Algunas exposiciones temporales recientes en España, concretamente Velázquez y la familia de Felipe IV y Las Furias, sugieren una reflexión, no solo sobre sus contextos históricos, sino también –y esto sería lo más sugerente- en las posibles consecuencias de algunos cambios en las relaciones de poder en la España y Europa de los siglos XVI al XVIII, que habrían podido transformar la escena española y europea, con repercusiones quizá hasta el dia de hoy. Una especie de efectos mariposa que nunca podremos comprobar, pero que hubieran tenido grandes posibilidades de verosimilitud.
En 1548, María de Hungría encarga a Tiziano la pintura de cuatro mitos clásicos: Ticio, Sísifo, Tántalo e Ixión, que quiere regalar a su hermano el Emperador Carlos V para conmemorar la victoria en la batalla de Mülhberg, abril de 1547, sobre los ejércitos de la Liga de Smalkalda comandados por el Elector de Sajonia y el Landgrave de Hesse, quienes pretenden, gracias a la contribución oportuna de las tesis de Martín Lutero, fallecido en 1546, liberarse de los dos superpoderes europeos de la época: El Papado y el Imperio.
Mitos vencidos y castigados eternamente. El Emperador refleja la imagen del todopoderoso Júpiter en la intención de la Emperatriz de Hungría. A su vez, Carlos V encarga a Tiziano un retrato suyo que le represente como el vencedor en Mülhberg. Tiziano realiza el que está considerado como el mejor retrato de Carlos V jamás pintado. Retrato ecuestre de Carlos, cuyo gesto corporal es el del vencedor, pero una cierta amargura en su expresión apunta al convencimiento de que la batalla está ganada, pero el protestantismo no está vencido. El sol poniente al fondo, da testimonio de la batalla resuelta favorablemente para los intereses imperiales. Tiziano ha pintado a Carlos/Júpiter.
Ocho años más tarde, en 1555, Carlos abdica de todos sus reinos en Bruselas, el mismo año en que muere su madre, Juana, que nunca ha dejado de ser Reina de Castilla y de Aragón y Navarra desde la muerte de su padre Fernando el Católico en 1516. El nuevo Emperador va a ser su hermano Fernando y su hijo Felipe será Felipe II de España, de los Países Bajos y de Indias. Del primer matrimonio de Felipe con María de Portugal, nacerá Carlos, huérfano de madre a los pocos días de nacer. No va a tener una vida larga ni feliz, empiezan a notarse las consecuencias de los matrimonios endogámicos. Muere a los 23 años y su desaparición tendrá una consecuencia reconocida históricamente. Felipe III, hijo de la austríaca Ana de Austria, empieza a tener problemas para mantener el reino de Portugal, pero será su hijo Felipe IV quien lo perderá definitivamente en 1665. Es probable que si Carlos, primer hijo de Felipe II hubiese vivido para reinar y dar herederos a la corona, Portugal y España continuaran siendo una sola nación hoy en día, -o no- pero ¿qué tenía que ver con Portugal el hijo de una austríaca?
Felipe IV representa el mayor punto de inflexión en la historia contemporánea de España. Pierde Portugal definitivamente en 1665, las llamadas Provincias Unidas en 1643, en 1659, la Paz de los Pirineos supone la pérdida del Rosellón, la mitad de la Cerdaña, Artois y otros territorios. Los problemas de la corona en Cataluña llegan a materializar la entrega del llamado Principado de Cataluña a Luis XIII de Borbón, rey de Francia, en 1641.
