Sin embargo, se mueve

Cuaderno de bitácora, segundo día del segundo mes de 2024

Hemos vuelto a la nave con la alegría de habernos reencontrado con una gran ciudad, Barcelona, con sus monumentos y edificios, con sus calles y avenidas, con sus cicatrices y con su gente que nos ha recibido tan cordialmente, han sido unos días de descanso y recuperación.

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El mar desde un acantilado ©JGC

Por un lado nos hubiésemos quedado de buena gana más tiempo, porque de tan pegados que estamos a la tierra, no nos damos cuenta de lo realmente hermosa que es la Tierra, cualquier rincón de la Tierra.

Nuestro país de origen en la península Ibérica tiene lugares increíbles y maravillosos, estaríamos viajando por él durante todo el año y no dejaríamos de sorprendernos. Si se está atento no solo se puede disfrutar del espectáculo de la naturaleza, que ya sería suficiente, también puedes ir visitando los lugares naturales o los creados por la civilización humana leyéndolos como en un libro abierto, porque cada lugar nos cuenta su historia a lo largo de los siglos.

Cada aldea, cada pueblo o ciudad no se encuentra donde están por capricho de sus primeros moradores, el trazado de sus calles tampoco es casual ni en los primeros momentos ni a lo largo de su desarrollo urbanístico, para bien o para mal cada época ha ido dejando su impronta en el paisaje natural o urbano, y de todo, o de casi todo queda constancia que nos explica su pasado y su presente.

Esta explicación vale para cualquier país o casi cualquier paisaje. Y es una pena que por un lado no nos demos cuenta de las maravillas que tenemos a nuestro alcance, en muchas ocasiones con solo mirar alrededor, y por otro lado es una gran pena que no hayamos aprendido todavía a cuidar el lugar donde vivimos, nuestro planeta.

Cuando volvemos a la nave y miramos por las escotillas o grandes ventanales y vemos nuestra Tierra desde el espacio no vemos naciones ni fronteras, no vemos a las fuerzas militares desplegándose para evitar cualquier intrusión en sus supuestos territorios. Solo vemos la tierra de los continentes o las grandes islas. Vemos las grandes cadenas montañosas, los grandes ríos y sus deltas donde se confunden las corrientes que vienen del interior y las del mar.

Vemos las inmensas masas de agua de los océanos, las corrientes marinas que las mueven. En muchas ocasiones las grandes acumulaciones de nubes nos impiden ver la superficie aunque sabemos que están ahí, observamos las furiosas tormentas que se originan con todo su aparato eléctrico y nos estremecemos cuando esas tormentas se convierten en huracanes, ciclones, tifones,…

También podemos contemplar los grandes incendios, en su mayoría provocados por la acción humana y se nos encoge el corazón.

Desde arriba no podemos ver la gran cantidad de vida que se desarrolla abajo, pero la sentimos muy presente, en ese planeta azul, situado a una distancia estratégica de su estrella se han dado las condiciones extraordinarias para que se pueda desarrollar y evolucionar la vida, para que una especie de tantas, la humana, haya evolucionado para medio comprenderse a sí misma y a todo su entorno, que haya desarrollado tanto su conocimiento que ha sido capaz de ponernos en el espacio y contemplarnos desde fuera.

Es algo que puede hacer dudar a los más escépticos o ignorantes pero aquí estamos, y vemos el mundo esférico de nuestro planeta desplazarse por el espacio en un baile infinito de planetas, estrellas y galaxias, respondiendo a unas fuerzas gravitatorias que comprendemos.

Haber tenido la oportunidad de vivir en la Tierra es maravilloso, es un hecho sorprendente y extraordinario para todas las personas que la han habitado a lo largo de la historia y que nos han traído hasta aquí. De todas las especies, la humana es la única que ha podido entender cómo ha sucedido todo y, sin embargo, también es la única que puede acabar con todo.

Vuelvo a la nave con la sensación, o certeza, de que algo va muy mal en nuestra Tierra, me temo que está en camino una involución no solo en la convivencia por la llegada al poder de fuerzas autoritarias que niegan la democracia, la participación, el respeto por la opinión y las ideas de otro, no sólo es una involución política, es también científica donde se cuestionan hechos como la Teoría de la Evolución o la de la Relatividad, se cuestionan los avances en medicina y se difunden con éxito todo tipo de teorías conspirativas que conseguirán que volvamos a los siglos oscuros de la humanidad, donde las explicaciones las daban unos pocos elegidos y desde sus intereses más viles y espurios. Tiempos inciertos nos esperan.

Como se supone que dijo Galileo Galilei cuando fue obligado a abjurar de la idea de que la Tierra no era el centro del universo, lo hizo, rectificó (si no le hubieran quemado en la hoguera) pero dejando claro que «e pur si mouve», es decir, sin embargo es la Tierra la que se mueve (en realidad todos los astros están en movimiento). Quiero tener esperanza en que al final la luz siempre se acaba imponiendo a la oscuridad.

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