El «cuarto cuarto»

Tengo amigos narradores y comentaristas deportivos con los que suelo intercambiar impresiones acerca de las impropiedades más comunes en los medios de comunicación social y en su área de trabajo. Siempre les he dicho que hay unos muy buenos y otros que lamentablemente no han entendido la importancia de su profesión, lo cual no les permite desempeñarse con éxito, además de que frecuentemente son blancos de fuertes cuestionamientos.

He perdido la cuenta de las veces que he dedicado artículos a la pobreza crítica en la expresión escrita y oral de una considerable cantidad de personas que se dedican a describir y a comentar el deporte. No me cansaré de decir que en ese ámbito hay excelentes profesionales cuyo desempeño es una cátedra del buen decir y de dominio sobre la disciplina que narran o comentan; pero sin ningún temor y con toda responsabilidad, también he dicho que hay muchos disparateros.

Eso de los disparateros ha molestado a algunos; pero en lugar de ocuparse de superar los obstáculos que nos les permiten una mejor actuación, se han dedicado a rumiar su descontento. Me complace que a la luz de algunas sugerencias y recomendaciones vertidas en este espacio de divulgación periodística, muchos se hayan librado de esas propiedades idiomáticas, y hayan comenzado a hacerse sentir. ¡Repito: hay unos muy buenos, y otros que no podrán recibir esa calificación! ¡Ellos escogerán el bando al que pertenecerán!

En una conversación telefónica reciente que sostuve con Giovanni Iaboni, amigo y narrador de fútbol, surgió la inquietud sobre el nombre de los tiempos de juego en el basquetbol. Giovanni me ha dicho que es integrante de un grupo en Facebook en el que se dedican a analizar los vicios más comunes en los medios de comunicación, en la narración, en el comentario deportivo y en el habla cotidiana, lo cual me parece muy interesante, pues es una evidencia de que hay interés por superar las dificultades; pero no se le debe decir amén a todo lo que en esos grupos se diga, dado que en muchos casos la intención es imponer un criterio personal, carente de una base que lo legitime.

En uno de esos intercambios de opiniones en la referida red social, según mi amigo, surgió la duda sobre si es válido hablar del «cuarto cuarto». Le di una breve explicación, que hoy ampliaré en función de que los interesados puedan disipar sus dudas.

Si existen el primer cuarto, segundo cuarto y el tercer cuarto, lo lógico es que haya el «cuarto cuarto». Hay quienes afirman que es una redundancia, lo cual no es cierto. Existe cacofonía, es decir, una repetición innecesaria de sonidos concurrentes, que es otra cosa. Si bien es cierto que la cacofonía es un vicio, si se la usa de manera razonable, pudiera ser un recurso muy útil.

Ahora, ¿por qué no es un error decir el «cuarto cuarto»? Porque desde el punto de vista gramatical la palabra cuarto, aunque aparezca duplicada, no cumple la misma función. En la primera es una forma ordinal, y en la segunda, partitiva: «primer cuarto», «segundo cuarto», «tercer cuarto» y «cuarto «cuarto». Por lo tanto, es válida. ¡Ah, que puede evitarse; eso también es otra cosa!

Los narradores, comentaristas de basquetbol o todo aquel que precise de usarla, deberá aplicar el sentido común, para escoger entre período, lapso, segmento o cualquier término afín, si es que le repugna el «cuarto cuarto»; pero también debe tener presente que al usarlo, no incurre en error.

Otro de los temas de los que he hablado con Giovanni Iaboni, es lo que he denominado la «colombianización» de la narración y el comentario deportivo en Venezuela. A muchos de los que ejercen ese oficio en ese país, no les gusta que los llamen narradores, sino relatores, con lo que, me imagino, sienten una especial fruición. Eso ha llegado desde Colombia, nación hermana con la que no tengo nada en contra. Allá hay muy buenos narradores y comentaristas; pero lamentablemente existen otros que simplemente son disparateros. Son esos los que intentan imponer sus criterios alocados, ante lo cual los demás deberían tener cuidado.

Narrar y relatar, aunque pudieran tener sutiles diferencias, son básicamente lo mismo, y en el caso del deporte, podrían usarse indistintamente. No me opongo a que se tomen las enseñanzas de otras naciones, de otras escuelas, con las que podría adquirirse mayor soltura en el desempeño; pero cuando la enseñanza se transforma en imitación, la cosa pudiera ser lamentable, dado que un imitador siempre será un segundón, a menos que lo haga de manera profesional, como Rolando Salazar, Laureano Márquez y Emilio Lovera, entre otros venezolanos que han ganado dinero imitando a personas del ámbito político y social de Venezuela.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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