Joan Matabosch: la opera como obra de arte

Entrevista al director artístico del Teatro Real en su bicentenaro

El Teatro Real de Madrid tiene una historia que bien podría ser una ópera de pasiones y caídas, de entusiasmos y problemas, pero… con un final feliz. Es el empeño de un pueblo por poner en alto, su voz cultural.

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Teatro Real de Madrid

El orígen de la fundación del teatro fue bajo el rey Felipe V, en 1738. Recién en 1818, con el rey Fernando VII, se inició la construcción del coliseo y se terminó en 1850. Con Isabel II, el Real se convierte en uno de los teatro más importantes de Europa. Pero los avatares no terminan, un hundimiento define su cierre y durante 41 años se hacen reformas y cambios. La Guerra Civil y la postguerra mundial retrasan las obras. Sin embargo, puede más la determinación y en 1966 se reabre por poco tiempo, hasta que en 1997, con la presencia de los Reyes Juan Carlos y Sofía, se levanta definitivamente el telón para comenzar una vida teatral fructífera y profunda. La celebración de los 200 años consolidan su identidad como gran institución cultural de España y Europa.

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Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real de Madrid

Conversamos con Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, con carrera en piano, canto, armonía, licenciado en Ciencias de la Información y Sociología, ex director artístico del Gran Teatro del Liceu de Barcelona, un hombre sensible, de gran experiencia en el mundo operístico, con una visión cultural y de perspectiva histórica e innovadora. Nos recibe en el teatro, mientras todo se prepara para el Bicentenario.

Joan Matabosch: Los teatros de ópera son ejemplos de la globalización, la ópera es una de las manifestaciones más globalizados que hay en la historia de la cultura, desde el siglo XVII. Mira, el idioma habitual en la ópera era el italiano, adoptado como idioma normal para el mundo del canto. Los cantantes viajaban por toda Europa. Actualmente es lo mismo, son elencos internacionales, cantan en el Colón en Argentina y luego van a Estados Unidos o vienen a Europa. Este mundo de la ópera ha estado globalizado casi desde que nació, es el estado natural en el que ha estado viviendo el género desde su nacimiento.

Los teatros han sido siempre templos donde se ha potenciado el arte con un criterio amplio, claro que lo nacional se ha tenido en cuenta pero han sido centros muy permeables a lo internacional, a la llegada de artistas de fuera y a la proyección de artistas propios, fuera del país. Esa doble vertiente ha sido así, desde que existe la ópera. Una de las razones por las cuales una ciudad se siente orgullosa de su teatro es porque de alguna manera resume lo que es el país como potencia cultural. La ópera es un sello, es algo muy difícil de gestionar, y vinculada a un teatro da una imágen muy positiva, muy responsable de la capacidad de gestión y de la capacidad cultural de ese país. Los teatros de ópera son la imágen de la cultura y la potencialidad artística de un país.

Adriana Bianco: Sin duda. La opera ha sido espectaculo de masas en el siglo XIX. ¿Las nuevas tecnologías han traído cambios en la concepción de ver la ópera, de difundirla y de montarla?

JM: Estamos frente al fenómeno de nuevas tecnologías y audivisuales, lo cual facilita muchos mecanismos, por los cuales el teatro no se limita a sus paredes, puede salirse de su propio ámbito: locales públicos, plazas, diversos lugares… No es necesariamente el mismo producto, es verdad, no es lo mismo ver la ópera en el teatro que en una pantalla, pero es otra experiencia, otra concepción para acercarse al mundo operístico. Por otra parte, los teatros pueden utilizar los nuevos medios audivisuales como elementos para puestas de escena….

AB: Justamente, aprecie el uso de medios audiovisuales en la puesta de Bomarzo[1]. Me sorprendió la boca del Teatro Real y los recursos tecnológicos que tiene la caja escénica. Creo que es uno de los teatros más avanzado del mundo en tecnología teatral.

JM: Tiene una maquinaria escénica con muchas posibilidades y es excepcional la tecnología del Teatro Real. La caja escénica tiene una estructura de ruedas, tiene una boca muy grande, con poco espacio en laterales, pero con muchísimo espacio atras y abajo, de manera que el escenario se presta para grandes espectáculos porque puede tener montadas varias escenografías al mismo tiempo, esa estructura compensa el hecho que el espacio lateral sea limitado.

El Teatro Real, tanto por la proyección de la sala, como por la estructura de la caja técnica, da un efecto visual de mucha proximidad, es un teatro que desde cualquier ángulo se esta cerca del escenario, esa proximidad es fantástica en un teatro de ópera.

AB: ¿Cómo se maneja una institución de esta capacidad monumental?

JM: Los teatros de Opera son maquinarias que tiene complejidad de gestión, pero yo creo que el Teatro Real ha encontrado un modelo muy eficiente que funciona muy bien y parte de la externalización de muchos servicios que se prestan al teatro, eso le da al Teatro una gran capacidad de acción, una gran flexibilidad. Por ejemplo, la propia orquesta, es una orquesta que funciona como cooperativa, con contrato; el coro tiene un acuerdo con el teatro. Los técnicos y administrativos forman parte de la plantilla del teatro. La escenografía y talleres se escoge según las características de cada uno de los proyectos que van a ponerse en escena. Por eso, se buscan los talleres, por concurso público, que puedan dar un rendimiento mejor para el proyecto escénico que se va a montar o lo que el director artístico desea.

