En el “Plateau” de Lyon, centro de exposiciones del Consejo Regional, se ha inaugurado el 3 de octubre la muestra “Premiers declics” dedicada a los diez primeros años de la abundante obra del célebre fotógrafo francés Marc Riboud.
Nacido en Sain Genis Laval en 1923, en las cercanías de Lyon, Marc Riboud, quien cuenta hoy con 91 años de edad, no ha podido desplazarse para la ocasión, pero es su esposa, Catherine Riboud, quien ha presentado la exposición a la prensa acompañada por Loréne Durret brillante comisaria de la exposición, y del presidente de la región Rhone Alpes, Jean Jacques Queyranne.
Cuando tenía ocho años, su padre le dijo “Marc, si no aprendes a hablar, aprenderás a mirar” y le regaló una cámara de fotos, una vieja Best pocket Kodak, como un signo del destino que le esperaba, ya que eran siete hermanos y fue a él a quien se la dio. Sus primeras fotos datan de 1937, aunque no todas han sobrevivido al paso del tiempo.
Con la guerra y la ocupación alemana el joven Riboud se echa al monte, entrando en la resistencia. Al finalizar la guerra, tras haber cursado estudios de ingeniero, hijo de una poderosa familia de banqueros e industriales lioneses, decide un día dejar su trabajo y dedicarse totalmente a la fotografía. En los años cincuenta se instala definitivamente en París.
Sus primeros pasos, los “premiers declics” los da al conocer a Henri Cartier Bresson y a Robert Capa, fundadores de la célebre agencia Magnum. Las escenas de la vida cotidiana, en las calles y en los jardines de la capital son objeto de su atención. Un día al pie de la Torre Eiffel, sorprende el fotógrafo con su objetivo a los trabajadores que restauran el célebre monumento.
Así nace una de sus fotografías más conocidas, un hombre que cual funámbulo en el vacío, en el centro de un triángulo de acero pinta con su brocha la Torre Eiffel. Una instantánea repleta de poesía y de realismo, que marca su entrada en la agencia Magnum y el comienzo de una prestigiosa carrera como fotógrafo y reportero de prensa en París, en Francia y a través del mundo entero.
El viaje, o sus viajes a través del mundo marcan, en efecto, la obra de Marc Riboud, uno de esos reporteros que ha dado a la fotografía de prensa sus cartas de nobleza. En 1953 y 1954 viaja al Reino Unido y a Yugoslavia. La picardía de los niños que juegan en las calles, la determinación en los rostros de los trabajadores portuarios de Liverpool, o la resignación de un viejo transeunte en las calles de Londres, son escenas de la vida cotidiana que ametralla con su cámara, para luego escoger una, la mejor, la más pertinente de sus tomas en la plancha de contacto: “Un momento decisivo el de escoger la mejor fotografía para publicar”, explica Marc Riboud en un video que acompaña el recorrido de la exposición.
Los hombres, las mujeres, los niños, el ser humano están en el centro de su mirada como fotógrafo, buscando siempre la sorpresa y el instante que puede atrapar con sus imágenes. De su formación de ingeniero aprendió sin duda Riboud ese gusto muy particular por la geometría de sus encuadres. Nada de lo humano escapa a su mirada en esos personajes encontrados al azar de sus paseos solitarios, de su búsqueda paciente, pero siempre con un encuadre bien reflexionado que otorga profundidad e ironía a ese instante preciso.
“Toda fotografía –dice Riboud- es un encuentro, una sorpresa, una sensación…”. Como esa fotografía de una playa en Yugoslavia, 1953, donde capta el salto de un bañista desde lo alto de una roca que figura en el cartel de la exposición. Su pasión por la fotografía le conduce entre 1955 y 1957 a Oriente. Primero en Turquía, donde descubre los paisajes de Capadocia, más tarde Afganistán, Pakistán e India. De su paso por Chandigarh, ciudad concebida por Le Corbusier nos trae esa extraña imagen geométrica que data de 1956.
En 1957, Marc Riboud viaja a China, en donde consigue buen número de sus fotografías más conocidas en la revolucionaria China de Mao Tse Tung, todavía impermeable a toda presencia extranjera. De China a Japón, el artista muestra los contrastes de los lugares que visita y de las gentes que encuentra. Entre 1958 y 1960, viaja a Alaska y a Rusia. La década de los sesenta marca una nueva etapa en su carrera, y su cámara va de las guerras de independencia en África, a la guerra de Argelia, de Vietnam, a los Estados Unidos y a los acontecimientos de mayo del 68 en Francia y en el mundo.
La exposición “ Premiers declics” se centra solamente en el periodo que va de 1942 a 1960. A descubrir también “Marc Riboud”, un libro de reciente edición que recoge 63 de sus mejores fotografías en blanco y negro, seleccionadas por su autor, en donde se mezclan todas las épocas.
La exposición se prolongará hasta el 21 de febrero de 2015.
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