Horacio Castellanos Moya: El Salvador, identidad y herida

“Quiero decir: Por ex-patriado yo
tu eres ex patria”
El gran despecho de Roque Dalton

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Horacio Castellanos Moya por Adriana Bianco

Pocos conocen la literatura centroamericana, a pesar que Rubén Dario fuera el máximo poeta del Modernismo, que el guatemalteco Miguel Ángel Asturias fuera Premio Nobel, que el escritor nicaragüense Sergio Ramírez obtuviera el premio Cervantes, que existan Helen Umaña, Roque  Dalton, Ernesto CardenalMagón y Carmen Lyra. La cultura Centroamericana tiene sus perfiles y sus claro-oscuros, descubrirlos es apasionante.

Y es apasionante adentrarse en el mundo obsesivo de uno de los escritores más escépticos y mordaces de Latinoamérica: Horacio Castellanos Moya, quien forma parte del círculo de “escribir con bilis” con Celine y Thomas Bernhard. A Moya le duele El Salvador como le dolía a su compatriota Roque Dalton.                                                                                         Su crítica a El Salvador y a los países latinoamericanos es fuerte, revela el machismo latino, la discriminación que hacen los hispanos frente a lo que ignoran, su baja responsabilidad pero también es crítico frente a la sociedad Americana, controladora, puritana y consumista.

Nacido en 1957 en Tegucigalpa, Honduras, de muy niño se traslada a El Salvador, donde cursa estudios en la Universidad de Literatura. En 1979, va estudiar a Toronto (Canadá), luego a Costa Rica y finalmente se instala en México. En la capital azteca desarrolla su actividad periodística en la Agencia Salvadoreña de Prensa (Salpress), cubriendo la Guerra Civil del Salvador y luego como corresponsal de La Opinión de Los Ángeles (California). En España vive durante 1999, después de publicada su novela “El Asco: Thomas Bernhard en San Salvador” que le valió amenazas.

Escritor de varios escenarios vivió también en Frankfort entre 2004-2006 cumpliendo el programa Cities of Assylum, luego fue invitado por la Universidad de Tokio. Actualmente es profesor de Literatura en la Universidad de IOWA (EE. UU.).

Ha sido varias veces premiado, recibió el galardón Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas de manos de la entonces presidenta Michelle Bachelet, y es jurado de varios concursos literarios.

Castellanos-Moya-Moronga-cubierta Horacio Castellanos Moya: El Salvador, identidad y heridaSu obra narrativa es considerable: La diáspora (1988), Baile con serpientes (1996), El Asco: Thomas Bernhard en San Salvador (1997), La diabla en el espejo, finalista Premio Rómulo Gallegos. Insensatez de 2004, la primer novela traducida al inglés, La sirvienta y el luchador (2011), El sueño del retorno (2013) y la actual publicación, Moronga (2018, Random House), una novela psicológico policial de final semiabierto. Ha escrito cuentos y ensayos, ademas de articulos periodísticos.

Su temática aborda la violencia, la relación amor-odio a su tierra, los conflictos de Centroamérica, el caracter latino y la identidad nacional.

Moya es observador, fue periodista y me pregunta, luego busca un lugar no ruidoso para conversar. Entonces, (me) cuenta.

Horacio Castellanos Moya: Yo vivo la identidad como un estado de tensión permanente, como un estado que oscila entre la pertenencia a partir de mis experiencias de vida personal y un movimiento por el mundo, hay un estado de tensión permanente entre esos dos mundos. Yo nací en Tegucigalpa, que es la capital de Honduras, de padre salvadoreño y madre hondureña, y me trasladaron a los cuatro años a El Salvador, Alli, me eduqué, me formé, allí, tuve mis amistades, las experiencias más definitorias de mi vida. De donde soy. La cuestión es que yo salgo de El Salvador a los veintitantos años, me voy a estudiar a Canadá, a México y paso toda la Guerra Civil del El Salvador fuera de mi país. Luego regreso al Salvador y vivo seis años: del 91 al 97 y ya no regreso a vivir sino para visitarlo. Si hago un recuento de mi vida adulta, he vivido trece años en México, doce en Estados Unidos y siete en El Salvador y en otros lugares, pero los años de mi infancia y juventud fueron los años formativos, los definitorios en mi vida.

Adriana Bianco: EL tema de la guerra aparece en casi toda su obra literaria, sin duda, impacto a toda su generación … a usted también…

HCM: La Guerra civil fue muy intensa, fueron diez años de Guerra civil y en un país tan pequeño, permea todo, repercutió en la sociedad. Con 21 000 kilometros cuadrados, con una densidad poblacional de las más altas del continente; un estallido de esa naturaleza y tan largo, con tal virulencia, todos son víctimas. Hay gente que trató de no comprometerse pero fueron arrastrados. Hubo gente que entró en la guerrilla por una ideología, pero otros entraron por la pura acción. En los 90, se terminó la Guerra en Centro América, ahora tenemos las pandillas. Cuando la guerrilla se convirtió en poder político, la ideología se acabó.

AB: En una de sus primeras obras El Asco, remeda a un escritor nihilista, Thomas Bernhard…

HCM: El Asco es un libro sobre El Salvador y es un ejercicio de estilo. Mi personaje se expresa de la misma forma que Thomas Bernhard que habla mal de Austria, con el mismo modelo estilístico basado en el concepto musical de la fuga y contrafuga (él era músico), mi personaje, tomando el estilo bernhardiano, habla mal de El Salvador, todo le parece horrible.

AB: ¿Hay aspectos autobiográficos en El Asco?

HCM: No, es pura ficción, yo no escribo cosas autobiográficas, no me gusta la autobiografía, me gusta crear personaje, claro, apoyado en la realidad

AB: ¿Su libro Insensatez, cómo surge?

