Consumo incontrolado de series: una adicción más

El consumo incontrolado o compulsivo de series por parte de la comunidad infantil y juvenil, y ahora también en personas adultas, se ha convertido en una auténtica huida hacia adelante, por las consecuencias derivadas del encierro, que ha procurado otros comportamientos sociales en las personas.

Debido al año de confinamientos parciales, totales, y perimetrales, los usos y costumbres que hasta ahora nos hacían separar los eventos sociales, del ocio o del trabajo, se mezclan indefectiblemente en un espacio reducido, que puede ser tu habitación, en donde se hacen todas esas cosas de la misma manera.

En secuencias más o menos aprehendidas, las personas intentan huir de su soledad y convierten las redes sociales y los consumos de vídeos y otros productos audiovisuales en una auténtica carrera por el consumo desmesurado.

Lo que en inglés se llama binge watching los infantes denotan menos capacidad de control de los impulsos y más ansiedad cuando tienen, porque es una obligación, que terminar de consumir esa serie. Digo consumir, porque en el acto lúdico de poder verla, no existe el reposo ni el disfrute, sino el ansia por terminar la temporada y arrancar la segunda en la misma secuencia.

Esas horas, que llegan a ser entre cinco y seis en el mejor de los casos, la persona se anida en un complejo laberinto de ansiedad, angustia y una adicción sin precedentes, que le hacen no solo no disfrutar del momento, sino evitar terminar su espacio dedicado a sí mismo.

El encadenado de capítulos, saltarse los créditos, omitir la introducción y no disfrutar de un capítulo solamente, acelera, si cabe, su camino hacia la compulsión incontrolada que le genera dopamina (una hormona que le produce placer) y le aporta una relación con la serie que le hace reforzar el circuito de recompensa y, por ello, las sensaciones positivas que este genera.

Los aspectos negativos de todo lo que tiene que ver con la adicción a la televisión, sea cual sea su forma de consumo, hace que la persona, de cualquier edad, evite socializarse, se anide en una soledad elegida y pierda horas de sueño indefectiblemente. Por otro lado, deja de practicar ejercicio físico, y podría repercutir, en el caso de chicos jóvenes, en el desarrollo de su cerebro por la falta de otros estímulos necesarios para su crecimiento.

La seducción de estos espacios y series audiovisuales generan siempre placer, pero como todo lo que se consume deprisa y sin aliento, desarrolla los mismos aspectos de depresión que la privación de cualquier otra sustancia. En el caso de los niños, que también por su baja tolerancia a la frustración pueden llegar a tenerlos tras consumir series, indefectiblemente tienen menos mecanismos cognitivos para hacerle frente y sus efectos realmente son más dañinos.

Según cita Diego Redolar, neurocientífico de la UOC, «los menores tienen menos capacidad de control, dado que en estas etapas iniciales del desarrollo hay diferentes ámbitos de control cognitivo —que dependen de regiones laterales de la corteza prefrontal— que no funcionan completamente, ya que dichas regiones todavía se encuentran en proceso madurativo».

La tendencia va a más ,y la individualidad a la hora de consumir televisión en cualquiera de sus formatos da como consecuencia una falta de interacción social que en el caso de los menores, puede repercutir en la edad adulta. Que las familias también por separado, consuman televisión (porque ya no se habla de ver), hace que de forma individual se busque el logre el placer, se genere más egoísmo en torno al mismo e indefectiblemente se busquen actos en singular para hacer lo que en términos globales se llama soledad.

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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