Las últimas exploraciones del proyecto Tlalocan, que se está desarrollando en Teotihuacan, en el Estado de México, han conducido al umbral de tres cámaras que se encuentran bajo el Templo de la Serpiente Emplumada, en donde se ha encontrado la ofrenda más rica de las que se han descubierto hasta el momento.
Localizada a 18 metros de profundidad, esta ofrenda es el anuncio de que algo muy importante se encuentra dentro de las cámaras. Los expertos creen que pueden ser los restos de personajes ligados a la estructura de poder de esta zona.
La ofrenda está compuesta por cuatro esculturas antropomorfas de piedra verde, de 65 cm., decenas de grandes caracoles (algunos de 55 cm. de longitud) procedentes del Golfo de México y el Mar Caribe, miles de cuentas de diversos materiales, jade importado de Guatemala, pelotas de hule, huesos y restos de pelo de grandes felinos, esqueletos de escarabajos, discos de pirita y una caja de madera que contenía decenas de conchas trabajadas.
El arqueólogo Sergio Gómez Chávez ha informado de que los trabajos comenzaron hace once años con un hecho fortuito, cuando una mañana de octubre, las intensas lluvias dejaron abierta una oquedad de 83 centímetros, frente al Edificio Adosado de La Ciudadela. Se trataba en realidad de un tiro de 15 metros de profundidad que conducía a un túnel de aproximadamente 120 m de longitud, hasta llegar bajo el Templo de la Serpiente Emplumada. Los arqueólogos del INAH se encuentran ahora en el metro 103, donde descubrieron la abundante ofrenda que abarca cuatro metros de ancho por ocho de largo.
El acondicionamiento de este túnel ha requerido la participación de 25 trabajadores, así como retirar 970 toneladas de tierra y piedras. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha informado que de 2009 a la fecha se han invertido 14 millones de pesos (824.777 euros) de ellos, 2.700.000 (159.064 euros) se han otorgado en este año.
La ciudad de los dioses
Teotihuacan, situada a escasos 45 kilómetros de la Ciudad de México, también es conocida como la Ciudad de los Dioses. Dice la leyenda que cuando los aztecas llegaron al Altiplano, a principios del siglo XIV, encontraron un inmenso centro religioso abandonado al que llamaron Teotihuacan. Tanta fue su impresión ante la grandeza del lugar que pensaron que había sido construido por gigantes, e inventaron el mito de que ahí se habían reunido los dioses para asegurar la existencia del mundo. La reacción de los aztecas no fue exagerada. Teotihuacan es el más notable de los centros religiosos de América.
Actualmente está en pie la Pirámide del Sol, la Pirámide de la Luna, el Templo de Quetzalpápalotl, la Calzada de los Muertos y varios restos de las edificaciones que los rodearon en su día.
La Pirámide del Sol, la más alta del complejo, tiene 243 empinados escalones y en la cima, su ubicación, en perfecta sincronía con el eje por donde el sol se esconde cada tarde, permite cargarse de energía. Al menos, eso te cuentan. Primero tienes que descansar.
La Pirámide de la Luna deslumbra. Su estructura se levanta a 42 metros del suelo. Al frente, una construcción de cuatro cuerpos escalonados con muros de talud sobresale del resto del montículo. Aunque la del Sol destaca por su tamaño, la de la Luna lo hace por la cantidad de hermosas construcciones que la rodean. Allí se encuentra el Palacio de los Jaguares, uno de los pocos edificios que no eran templos.
El Palacio de la Quetzalpápalotl es uno de los templos más bellos y mejor conservados de la zona arqueológica. Su nombre significa «mariposa divina», una imagen está labrada en las pilastras del patio, que se compone de una mariposa en el cuerpo de un quetzal. El quetzal es un ave trepadora de unos 40 cm de altura (sin contar la cola), plumaje suave, verde tornasolado en la parte superior del cuerpo y rojo en el pecho y el abdomen, con el pico y las patas de color amarillento, un moño sedoso en la cabeza, y una cola tan larga como el cuerpo; habita en las regiones cálidas de América Central y del Norte.
En cuanto a la Calzada de los Muertos, podría decirse que es la espina dorsal que conecta la Pirámide de La Luna, la del Sol y diversos edificios. Sus casi cuatro kilómetros de largo son el principal acceso para todos los templos de la zona arqueológica.
Cuesta trabajo creer que esta ciudad fue construida por un pueblo que no conocía las herramientas de metal, no tenían bestias de carga, ni utilizaba máquinas simples para facilitar las obras de construcción.