Un estudio realizado por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, el Instituto de Adicciones de Madrid Salud, la Universidad Complutense, y la Francisco de Vitoria, refleja los datos del uso y abuso de los móviles inteligentes conocidos por smartphones de los menores de 18 años en la población hispanoparlante, España y Latinoamérica. En el mismo, se ha incidido acerca de la relación entre la utilización excesiva de las TIC de la población general y los síntomas que acaerra el uso de la tecnología mal empleada.
Si bien el uso de la tecnología y de la comunicación (TIC) es general en todo el mundo, los beneficios que aportan, que son muchos, hacen resaltar que su mal uso conforma patologías desconocidas hasta ahora ya que hablamos de un teléfono. El mal uso de estos dispositivos y por tanto, de las aplicaciones más utilizadas; WhatsApp, Facebook, Instagram, etc, se relacionan con la salud mental y con fallos de comportamiento en las actividades de la vida diaria.
Este estudio ha sido publicado en la revista Adicciones y ofrece los resultados sobre estos problemas hasta ahora no contemplados dado que hablamos de adicción a un teléfono. Los datos han sido extraídos entre los distintos cuestionarios de todos los grupos de edad, de varios entornos geográficos y culturales, etc. del mundo hispanohablante.
Los síntomas que presentan los usuarios normalmente son: estrés, dificultades para realizar tareas complejas; por ejemplo, pensamiento abstracto, autoconciencia, planificación, etc, todas ellas desarrolladas en la corteza prefrontal del cerebro humano. Los resultados muestran una estrecha relación entre los problemas que genera con el uso y abuso de estos dispositivos y los síntomas expresos de mal funcionamiento prefrontal en la vida diaria y un trastorno mental no percibido.
El documento muestra que a pesar de haber asimilado a gran velocidad todos los avances que presentan los móviles no se ha tenido tiempo suficiente para hacerlo de una forma racional; de ahí, que en las poblaciones vulnerables, es decir, los niños y adolescentes, el control de su uso debe ser moderado por sus padres. Los datos no son nada halagüeños dado que muestran que el 57,5 % de los menores de 18 años presentan un uso problemático del móvil y alcanzan cotas de dependencia en el 8 % de los casos. Le sigue un 45,1 % de la población infantil que tiene un uso problemático con Internet y presenta un 9 % adicción a la red. A esto le sigue el uso de WhatsApp como la aplicación más utilizada con un riesgo del 40 %, las redes sociales, 26 % y los videojuegos o videos de You Tube, un 20 %.
Los niños tienen más adicción a los videojuegos y las niñas a la mensajería instantánea y a las redes sociales por la identificación con sus iguales, si bien, los varones presentan síntomas prefrontales en general y las niñas problemas emocionales.
La pérdida del control en el uso de internet o de los móviles ha supuesto que el Plan Nacional sobre Drogas haya incorporado esta problemática entre sus competencias, si bien, necesita políticas educativas que desarrollen ciertas estrategia para el control personal desde una edad temprana, dado que el uso de las TIC comienza ahora a partir de los 10 años. En esa edad, ningún niño tiene la capacidad cerebral para controlar su comportamiento y gestionar todo lo que le ofrecen las TIC.
Las niñeras del siglo XXI están dando clínica a partir de los cinco años de uso y tanto el comportamiento, la capacidad de gestionar las emociones, las habilidades sociales y otros patrones de la edad, están siendo alterados por esta vinculación de todo cuanto acontece al uso del móvil.
Adicción que ya tiene nombre y es conocida por Nomofobia (No More Phone Fobia), que padecen muchos adolescentes que están siendo manipulados desde niños por el teléfono inteligente. Hay por tanto que reconsiderar la relación de los seres humanos con las tecnologías y sobre todo, ante ciertos síntomas, pedir ayuda para que no vaya a más.
Los síntomas son claros además de los problemas en la escuela que acarrean los niños que pasan por, el bajo rendimiento académico y cognitivo (percepción, atención, memoria, fluidez verbal y razonamiento abstracto) además de las habilidades sociales y cognitivas que se ven alteradas al cabo de los años. Eso, sumada a la alta impulsividad, a la falta de autocontrol, a la pérdida de la autoestima, entre otros resultados, hacen que el uso del móvil deba ser regulado hasta la mayoría de edad. Los padres tienen esa nueva misión ahora, entre otras.
Enlaces: