Termina el Año Beethoven

Miles de conciertos y actos suspendidos en la celebración del 250 aniversario del nacimiento del compositor que revolucionó la música

Los 56 años de vida de Ludwig Van Beethoven (1770-1827) fueron una sucesión de acontecimientos históricos convulsos que el genio alemán vivió como testigo desde una privilegiada primera línea.

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Joseph Karl Stierler: Beethoven con un ejemplar de la Missa Solemnis

La Revolución Francesa, la Restauración, las guerras napoleónicas, el Congreso de Viena, la configuración de una nueva Europa, influyeron en su vida y en su obra, hija tanto de su talento como de su tiempo. La destrucción de la capital austriaca, las imágenes de heridos y mutilados de guerra, la aniquilación de los valores humanísticos que defendió durante toda su vida, se cuelan en sus composiciones como testimonios de una época agitada por los enfrentamientos entre el viejo y el nuevo orden.

1770-1792. Beethoven clásico

Beethoven nació el 17 de diciembre de 1770 en el número 20 de la calle Bonngrasse de Bonn, una casa hoy convertida en museo y sala de conciertos de cámara. Con orígenes musicales en su familia (su abuelo fue maestro de capilla y su padre organista), vivió una infancia triste, agobiado por la enfermedad de su madre y las exigencias de un padre, músico fracasado, frustrado y borracho, que soñaba con que su hijo fuera la referencia alemana de lo que en Austria había sido la infancia prodigiosa de Mozart.

No llegó a tanto, aunque ya a los siete años dio su primer concierto, a los diez oficiaba como organista en la parroquia de San Remigio y publicaba su primera composición y a los catorce consiguió su primer puesto remunerado como violista de la Scholosskirche de Colonia.

En Bonn transcurrieron los primeros años de formación musical y humanista, en una atmósfera kantiana influida por las ideas de la Ilustración, el Sturm und Drang y el Romanticismo.

En esos primeros años era ya un virtuoso del piano y compuso sus dos primeros conciertos y doce sonatas para ese instrumento y las dos primeras sinfonías. ​Viajó por primera vez a Viena cuando tenía diecisiete años. No se relacionó con Mozart pero se dice que éste dijo de él, después de escuchar uno de sus conciertos de piano: «Este joven dará que hablar al mundo».

1792-1802. Beethoven heroico

La vida de Beethoven dio un vuelco cuando a los veintidós años se instaló en Viena, la capital mundial de la música. Aquí recibió clases de Haydn y de Salieri y se relacionó con los aristócratas de la ciudad, pero nunca llegó a integrarse en un país del que pensaba que, del emperador al último súbdito, todos eran unos miserables.

En estos años compuso cinco cuartetos de cuerda, las siguientes seis sinfonías, desde la Heroica hasta la Octava, tres conciertos para piano y cinco para violín y «Fidelio», su única ópera.​

En el apogeo de su fama quiso abandonar Viena, pero los príncipes Kinsky y Kowitz, incluso el archiduque Rodolfo, hermano del emperador, temerosos de perder a una figura que aportaba prestigio a la ciudad, lo convencieron para que permaneciese, asignándole una renta fija anual y ofreciéndole algunos de sus palacios para que fijase su residencia (en Viena Beethoven cambió de domicilio más de veinte veces). De ese modo se redimían también del complejo de haber dejado morir a Mozart en la miseria.

1802-1812. Beethoven rupturista

Tres años después de la muerte de Beethoven se encontraron en su último domicilio de Viena tres cartas que escribió a su amada Bettina Brentano, que no llegó a enviar, y un escrito bautizado como «Testamento de Heilingenstadt», que escribiera en 1802, en el que se lamentaba angustiado a causa de la sordera que comenzaba a padecer y en el que manifestaba tendencias suicidas.

El Testamento estaba dirigido a sus dos hermanos pero tampoco llegó a enviarlo. En él se expresa el Beethoven más atormentado y taciturno, que coincide con el inicio de una nueva etapa creativa en la que la sordera lo llevó a componer una música poderosa y apasionada.

Entre 1802 y 1812 transcurre la etapa de mayor brillantez de Beethoven, en la que se consagra como sucesor de Mozart y Haydn y se convierte en el gran innovador de todos los géneros. En los años que van desde 1813 a 1818 Beethoven sufrió crisis familiares y personales que mermaron su productividad y aún así compuso la sonata Hammerkavier y las cinco últimas para piano, las variaciones Diabelli, los últimos seis cuartetos de cuerda, la Misa Solemne y sobre todo la Novena Sinfonía.

Beethoven: vida pública, vida privada

Todos los biógrafos de Beethoven coinciden en enfrentar el talento de su genio creador con su personalidad cerrada y antisocial que le impedía tener relaciones fluidas con la sociedad en la que vivía e incluso fundar una familia (además de Bettina, se conocen romances con Magdalena Willman, Antonie von Birkenstock, Josefine Brunswidk, entre otras, algunas casadas y con hijos).

De carácter misántropo y solitario, enfermizo, huraño, egomaníaco e irascible, vestía de forma estrafalaria y sucia, comía mal, y se peleaba con frecuencia con sus vecinos. Toda la vida estuvo obsesionado con el dinero, pero en sus últimos años, sobre todo a raíz de la adopción de su sobrino Karl en 1815, sus condiciones de vida llegaron a ser miserables.

Enfrentada a esta personalidad conflictiva, hay que destacar la vocación humanista y su lucha por el bien, la verdad y la libertad, sus críticas contra la tiranía, su amor a la naturaleza y a lo popular, valores que trasladó a su música y que le llevaron a enfrentarse a Napoleón aún después de dedicarle la sinfonía Heroica, por haberse declarado emperador cuando sólo era, decía Beethoven, una persona igual que las demás. En buena medida concibió su música para salvar a la humanidad e indicarle caminos hacia la libertad.

Hijo de su tiempo, conoció y admiró a Goethe, quien dijo de él: «No he visto hasta ahora a ningún otro artista más condensado, más enérgico, más íntimo». Un grabado de Emile Pierre Pichard inmortalizó a ambos genios en uno de sus paseos. Muchas de las referencias biográficas de Beethoven proceden de un diario que escribió entre 1812 y 1818 (no se conserva el original, pero sí cuatro copias), en el que incluyó reflexiones, citas y tanto acontecimientos trascendentes de su vida como episodios banales.

Su imagen más conocida procede de un retrato que le hizo Joseph Karl Stierler en 1820, en el que tiene entre sus manos el manuscrito de la «Missa Solemnis».

En sus últimos años Beethoven sufrió un calvario de enfermedades que diezmaron su actividad: dolencias pulmonares, jaquecas, gota, reumatismo, cólicos y cirrosis. Murió el 27 de marzo de 1827, cuando su fama se había hecho universal. Se dice que a su entierro en el Zentralfriedhof, donde también reposan Brahms y Strauss, acudieron más de veinte mil personas, una cifra inaudita entonces para una tal ceremonia.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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