HCM: Sucede en Guatemala, el personaje es un corrector de estilo que trabaja la edición del Informe sobre Derechos Humanos de la Iglesia Católica. Cuando mataron al arzobispo Gerardi yo, como periodista, fui a Guatemala y me impresionó mucho, estuve muy cerca de la gente que trabajaba en el Informe. Seis años después saqué mi cuaderno de notas donde había escrito la frases mas llamativas del Informe, con los testimonios de los indígenas y con eso, cree un personaje, el corrector del Informe, que no es guatemalteco, no esta comprometido con el Informe, lo hace como trabajo, por dinero, pero va enloqueciendo en la medida que va leyendo y corrigiendo el Informe, con tanta violencia. Es una especie de Quijote, que lee las novelas de caballeria y entra en estado de delirio, producto de la palabra escrita…igual el corrector va leyendo, corrigiendo y delirando.

AB: En La diabla y el espejo, también aparece el tema de la violencia.

HCM: Es el monólogo de una mujer, de clase acomodada, salvadoreña que cuenta el asesinato de su mejor amiga. Es una violencia entre las mismas clases dominantes, se matan entre ellos. En el libro hay toda una sospecha de quien la mandó a matar. El atractivo del libro, es la voz de la mujer porque todo es en primera persona.  Es un monólogo donde la mujer le cuenta al espejo. Se hizo en teatro, en París. El tema de la violencia es el tema de la vida, la vida es violencia

AB: Creo que la vida es energía y amor, pero hay sociedades que entran en la violencia.

HCM: Si.si…Yo hablo de mis novelas, por suerte no todas las sociedades son violentas…pero en mi obra, mis personajes se mueven en un mundo donde la violencia es el aire…Yo me refería a Centroamérica. Mire, el conflicto fue la culminación de algo que venía de antes. Había una violencia acumulada por todos los factores institucionales que no funcionan, la extrema pobreza, la corrupción y la seguridad pública

AB: América Latina sufre un mal que viene desde la conquista española, heredamos una visión medievalista, autoritaria, monopolista…

HCMSi, hay una reproducción de modelos culturales. Lo paradójico es que sea tan difícil, para las sociedades latinoamericanas, remontar ese modelo inicial, solo con algunas excepciones. Ya pasaron siglos y no logramos encaminarnos. Hay como una inviabilidad histórica a partir de una autodestrucción muy inconsciente.

AB: Es verdad, no se logra remontar…  (nos quedamos callados) ¿Cómo actúa el lenguaje dentro de su técnica creativa?

HCMEl estilo responde al tipo de personaje que estoy escribiendo. En la novela La sirvienta y el luchador uso la tercera persona, pero tengo otras novelas en primera persona, Moronga son dos monólogos con dos personajes distintos: Zeledón y Aragón, y los dos se expresan distintos. Si escribo novelas de acción como El arma y el hombre o El baile de la serpiente, las frases son cortas, pero cuando la novela sucede dentro de la mente del personaje, Insensatez o El sueño del retorno, o Moronga, entonces  uso parágrafos extensos. El Asco no tiene párrafo, es una verborragia, como la fuga y la contrafuga.

AB: ¿Cuál es su método de trabajo para concebir una novela?

ACM: Yo no escribo una novela a partir de una trama, eso lo puedo definir después. Yo necesito encontrar la voz del personaje y cómo el personaje percibe el mundo… En la novela Moronga, los dos protagonistas son Zeledón y Aragón, Moronga es el personaje que une a las dos partes.

AB: El tema de la comunicación y de los controles, aparece en sus novelas. ¿La incomunicación le preocupa?  Hay también una descripción muy precisa de la realidad.

HCM: Yo no tomo el personaje de la realidad. Puedo ser muy concreto en cuanto a la descripción del lugar donde sucede la novela pero solo se conciben en relación con las ncesidades del personaje y en medio de esa trama. Zeledón es un exguerrillero, y percibe los detalles; Aragón, es profesor, deja fluir su mente y cuenta lo que ve pero sin esa precisión. En cuanto a la comunicación, me preocupa más el concepto de control. La vigilancia de nuestro tiempo es el aire que se respira. Vivimos en sociedades paranoicas, bajo vigilancia en todos los niveles de la vida.

AB: He notado una crítica fuerte a los latinos y a la sociedad nortamericana.

HCM: Si, mis personajes son latinos y son críticos porque no se integran. El mundo latino y el mundo puritano anglosajón no se integran y como no pueden integrarse esos personajes hispanos tiene una actitud crítica, lo que no es como ellos, lo critican pero esa actitud  desaparece en la generación que nace aquí,  ésa, ya se integra.

AB: En Moronga aparece, casi como un personaje, Roque Dalton, el poeta salvadoreño asesinado por la izquierda, nuevamente la violencia, aunque su muerte es emblemática, Dalton es casi un mito.

HCM: Aragón esta investigando sobre su muerte y Dalton toma importancia en la narración. Tengo dos novela donde se habla de Dalton, ésta y La diáspora. Fue el escritor más importante de El Salvador, es una obsesión nacional porque lo asesinaron sus camaradas por traidor, eso crea un trauma nacional. Hay un trauma de los escritores salvadoreños por la herencia de Dalton…Es como que le maten el padre a uno…Y claro, Dalton se convierte en mito

AB: ¿Cómo ve la literatura Latinoamericana, después del Boom y el Postboom?

HCM: Es una literatura donde florecen muchas y diversas tendencias, muchas temáticas y estilos diversos, no responden a un patrón tan definido como fue el del Boom, que era una generación de escritores que puso la literatura latinoamericana en el universo, fue un movimiento internacional, fue como un “Siglo de oro”. Ahora, la literatura latinoamericana tiene un lugar.

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