El diputado de Podemos Manuel Monereo, sagaz politólogo, abre el número de mayo de El viejo topo con un artículo sobre los dilemas estratégicos de la organización que representa. Parte para ello de un análisis de la primera crisis del partido morado dentro de la crisis del régimen, que sigue abierta, y de la que a su vez afecta al PSOE, tras la dimisión de su secretario general y la convocatoria de primarias.
Según Monereo, Podemos lo tiene muy difícil. Ha de construirse en medio de una alianza que vertebre y organice; definir las estructuras organizativas entre elecciones e inventando cuadros y direcciones en combates políticos muy duros y a veces dramáticos. Debe ser partido sin caer en el partidismo estrecho y vacío, construirse desde abajo sin separarse de votantes y aliados; hacerse en el conflicto social sin sectarismos y abrirse a nuevos espacios más difíciles y complejos.
Para ello hay tres problemas que requieren una inmediata atención a juicio del articulista: el impulso de los círculos, en primer lugar, como organización de base, su funcionamiento y su inserción en el territorio, con la vista puesta en las próximas elecciones municipales. La formación rápida y sistemática de centenares de cuadros políticos y gestores de lo público, en segundo lugar. Y, finalmente, la consolidación de un equipo dirigente con solvencia, capaz, plural y unido.
La publicación de una nueva novela de Lidia Falcón, “El honor de Dios”, donde además de tratar el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala la escritora hace un exhaustiva revisión muy crítica del periodo de gobierno de Felipe González, sirve a Miguel Riera para entrevistar a fondo a quien lideró -y en ello sigue laudable perseverancia- el movimiento feminista en España. Considera Falcón, respecto a los crímenes del GAL, que en cualquier otro país el presidente del gobierno hubiera sido investigado y procesado. Con relación al proyecto de legalizar la prostitución, a Lidia le parece literalmente malvado: “Las mujeres son carne traficada como prostitutas –afirma-, como esclavas y últimamente convertidas en vasijas donde se fabrican niños”.
Higinio Polo firma un interesante artículo sobre la exposición no menos interesante que se muestra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, procedente del Jeu de Paume de París: Soulèvements (Alzamientos), que en España se llama Insurrecciones por la identificación que la expresión francesa tiene en castellano con el alzamiento fascista de 1936. Insurrecciones, revueltas, insumisión, revoluciones, conceptos todos ellos vinculados con el lenguaje de la rebelión, y que en Barcelona se adaptan a algunos hechos históricos propios de la ciudad, desde la huelga general de 1909, a la resistencia antifranquista, pasando por la mal llamada Guerra Civil.
Dos entrevistas más podemos leer en el número 352 de EVT. Una es la que Enric Llopis le hace a los autores del libro “First We Take Manhattan. La destrucción creativa de las ciudades”, Daniel Soriano y Álvaro Ardura, bajo el titular “Gentrificación: de barrio popular a distrito burgués”. Otra es la que firma Salvador López Arnal con Nicolás González Varela, autor de una documentadísima obra, “Heidegger. Nazismo y política del ser”. Para el autor, el filósofo fue un nazi peculiar pero convencido, no un oportunista político.
La revista rescata de su hemeroteca el artículo que en 1981 firmó Rafael Gutiérrez Girardot, con motivo del vigésimo quinto aniversario de la muerte de Ortega y Gasset, a modo de réplica al aluvión de textos laudatorios que entonces se publicaron sobre don José. Aun pareciéndole al autor duro el calificativo de estafador, es inevitable utilizarlo –asegura- para designar algunos procedimientos del “estilo de trabajo” de Ortega.
Eduardo Garzón ofrece la segunda entrega de su trabajo «La teoría monetaria moderna: pleno empleo con estabilidad de precios». ¿Es utópico suponer que puede existir el pleno empleo?, se pregunta el autor. Tendemos a pensar que no, pero se trata de uno de los puntos fundamentales de la teoría aquí tratada por el economista Eduardo Garzón.