Para hoy tenía previsto hablar de las siglas, acrónimos y abreviaturas, en virtud de que es un tema que de cuando en cuando genera dudas e impropiedades. Hace varios años en Venezuela, cuando aún no habían desaparecido los principales medios impresos, nacionales y estadales, escribí sobre ese asunto.
Había estimado prudente volver sobre él, con la finalidad de mostrar una explicación clara y sencilla, en función de que los seguidores de este trabajo de divulgación periodística pudieran adquirir facilidad en el manejo de las formas de escribir palabras reducidas; pero una razón de mucho peso me hizo cambiar de parecer. En tal sentido, ya habrá ocasión para dedicar una exposición que satisfaga las inquietudes.
El miércoles 26 de los corrientes (agosto 2021) se produjo un temblor de mediana magnitud cuyos efectos se sintieron en varios estados de Venezuela, entre occidente y el norte del país, lo cual, por supuesto, ha sido la comidilla del momento.
De acuerdo con la Funvisis (Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas), la magnitud fue de 4.6. Se produjo a catorce kilómetros al noroeste de Acarigua, que como sabrán, es la ciudad en la que nací y me crié.
Pero no es de sismos de lo que precisamente quiero hablarles, pues no soy estudioso del tema. Mi intención es destacar el uso inadecuado de la palabra epicentro, que se ha convertido en una especie de comodín para casi todo, en el lenguaje periodístico de Venezuela y quizás en el de otros países de habla hispana.
Es encomiable que los comunicadores sociales se esmeren por enriquecer su vocabulario; pero cuando ese «esmero» está basado en situaciones equivocadas, es bastante lamentable, y es cuando las personas que se dedican a comentar sobre lenguaje oral y escrito, deben decir algo, aunque sea nadar contra la corriente.
Se sabe que el vocablo epicentro pertenece al ámbito de los sismos y terremotos, y nada de malo tendría usarlo en sentido figurado en otras áreas; pero ocurre que desde tiempos inmemoriales se le ha estado dando un uso inadecuado. ¡Ya verán por qué!
Cuando un periodista, locutor o cualquier desea referirse al meollo, a lo más importante, a lo sustancioso de un tema, casi de manera maquinal apela a epicentro. ¿Por qué razón? Porque en primer lugar desconoce el significado de esa palabra, y en segundo porque quizás le parezca más sonora y más elegante, sin darse cuenta de que incurre en algo impropio, que debería evitar en aras de cumplir cabalmente la función de todo aquel que se precie de ser comunicador social.
La palabra epicentro está compuesta del prefijo epi, que se une a otras para indicar que algo está encima de otra cosa, y del sustantivo centro, que entre las tantas definiciones y acepciones que registra el DLE, es el «punto interior que se toma como equidistante de los límites de una línea, superficie o cuerpo». También es: «Lugar de donde parten o a donde convergen informaciones, decisiones, etc.»
Como habrán podido notar, la segunda definición se la usa en sentido figurado, tal como se pretende con epicentro, solo que de una forma inadecuada, a juzgar por el significado real de ese término. En el lenguaje de los fenómenos telúricos, epicentro es la palabra que define el «punto sobre la superficie terrestre, situado directamente sobre el foco o hipocentro del sismo».
Fíjense que en una de las definiciones de epicentro aparece la palabra foco, que entre otras cosas, es un «lugar real o imaginario en que está como reconcentrado algo con toda su fuerza y eficacia, y desde el cual se propaga o ejerce influencia».
Aclaro que el entrecomillado es para indicar que las definiciones son tomadas de manera textual. Hago esta advertencia en virtud de que muchos lectores descuidados pudieran pensar que uso las comillas por ironía, que es la otra forma de aplicarlas. Nada que ver con eso.
Ahora bien, si algún periodista, locutor, educador u otro profesional cuya herramienta básica sea la escritura, desea referirse a lo más sustancioso, a lo más granado de un asunto, debería usar hipocentro y no epicentro; pero si le parece fea, ordinaria, extravagante, chabacana, entonces puede hablar de centro o emplear un vocablo afín, para lo cual deberá apelar a la sinonimia, que en el idioma español es abundosa y muy provechosa, siempre que se tenga presente que no es perfecta.