Pablo Picasso vivió en Málaga los diez primeros años de su vida, de 1881 a 1891. Durante tres años la familia volvió para veranear en la ciudad. Tenía diecinueve años cuando pasó tres semanas en Málaga con su amigo Carles Casagemas, los últimos días de 1900 y los primeros de 1901.
No volvió en vida, pero volvieron sus obras, primero a su casa natal en la Plaza de la Merced en 1888, a una plaza muy distinta de la que él conoció, pero que ya contaba con el monumento – mausoleo del General Torrijos y sus compañeros fusilados en 1831 en las playas de Málaga. Años más tarde, en 2009 se inaugura el Museo Picasso de Málaga (MPM) en la cercana calle de San Agustín.
Estamos en la calle de San Agustín, en pleno centro de Málaga, que parte de la Plaza del Obispo, enlaza con la calle Granada y ésta con la Plaza de la Merced. La calle de San Agustín reúne no pocos recuerdos familiares. Bautizos en la iglesia de San Agustín, guardería a la que fueron los niños Ruiz Picasso, taller de don José Ruiz Blasco, el padre artista, maestro de dibujo y primer mentor de su primogénito Pablo.
Y por supuesto el Palacio de los Condes de Buenavista, sede de la Fundación Museo Picasso Málaga, un edificio renacentista que junto a una serie de edificios modernos que recuerdan un pueblo blanco, mira hacia la Alcazaba árabe y al Teatro Romano y en cuyo subsuelo yacen restos arqueológicos de la Málaga fenicia del siglo VI a.C. y vestigios romanos.
El Museo Picasso de Málaga inaugurado en 2009, cuenta con una colección de 233 obras, entre dibujos, grabados, litografías, óleos y cerámicas, fruto de la donación de parte del Legado Paul, Christine y Bernard Ruiz Picasso.
Casi ocho décadas de trabajo del pintor que transmiten la capacidad creativa de un artista imprescindible en la historia del arte. A través de sus once salas de exposición va mostrando desde los primeros dibujos realizados en La Coruña en la década de los noventa del siglo XIX, íntimos y familiares, la etapa noucentista de Els quatre gats, el periodo azul que desencadena el suicidio de Casagemas, el verano en Gósol, la etapa rosa con sus saltimbanquis y acróbatas, dibujos precursores de Las señoritas d’Avignò, cubismos, el neo clasicismo posterior a la guerra europea, del que destaca un retrato de Olga Kóklova como una de las Tres Gracias de 1923, en préstamo temporal de la Fundación Almine y Bernard Ruiz Picasso. El punto de inflexión que refleja su angustia personal y la violencia de los últimos años veinte y su consecuencia, el estallido de los años treinta y cuarenta; la joie de vivre desde los últimos cuarenta en adelante. Nada mejor para poner de manifiesto su evolución vital y artística que los retratos de sus musas: Fernande, Eva, Olga, Marie Thèrése, Dora, Françoise, Jacqueline…como musas de sus diversos ciclos creativos y sus diversos talleres.
Boisgeloup y Marie Thérése están muy presentes en la colección con retratos escultóricos y pintados no identificados, como es tan habitual en toda la trayectoria picassiana. La escultura Bañista tendida es precursora de la serie que inicia en 1932 de pinturas icónicas de Marie Thèrése Walter en las posturas más sensuales imaginables, que ha exhibido recientemente el Museo Picasso de París y que podrán verse en la Tate de Londres a partir de marzo de este año.
Un retrato de Dora pintado en el verano de 1936, Mujer con los brazos levantados representa no solo la forma siempre dramática con la que él vio en todo momento a Dora; sin duda también representa su actitud de horror y protesta ante los sucesos que ese verano están produciéndose en España, claro anuncio de las mujeres del Guernica y sus bocetos preparatorios. Retratos de Françoise, Claude y Paloma en Vallauris. Vallauris y La Californie de Cannes son el trasfondo de esa joie de vivre que sucede a las tragedias de las guerras. Buen número de bodegones como Picasso gusta llamar a las naturalezas muertas ilustran casi todos sus ciclos, en la forma amable de fruteros en momentos de paz personal y del entorno y dramática en momentos convulsivos.
La más retratada es Jacqueline Roque. Como recién estrenada musa y compañera en Jacqueline sentada de 1954, hierática, como una esfinge, como un territorio aún secreto para él; en la plancha sobre linóleo de 1962 en Mougins, Jacqueline con sombrero de paja. Picasso se rejuvenece, volviendo a la construcción cubista, con las descomposiciones y fragmentaciones de muchos años atrás. Pero con solo cuatro colores consigue una riqueza cromática digna del genio. Y también de Mougins, una de sus últimas obras, un año anterior a su muerte, Hombre, mujer y niño, reflejo de una época de producción frenética, como de apego a la vida. No identificados, pero los ojos de ella son los de Jacqueline y esa especie de montera sobre la cabeza de él sugiere un autorretrato. El niño es un bebé, otro símbolo de vida en la iconografía de Picasso.
