Hace 50 años nacían los principales géneros que revolucionaron la música pop-rock y el movimiento hippie durante el ‘Verano del amor’
Existe unanimidad en considerar que la de los años sesenta del siglo pasado fue una década revolucionaria en el mundo de la música pop-rock. El rock and roll, que venía arrasando desde los últimos años de la década anterior y que produjo figuras como Elvis Presley, Chuck Berry o Jerry Lee Lewis, allanó el terreno a los nuevos lenguajes y las nuevas estéticas musicales que irían apareciendo a lo largo de la década.
El punto culminante de esta evolución se sitúa en el año 1967, hace 50 años, en el que se produjeron una serie de acontecimientos musicales y sociológicos que cambiaron para siempre el concepto de lo que hasta entonces era la música pop y pusieron los cimientos para el desarrollo posterior del género.
Tres formaciones para tres tendencias
El acontecimiento más importante en este sentido fue la aparición, el 1 de junio, del álbum de The Beatles “Sargeant Peppers Lonely Hearts Club Band”, que supuso un nuevo concepto de obra musical, conceptual y temáticamente, que revolucionó el mundo del pop-rock en todos los sentidos, desde la música y las letras hasta la presentación icónica del producto, con una portada realizada por Peter Blake, un artista consagrado del entonces triunfante pop art.
Si los Beatles dieron al pop una nueva dimensión, el año 1967 fue el de la consagración de un nuevo género que trataba de acercar a los seguidores de la música popular a la música clásica.
“Sargeant Peppers” se cerraba con un tema, “A Day In The Life”, en el que una orquesta sinfónica acompañaba y conjugaba los sonidos del pop con las armonías de la música clásica. A una de las sesiones de grabación en las que The Beatles registraban los últimos temas de este álbum asistieron Syd Barrett y Roger Waters, quienes en aquellos meses preparaban su primer disco con un grupo llamado Pink Floyd. “The Pipper At The Gates Of Dawn”, primer álbum de Pink Floyd, puso otro de los cimientos sobre los que se levantaría el edificio de la música del siglo XX, el llamado rock sinfónico, que crearía una estela de grupos e intérpretes que mezclaron los acordes de las guitarras y los órganos eléctricos con los sonidos de la cuerda, el viento y la madera de las formaciones de música clásica.
Moody Blues, Yes y su teclista Rick Wakeman, Emerson, Lake and Palmer (uno de sus álbumes era una versión de los “Cuadros de una exposición” de Mussorgsky), Procol Harum, King Crimson o Génesis publicaron una serie de discos en los que lo sinfónico predominaba sobre los contenidos de la música pop e incorporaba las voces solistas de los cantantes de cada uno de los grupos, a los que se añadían acompañamientos corales de efectos espectaculares. Sus actuaciones en directo, con gran aparato de luz y sonido, fueron las primeras representaciones multimedia del mundo del espectáculo.
En el otro extremo del rock, el de la estética dura y agresiva, se sitúa la obra de un músico que publicó su primer disco también en 1967. El guitarrista Jimi Hendrix y su banda introducían en su obra “Are You Experienced?”, publicado en mayo de ese año, un sonido hasta entonces inédito, fuerte, desafiante, con unos riffs y un acompañamiento rítmico que desbordaban todo lo conocido hasta entonces. Sus actuaciones en directo, en las que el volumen de los instrumentos se imponía sobre los gritos de las multitudes que acudían a los conciertos, se convertían en verdaderas performances que terminaban en gestos como la quema de las guitarras y la destrucción de los bafles de sonido, concordantes con el mensaje antisistema que exponían en su gestualidad, en su indumentaria y en las letras de sus canciones.
A lo largo de 1967 se produjeron otros acontecimientos en el mundo de la música pop-rock que también contribuyeron a hacer de este año un punto de inflexión en su desarrollo. Nombres como Janis Joplin, los Doors, Velvet Underground, los Bee Gees, Frank Zappa… publicaban sus primeros trabajos o se afianzaban en un panorama musical presidido por la estética y los valores del movimiento hippie de la costa oeste de los Estados Unidos mientras Bob Dylan y los Rolling Stones continuaban una carrera que aún no ha dicho su última palabra.
Xulio Formoso: Beatles & Rolling Stones[1]El 67 de Dylan y los Stones
En 1967 los Rolling Stones publicaron uno de los álbumes que iban a definir su carrera de los años siguientes. La provocación estaba ya en su título genérico, “Their Satanic Majesties Request”, un juego de palabras que alude con ironía a uno de los requerimientos que figura en los pasaportes británicos, referido a “Her Britannic Majesty” naturalmente.
Los Stones introdujeron en este trabajo instrumentos hasta entonces inéditos en su música y efectos de sonido influidos por la moda sicodélica de aquellos años, aunque muchos críticos apreciaron también influencias del “Sgt. Peppers” de los Beatles, que había salido unos meses antes, incluida la original portada lenticular de una edición en la que se podían observar los rostros de los fab four, obra del fotógrafo Michael Cooper, y el largo solo de piano inicial de “She’s a Rainbow” interpretado por Nicky Hopkins, uno de los habituales en grabaciones de The Beatles. Y una curiosidad: Lennon y McCartney pusieron sus voces en el tema “We Love You”. Las alusiones a las drogas son muy directas en las letras de algunas canciones en un momento en el que miembros del grupo habían tenido que comparecer ante los tribunales a causa del consumo y poco antes de que Brian Jones muriera por su causa (de hecho este fue el último disco que contó con su presencia).
