Continuidades y rupturas en América del Sur: democracia y realidad social

La historia de  América del Sur (o América Latina) se presenta, desde 1492 hasta hoy, como una sucesión de hechos que han determinado la evolución de sus estructuras socioeconómicas y culturales.

Algunas de estas estructuras, como la cultura, la población y el territorio, se han mantenido indestructibles a pesar de los procesos de exterminio, de evangelización y de expolio. La unidad del destino, la lucha contra la injusticia y la emancipación de los pueblos han conducido al final a la ruptura con el pasado colonial sin llegar a erradicar totalmente los factores de desigualdades sociales y regionales.

La independencia del yugo español marca en la historia de América del Sur una línea clara de demarcación entre los viejos planteamientos colonialistas, que intentaban  borrar la identidad cultural de los pueblos autóctonos, y la nueva concepción del Estado Nación. En este contexto, América del Sur debía experimentar todos los sistemas políticos posibles como la monarquía, el centralismo, el federalismo, la dictadura o la democracia.

Al principio, los políticos consiguieron sin embargo cristalizar el deseo de instaurar la democracia por medio del sufragio universal, una actitud que tenía como fuente de inspiración la experiencia constitucional y federal norteamericana, la revolución francesa y la constitución española de Cádiz de 1812. El objetivo era inculcar en la consciencia popular conceptos fundamentales de la ciudadanía como la supremacía de la ley, la desaparición de los privilegios y honores hereditarios o la libertad de culto.

La creación de sindicatos para defender los derechos de los trabajadores, la elección de parlamentos para representar la voluntad popular y de partidos para asumir el papel de contrapeso del poder fueron la verdadera expresión de cambio que vive América del Sur, desde los principios del Siglo XIX.

La instauración de estructuras democráticas fue  acompañada de una dinámica de cambio de mentalidades mientras el súbdito se convirtió en un ciudadano libre y soberano. El objetivo de los movimientos nacionales era la concretización de los conceptos de justicia, de igualdad y de equidad.

Desde el final del siglo XIX, los logros se distinguían en la estabilidad política, la prosperidad económica y el bienestar que alcanzó una gran parte de la población. Hasta Cuba que se mantuvo bajo la dominación española, se independizó en 1898.

Si la independencia política permitió acabar, dos siglos después del fin del colonialismo, no pudo lamentablemente vencer la pobreza, las disparidades sociales y la violencia política. Las diferencias en términos de renta es hasta ahora abismal entre las distintas capas sociales por el desigual reparto de las oportunidades, riquezas y conocimientos dentro de la misma sociedad y entre los distintos Estados del subcontinente americano.

Mohamed Boundi
Periodista, doctor en sociología y ciencias de la comunicación de la universidad Complutense de Madrid. Corresponsal en España desde 1987, es licenciado en periodismo, investigador en ciencias sociales, opinión pública y cultura política. Publicaciones: “Marruecos-España: Heridas sin cicatrizar”, un estudio sobre la imagen de Marruecos y sus instituciones en la opinión pública española en momentos de crisis; “Sin ellas no se mueve el mundo”, un trabajo de terreno sobre la condición de las empleadas de hogar inmigrantes en España; “La mujer marroquí en la Comunidad autónoma de Madrid: convivencia y participación social”.

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