En la reciente exposición Velázquez y la familia de Felipe IV, el segundo espacio llevaba por título Las dos primas: María Teresa de Austria, hija del primer matrimonio de Felipe IV con Isabel de Borbón y Mariana de Habsburgo, hija del Emperador Fernando III. De jovencitas tienen tan gran parecido que más que primas parecen hermanas. La endogamia hace visibles sus efectos. Ambas, como todas las mujeres Habsburgo, en Viena o en Madrid, son utilizadas como moneda de cambio. María Teresa se casará con Luis XIV para arreglar los eternos entuertos con Francia. Igual que más de un siglo antes, Leonor, hermana de Carlos V, se había casado con Francisco I de Francia, para poner fin a una de las interminables guerras entre los dos países. María Teresa será la abuela de ese Duque de Anjou, que su hermanastro Carlos II en el lecho de muerte, nombrará sucesor del trono, con consecuencias nefastas para España…
La otra prima, Mariana de Habsburgo, estaba destinada a casarse con Baltasar Carlos, Príncipe de Asturias, hermano de María Teresa, pero éste muere a la edad de 17 años en 1646 y como su madre Isabel de Borbón había muerto en 1644, Mariana se casará con Felipe IV, su tío viudo y padre de su fallecido prometido, en 1649… Mariana será la madre de Carlos II, que solo vivirá 38 años, que no tendrá descendencia y armará la marimorena con su última decisión testamentaria…
En realidad la testamentaría española llevaba haciéndola Luis XIV desde hacía años, en comandita con Inglaterra, pero curiosamente nunca a favor de su nieto. La primera opción fue Luis Fernando de Baviera, aceptado por Carlos II, pero murió repentinamente ¡en 1699! La segunda opción ratificada en Londres fue a favor del Archiduque Carlos de Habsburgo, también aceptada por Carlos II. Cuando se supo en Europa quien era el sucesor, todo el continente se quedó con cara de tonto, incluido Luis XIV. Las potencias no querían Borbones en España por lo que apoyaron la candidatura del Archiduque. Éste, nombrado por los catalanes austracistas rey de Cataluña en 1705, en 1708 se casó en Barcelona, en la catedral de Santa María del Mar con una princesa alemana. Pero, cuando en el curso de la Guerra de Sucesión, el Emperador José I murió repentinamente y el Archiduque Carlos heredó el Sacro Imperio Romano Germánico, todos sus apoyos se retiraron. Nadie quería otro Carlos V en Europa. Sin apoyos, la guerra no podía continuar. Al final, quién ganó la hegemonía en Europa fue Inglaterra y España la perdió para siempre…
¿Como habría sido la historia si hubiese vivido Baltasar Carlos y hubiera tenido herederos sanos con Mariana de Habsburgo? No habría habido una Guerra de Sucesión y la historia europea habría sido diferente. ¿O de haber reinado en España Carlos de Habsburgo como Carlos III? Probablemente no habría habido Decretos de Nueva Planta, era el deseado por los catalanes, por lo que no eran de prever problemas, al menos a corto plazo. Y al heredar el Sacro Imperio, la hegemonía española en Europa, quizá se habría afianzado por algún tiempo. El siglo XVIII hubiera podido ser más tranquilo. O no, pero distinto. ¿Habría habido Revolución Francesa? Sin Revolución Francesa, ¿habría existido en la historia de Europa Napoleón Bonaparte? Al no haber un Napoleón Bonaparte, España no habría sido invadida por el ejército imperial, la Guerra de la Independencia no habría existido -ni el resto de guerras europeas de Napoleón – y consecuentemente España habría conservado el imperio de ultramar mucho más tiempo, aunque al final, inevitablemente, la dinámica de la historia habría seguido su curso, pero habría sido un curso diferente. Sin Revolución Francesa y sin Napoleón, ¿cuando y cómo habrían terminado las monarquías absolutas? ¿Reinarían aún los Habsburgo en alguna parte? ¿Cómo habría sido la pintura de Goya en otro contexto histórico?
¿Cómo habría sido el siglo XX? ¿Más o menos terrible de lo que fue en Europa? ¿Y el arte del siglo XX? ¿Cómo sería hoy la América Latina? En cualquier caso, para mejor o para peor, -eso nunca se sabrá- todo habría sido distinto. Entre otras cosas, ¡Gibraltar nunca habría dejado de ser español!