En síntesis, la colección revela los orígenes, el arraigo a la familia y círculo de personas íntimas y cotidianas; su lugar en la historia como creador del cubismo, de perspectivas formales y conceptuales; su apego a las formas clásicas de la historia de la pintura, el retrato, el bodegón, el paisaje o el desnudo. Y su capacidad innovadora en el uso de soportes diversos.
Y junto a la colección, la exposición temporal Somos plenamente libres. Las mujeres artistas y el surrealismo, con la que el Museo Picasso se ha hecho eco de la actividad protagonista de las mujeres en el mundo del arte, ilustrando un momento decisivo en el ámbito del surrealismo, en el que algunas escritoras y pintoras fueron adjudicándose espacios de libertad. Dieciocho artistas del surrealismo, Eileen Agar, Claude Cahun, Leonora Carrington, Germaine Dulac, Leonor Fini, Valentine Hugo, Frida Kahlo, Dora Maar, Maruja Mallo, Lee Miller, Nadja, Meret Oppenheim, Kay Sage, Ángeles Santos, Dorothea Tanning, Toyen, Remedios Varo y Unica Zürn recrean sus mundos en una serie de secciones con títulos muy sugerentes de sus contenidos: El espejo y la máscara, Otros mundos en este, En el sueño me afirmo, El vértigo de Eros y Yo es otra.
En la Plaza de la Merced
‘Yo he nacido de un padre blanco y de un pequeño vaso de agua de vida andaluza. Yo he nacido de una madre hija de una hija de quince años nacida en Málaga en Los Percheles, el hermoso toro que me engendra la frente coronada de jazmines.’
Pablo Ruiz Picasso.
La familia Ruiz Picasso tuvo dos domicilios en la Plaza de la Merced: El de la Casa Natal en el hoy número 15, desde 1880 a 1883. De ahí se mudan al número 13, hoy sala de exposiciones de la Fundación Picasso, Museo Casa Natal, hasta que en 1891 la familia se traslada a La Coruña, donde Don José Ruiz Blasco obtiene su primera cátedra de dibujo
Forman parte del museo instalaciones de muebles acordes a la época de residencia. – se ha querido conservar el aspecto de residencia familiar de clase media- Un tresillo tapizado en fucsia y mesa son las piezas más notables. Sobre el sofá, una marina pintada por Don José Ruiz.
Las colecciones no son menores, incluso hay alguna única en el mundo, como el Cuaderno de Dibujos Preparatorios para Las señoritas de Aviñón datado en 1907, adquirido en 2006. Se trata nada menos que de ochenta y cuatro dibujos que se complementan con obra gráfica comprendida entre 1905 y 1971, con técnicas de aguafuerte, linograbado o punta seca y la colección de doscientas treinta y ocho litografías realizadas entre 1930 y 1964. El conjunto está considerado como el segundo más importante del mundo.
Realmente las colecciones estrella de la casa natal no son para el visitante express ¡las visitas guiadas duran media hora! Otro hito son los 54 libros ilustrados por Picasso, Joan Miró, Marc Chagall y Max Ernst. Solo de Picasso totalizan 533 grabados, de iconografías y técnicas diversas, realizados entre 1947 y 1969.
De entre las obras en depósito temporal destaca la Suite de Saltimbanquis, una colección de grabados cedidos por la Fundación Málaga. No menor es la colección de 34 piezas de cerámica picassiana producidas entre 1947 y 1969.
La colección de fotografías originales de Juan Gyenes tomadas durante los últimos años del pintor; y las 2443 piezas de fondos gráficos de artistas internacionales, entre otros de Christo, Francis Bacon, Antoni Tàpies y Eduardo Chillida constituyen realmente un tema para especialistas.
En la actual Sala de Exposiciones Temporales en el número 13 de la plaza puede verse una excepcional colección de grabados bajo el título Guernica y otros desastres con participación de obra de Picasso, Goya, Caillot, Oteiza, Ballester y Arce.
Resaltan los ochenta grabados goyescos de Los desastres de la guerra (1810-1815) procedentes de la Diputación Provincial de Zaragoza, en íntima conversación con Las miserias y desdichas de la guerra (1633) de Jacques Caillot. Picasso con su multigrabada Sueño y mentira de Franco, (enero 1937) el maravilloso tema Minotauro ciego guiando a una niña y unas Palomas de la paz redondean el mensaje: la población civil es la víctima de las guerras.