Si hay un movimiento que rompe con todo lo existente como consecuencia de unas determinadas circunstancias históricas, ese es el Movimiento Dadá. En Rusia y en el resto de Europa. En el caso ruso, no hay más que ver las fechas en las que estuvo vigente: 1914 coincidiendo con el estallido de la Primera Guerra Mundial y 1924, año de la muerte de Lenin y de la publicación del Manifiesto Surrealista, un hecho éste último, perfectamente lógico.
De la destrucción de todo lo que hasta entonces existía que formalizó el Dadá, de la esperanza en lo nuevo y posterior y muy rápido desencanto, solo podía surgir un movimiento capaz de afrontar todos los esqueletos sumergidos en el inconsciente, razón de ser del surrealismo. Dos movimientos que son un espejo de la historia.
En el caso de la exhaustiva exposición Dadá ruso 1914 – 1924 que ofrece el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, (MNCARS) a la experiencia de tres años de guerra, hay que añadir las dos revoluciones en un enorme e inmanejable territorio propio, multirracial y multicultural, un proceso de ruptura y caos que duró años como bien reflejan varios autores, entre ellos el norteamericano John Reed, quien pagó con su vida su activismo en la Rusia revolucionaria o el desencanto ante la nueva situación narrado descarnadamente por la escritora rusa de origen judío Ayn Rand, por no citar la obra cumbre de Boris Pasternak Doctor Zivago, o Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn entre muchos otros. Pero nada como el multimedia movimiento Dadá para narrar lo que allí sucedió.
No se puede aislar el Dadá ruso del agitado ambiente en la Europa occidental donde nació oficialmente el movimiento en el Cabaret Voltaire de Zurich en 1916, frecuentado por el mismísimo Lenin. Era un periodo proto – dadá y del Futurismo nacido en Italia de la mano de Filippo Tommaso Marinetti, para los rusos budetliane. (hombres del futuro) La vanguardia rusa renegaba del futurismo italiano que defendía la racionalidad y el progreso tecnológico mientras ella se apoyaba en algo tan opuesto como la creatividad transracional, es decir fuera de la lógica y de lo consciente.
Dadá europeo occidental
El Movimiento Dadá [1] nació en zona neutral y fue apadrinado por artistas que representaban los bandos contendientes en la Primera Guerra, todos ellos refugiados en esos años en Suiza. Alemanes los fundadores, Hugo Ball y Emmy Hennings. Hans Richter y Richard Huelsenbeck; los rumanos Tristán Tzara, icono del Dadaísmo y Marcel Janco; los franceses Marcel y Suzanne Duchamp, Jean Arp, Juliette Roche; la suiza Sophie Taeuber-Arp. De una rama distinta del movimiento, Francis Picabia, los norteamericanos Man Ray y Alfred Stieglitz fueron junto a Duchamp y otros los propagadores del Dadaísmo en Nueva York.
El Dadaísmo fue una ideología, un estilo de vida que rechazaba todo esquema anterior, como la belleza, los principios universales, la lógica, los conceptos abstractos, el arte, las vanguardias de todo tipo. Defendía la libertad sin límites, lo inmediato y aleatorio, la contradicción, la imperfección, el caos, la desintegración de la realidad. Exactamente lo que estaban haciendo la guerra y las revoluciones.
Dadá ruso
En Rusia, el periodo proto-dadá tuvo un aspecto multiestilista o ‘todismo’. Su pistoletazo de salida fue la ópera de 1913 Victoria sobre el sol cuyo libreto era la máxima expresión del lenguaje transracional. Los primeros artistas antiacadémicos fueron Iván Kliun, Mijail Larionov, Kazimir Málevich, Alexei Morgunov, Iván Puni, Olga Rózanova, Vladimir Tatlin, Kiril e Iliá Zdanévich, presentes en sendas exposiciones en 1915/16, con obras de arte no objetivo, que resultaron decisivas más tarde para el movimiento dadá internacional. En Rusia ya había una revolución cultural que se intensificó en 1914 y que se encargó de promover campañas contra la guerra, denunciando el militarismo con carteles y collages.
Las revoluciones de febrero y octubre de 1917 fueron el punto de inflexión que los diferenció de Europa Occidental. Muchos de estos vanguardistas eran anarquistas, que vieron con alegría la desaparición del viejo mundo zarista, pero no aceptaron la ideología bolchevique. Se unieron para fundar una política nueva que compartieron de inmediato los dadaístas de Europa occidental. El grupo de artistas reunidos en el Dadá ruso se implicó en una dicotomía que incluía la razón y la antirrazón, el sentido y el sinsentido, el teatro del absurdo y el político, el cine paródico y el propagandístico. Rechazaron la propaganda política, la sumisión acrítica a sus propias vanguardias constructivistas y suprematistas. Otros se adaptaron al cambio.
El Dadá ruso se internacionalizó mediante los artistas que visitaron o emigraron a París, Berlín y Nueva York a principios de los años veinte. Natalia Goncharova, El Lisitzki, Larionov, Puni y Serguéi Sharshun se integraron en distintas ramas dadaístas, en Alemania, Francia o Estados Unidos, extendiendo eficazmente la no objetividad. El Monumento a la Tercera Internacional de Tatlin de 1919 se convirtió en el paradigma del antiarte para los dadaístas. Las purgas bolcheviques contribuyeron a la expansión del Dadá ruso en los dos continentes. La reciprocidad entre las influencias Dadá oriental y occidental contribuyeron a su globalización y enriquecimiento como movimiento.
