temores acerca de la suerte de los militantes detenidos, y en especial de las cerca de setenta mujeres detenidas en la tristemente célebre cárcel de Evin, desde que a principios de julio fue elegido el nuevo presidente Masoud Pezeskian.
Entre los ejecutados figura Reza Rasaei, un joven condenado a muerte por participar en las manifestaciones que, con el slogan «Mujer, vida, libertad», protestaron en 2022 por el asesinato en una comisaría de Teherán de la joven kurda de veintidós años Mahsa Amini, detenida por la policía de la moral por haber violado presuntamente el estricto código de vestimenta del país, llevando el velo mal puesto.
Entre los detenidos en Evin hay otros condenados a muerte: la periodista kurda Pakhshan Azizi y la ingeniera industrial Sharifeh Nohammadi; por «rebelión armada contra el Estado»; otros dos, Verisheh Moradu y Nasim Gholami Simiyari, acusados de los mismos cargos, se encuentran en espera de sentencia.
Pakhshan Azizi, de cuarenta años, fue torturada en los interrogatorios. En una carta escrita desde la cárcel titulada Denying the Truth and Its Alternative (Negar la verdad y su alternativa), y publicada por la ONG Hengaw Organization por Human Rights (organización Hengaw para los derechos humanos), la periodista y militante asegura haber sufrido tortura, simulacros de ejecución y aislamiento.
«La República Islámica se venga de la revolución ‘Mujer, vida, libertad’ que ha atravesado todas las fronteras», asegura Sharifeh Mohammadi, de 45 años, detenida en su domicilio de Rasht en diciembre de 2023.
Según el Centro para los Derechos Humanos de Irán (CHRI) muchos presos políticos podrían ser ejecutados «en base a informaciones falsas»: «Frente a un movimiento de mujeres que se niega a retroceder, las autoridades de la República Islámica las amenazan en un intento desesperado de silenciar a la disidencia», lamenta Hadi Ghaemi, director ejecutivo del CHRI.
El digital francés Slate asegura que algunos presos, y entre ellos la Premio Nobel Narges Mohammadi, han sido víctimas de golpes y malos tratos de los guardianes por protestar en el patio de la cárcel por la reciente ejecución de Reza Rasaei.
Una misión de Naciones Unidas en Irán, llevada a cabo en el pasado agosto, ha constatado un «aumento desproporcionado de condenas a muerte» entre las mujeres procedentes de minorías étnicas iraníes que participaron en las manifestaciones de 2022.