Xulio Formoso: Bob Dylan[1]1967 fue también el año de la reaparición de Bob Dylan después de un famoso accidente de moto que lo tuvo alejado durante meses de los escenarios y de los estudios de grabación. El regreso, después de una época de reflexiones y meditación, fue con “John Wesley Harding”, un álbum con canciones muy próximas a sus raíces folk, que había abandonado en sus anteriores trabajos, y sobre todo a la música country. Las letras de contenido religioso y bíblico de algunas canciones parecen anunciar su conversión al cristianismo unos años más tarde.
Como hiciera con el tema que abría el disco de los Beatles, Jimi Hendrix versionó uno de los mejores de este álbum, “All Along The Watchtower”, convirtiéndolo en uno de los preferidos por los seguidores del guitarrista negro y en un tema de culto, sobre todo después de la muerte de Hendrix. Y una curiosidad: el fotógrafo John Berg, autor de la portada, dijo que detrás de los árboles que figuran en el paisaje estaban ocultos los cuatro Beatles. Revisen aquella portada a ver si los encuentran.
Aquel verano del amor
En el verano de 1967 una canción cantada por Scott McKenzie alcanzaba los primeros puestos de las listas de ventas de todo el mundo. Se titulaba “San Francisco” y en su letra invitaba a visitar esta ciudad de la costa oeste americana en uno de cuyos barrios de alquileres baratos para bohemios, entre las calles Haight y Ashbury, se concentraba lo más granado de la contracultura hippie. La canción animaba a ir a la ciudad “con flores en el pelo” para hacer “una celebración del amor” y aquel verano hizo que jóvenes de todo el planeta iniciaran un peregrinaje que tenía como destino la ciudad de San Francisco. De Scott McKenzie nunca más se supo, pero la canción se convirtió en el himno del movimiento hippie en todo el mundo e hizo de la ciudad de San Francisco la meca internacional de la contracultura y la sicodelia.
Meses antes, una celebración festiva con ribetes dadaístas, el Human Be-In, había reunido en el Golden Gate Park de la misma ciudad a personalidades que defendían el consumo libre de drogas, como Jerry Rubin y Timothy Leary, y a poetas como Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti, en lo que se considera uno de los actos fundacionales del movimiento hippie. Aquella velada estuvo amenizada por los grupos Jefferson Airplane, Grateful Dead y Quicksilver Messenger Service.
Antes que un festival musical, el Human Be-In era una concentración de protesta contra las medidas represivas que prohibían el consumo de drogas sicodélicas. Aquí nació el término hippie, derivado de hipster, nombre con el que entonces se conocía a los seguidores del jazz de los años 40 y 50, cuando los miembros de la Generación Beat a la que pertenecían Ginsberg y Ferlinghetti, promovían este género musical.
Monterrey como paradigma
La canción “San Francisco” había sido compuesta por John Phillips, uno de los miembros del grupo The Mamas and The Papas, que por aquellas fechas eran muy populares por dos de sus éxitos, “Monday, Monday” y “California Dreamin”, que también fueron himnos de aquel movimiento que en 1967 vivía sus días de esplendor. The Mamas and The Papas las habían cantado por primera vez en junio de ese año en el Festival de Monterrey, la primera de las multitudinarias concentraciones de aficionados a la música rock cuyo ejemplo prendió en otras celebraciones, como las de la isla de Wight en Inglaterra y Woodstock en los Estados Unidos.
La música pop-rock era la religión de aquel movimiento contracultural y pacifista (no se olvide que estamos en lo más crudo de la guerra de Vietnam) que tenía como lemas el amor libre y la sicodelia y promovía el consumo de drogas, sobre todo de LSD. A su sombra nacieron una serie de formaciones musicales de una gran calidad tanto por las composiciones como por las letras de las canciones. Eran grupos como Lovin’ Spoonful, Grateful Dead, The Byrds, Country Joe and The Fish, los Doors, Jefferson Airplane, Big Brother and the Holding Company, Buffalo Springfield, Love… y solistas como Jimi Hendrix y Janis Joplin, que legaron a la historia del rock una obra que a pesar de haber pasado más de cincuenta años mantiene una frescura insólita.
Gracias al llamamiento de la música aquel verano se concentró en San Francisco una mezcla variopinta de idealistas, pacifistas e inconformistas de todos los pelajes, que protagonizaron un acontecimiento pacífico que tenía como lema el amor. Love era la palabra que estaba en todas las pancartas, las camisetas, los manifiestos y las letras de las canciones y aquel Summer of Love quedó para la historia como uno de los grandes acontecimientos de la contracultura.
El movimiento hippie duró aún unos cuantos años, hasta los primeros de la década siguiente, aunque aún hoy haya gente atrapada en alguno de sus recovecos. Su música, fagocitada por la industria y el comercio, fue procesada en formatos más asequibles para el consumo. Muchos de sus miembros fueron víctimas de las drogas y quienes lograron sobrevivir se movieron entre la nostalgia y el inconformismo. Contaminado de los vicios y las virtudes de toda utopía irrealizable, el Amor fue protagonista de aquel verano de 1967. Irrepetible, imaginativo, desbordante, creativo y también letal, lo mejor de aquel Verano del Amor, además del espíritu pacifista, fue su banda sonora, una de las más excepcionales de la música popular contemporánea. Les invito a revisitarla.
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