La exposición
Hay expuestas unas 500 obras entre cuadros, collages, dibujos, fotografías, documentos, publicaciones, películas, audios, obras musicales y recitales de poesía. Es una auténtica representación del radicalismo y del carácter multimedia del Dadá en unos años cruciales. Es la manifestación más genuina de la negación de todo lo existente, de una cierta esperanza en los principios revolucionarios, el desencanto, las purgas, la fuga a otros países, la ironía y el absurdo, la deconstrucción, el vacío, la necesidad de volver a construir. Es el espejo de lo que fue Rusia y por extensión Europa entre los años 1914 y 1924.
Está organizada en tres secciones: La primera, 1914 – 1917 o etapa protodadá. La segunda 1917 – 1924, desde el triunfo de la revolución a la muerte de Lenin reúne la temática propiamente revolucionaria y la actitud nihilista de la vanguardia rusa ante las nuevas normas. La tercera sección Dadá Bridge analiza las conexiones entre Rusia y los principales centros dadaístas.
Protodadá
Todo había empezado con la ópera protodadá exponente del lenguaje del absurdo Victoria sobre el sol de 1913 de Alexei Kruchónij y libreto de Velimir Jiébnikov, diseño de Kazimir Málevich y música de Mijail Matiushin, con la que quedaba instalada la creatividad transracional. (Fuera de toda lógica)
Ese es el ambiente de la primera sección de la muestra, con obras de Málevich, por ejemplo Cuatro cuadrados de 1915, de Ródchenko, con una de sus piezas formalistas en blanco y negro, Dibujo con línea y compás cuya única aspiración fue crear un concepto muy alejado del objeto de percepción. La presencia política está avalada por la revolución cultural llevada a cabo por Kruchónij, Málevich, Mayakovski y Olga Rózanova con carteles y collages contra la guerra, el militarismo y la brutalidad alemana, por ejemplo en la litografía de Málevich El carnaval de Guillermo de 1915.
El triunfo de la Revolución
La Revolución se burló de todo lo que representaban las clases derrocadas. La sección se inicia con la película El Asalto al Palacio de Invierno de Nikolái Yevreinov, la portada del álbum Levantamiento de octubre 1917 – 1918. Los héroes y víctimas de la Revolución con texto y un primer intento de ‘agitpoesía’ de Vladimir Mayakovski e imágenes yuxtapuestas de los derrocados y derrocadores. La burla de los primeros se equilibra con los actos y miseria de los segundos, en imágenes y palabras.
De El Lisitzki, Ródchenko y Gustav Klutsis se presentan los fotomontajes basados en la razón y la anti razón, el sentido y el sinsentido, el diseño racional y el aleatorio, el teatro del absurdo y el político, el cine paródico y el propagandístico con el objetivo de crear una nueva visión del hombre y la sociedad. Curiosamente los mismos artistas que lanzaron esta campaña de agitación a favor del marxismo criticaban la propaganda de masas y la nueva realidad social con una potente dosis de negatividad y ‘vandalismo’ dadaísta.
El cine y el teatro están representados por la película El diario de Glumov, adaptación de la comedia de Nikolai Ostrovski de 1868 y dirigida por Serguéi Eisenstein en 1923. Escenografías y diseños de vestuario de La muerte de Tarelkin o Misterio bufo de Mayakovski, 1919.
La muerte de Lenin y la obra Insurrección de Kliment Redkó cierran la sección junto a poemas ‘nadistas’ con textos y manifiestos en la revista La Caja del Perro, una publicación de la asociación nadista que nació en 1920 y cesó en 1922. Sus artistas fueron Boris Zimenkov, Susanna Mar, Yelena Nikolaeva, Riúrik Rok, Serguei Sadikov y Oleg Erberg.
Dadá Bridge
1918 marca el fin de la separación Oeste – Este y el principio de un proyecto dadaísta común. En la exposición del Reina Sofía está presente el puente tendido entre los dadaístas y los artistas rusos emigrados a París, Berlín o Nueva York, tales como Iliá Ehrenburg y Víktor Shklovski, El Lisitzki, Serguéi Sharshun, Iliá Zdanévich, Natalia Goncharova, Mijail Larionov e Iván Puni. Mayakovski que fue fundamental en la conexión del arte ruso y europeo desde Berlín, con hitos como la primera Exposición de Arte Ruso no objetivo y el Monumento a la Tercera Internacional de Vladimir Tatlin, auténtico paradigma de antiarte para los dadaístas.
En Estados Unidos David Burliuk escapado de la purga bolchevique contra los anarquistas fue adoptado por la coleccionista Katherine S. Dreier, líder de la promoción del Dadá en Nueva York.
Ficha de la Exposición
- Sede MNCARS edificio Sabatini primera planta.
- Organiza: MNCARS Madrid
- Fechas: 6 de junio a 22 octubre 2018
- Comisaria. Margarita Tupitsyn
- enlaces