AB: Veo que hay toda una filosofía en cuanto al repertorio, las óperas, los cantantes, que sustenta cada temporada…

JM: Si, yo lo tengo muy claro y todo el equipo de dirección del Teatro Real. La ópera, que también es un espectáculo, no es sólo, ni es fundamentalmente un espectáculo. Estamos hablando de un teatro que quiere aportar a la ciudad, al país, un proyecto cultural, sólido y potente, que está contribuyendo a la evolución del gusto colectivo, para que seamos capaces de ser mas receptivos hacia la novedad, hacia las nuevas estéticas, estilos, dramaturgias. Por lo tanto, ésto es lo que el teatro tiene que potenciar.

Por supuesto, que la ópera tiene una tradición y éso es un capital, pero es un capital si no nos esclaviza, o nos obliga hacer las cosas como siempre se han hecho. Ante la presencia de una tradición muy fuerte, la transgresián esta llena de potencial significante. Lo genuino del arte es ser capaz de cambio, ser diferente, eso es lo singular del arte. Es importante que los teatros tenga una fuerte tradición pero no como una esclavitud.

AB: Se puede alternar lo tradicional con lo innovativo…

JM: Por supuesto. El objetivo es un concepto dinámico y cultural de la ópera. Es bueno que se hagan auto homenajes, potenciando lo legítimo y otra es que se hagan auto homenajes permanentes a la tradición.

AB: En estos momentos el Teatro Real festeja su Bicentenario, hay una razón muy grande para revisar ese pasado histórico.

JM: Justamente, es una oportunidad de oro de apretar el acelerador en lo nuevo, en la ampliación del repertorio. Hay mucho repertorio que no ha llegado a este Teatro, por varias razones. El Bicentenario va a servir para considerar una ampliación del repertorio, incorporar al patrimonio del teatro obras nuevas, éso no es incompatible con que también haya un espectáculo emblemático de la institución y que se haga un autohomenaje, adecuado para Bicentenario.

AB: También noto una intencionalidad reflexiva en el repertorio, en las puestas; el concepto de que el arte supera el entretenimiento.

JM: El motivo por el cual tiene sentido que una ópera se recupere y la pongamos en escena es porque esa obra esta diciendo cosas sobre nosotros mismos, nos está expresando.

El arte es el único código que nos permite leer fuera de nosotros, contemplar nuestras experiencias, nuestros sentimientos, nuestras pasiones, afuera de nosotros y a través de estas obras. Para eso tenemos que tener un equipo artistíco y un teatro que desee apostar a este hecho.

Una obra no es una colección de melodías conocidas, es una obra teatral que se escribe para denunciar aspectos o confrontarnos. “La Traviata” denuncia la hipocresía de su época y no se puede hacer una puesta arqueológica después de 150 años. Me refiero, el director de escena tiene que descifrar cómo eso que se hacía en la época de Verdi provocaba un determinado estímulo, debe encontrar la manera de decodificarlo para que vuelva a interrogarnos. Si no, estamos hablando de reducir las obras algo muy bonito de ser recordado. A la ópera no hay que ir a recordar, hay que ir a dejarse interrogar por las obras. Hay que ir a descubrir las óperas.

AB: El Teatro Real es parte del patrimonio nacional: ¿hay conciencia del Estado en aportar en presupuesto, auspiciar ese legado?

JM: El Teatro Real es un modelo, funciona con un 27 % de subvención del Estado (bastante baja para los estándares europeos), otra parte, con patrocinio privado, luego hay un 10 % de actividad de salas y el resto venta de entradas. La parte de recursos propios del Teatro Real es muy superior a la parte de subvenciones. Es un modelo muy envidiable, ésto le da al teatro cierta independencia y por otro lado, es un esfuerzo del teatro de captación de recursos.

AB: Hablemos del repertorio operístico: ¿Cómo se escoge ese repertorio?

JM: Hay que tener, con respecto a la programación, un concepto de equilibrio. Lo que te decía antes, en cuanto al Bicentenario y a la ampliación de repertorio potenciando lo nuevo. El 66 % de las óperas que se han programado para el Bicentenario se presentan por primera vez en el Teatro Real. El público aprecia este equilibrio: está programada La Boheme pero también está Die Soldaten, que no se ha hecho nunca en España. Lo fundamental es hacer una programación exigente y que haya una contribución importante al mundo cultural. Además de ser una fiesta popular, todos los aspectos deben andar juntos. No hay ninguna contradicción en éso. Hemos hecho Bomarzo y vamos a hacer Madame Butterfly.

AB: La imágen del Teatro Real no se limita a España, se hacen coproducciones con teatros de Europa. Hay intercambio y giras por Europa.

JM: Nosotros trabajamos muchas coproducciones con otros teatros. Siempre que podemos lo hacemos. Permite muchas cosas. Hay un ahorro de costos importante, pero no es sólo éso, compartimos un proyecto artístico y una sensibilidad en cuanto a la ópera como obra de arte. También proyectamos la imágen del Teatro Real en otros países. Para el Sistema del Teatro Real tiene un sentido, reduce costos y en el período de tiempo que no vamos a reponer la ópera es importante que la versión se difunda en Europa y que nuestro espectáculo se vea en otros teatros. Tenemos varios proyectos en coproducción con teatros de Europa y también de Estados Unidos y con el teatro Colón de Argentina. Nos gusta que el nombre del Teatro Real circule por el mundo.

Enlaces

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