El Gobierno aprobó el 21 de enero de 2020 una Declaración ante la Emergencia Climática y Ambiental en España, en respuesta al consenso generalizado de la comunidad científica que reclamaba acciones urgentes para salvaguardar el medio ambiente, la salud y la seguridad de la ciudadanía, y un año después Naciones Unidas advierte que la humanidad está en código rojo y las consecuencias a corto plazo serán de emergencia social y requerirán recursos económicos extraordinario para que las agencias de la ONU como ACNUR, y las oenegés que trabajan en este ámbito, puedan cumplir los compromisos de asistencia a personas y colectivos que quedarán expuestos.
En España, el gobierno ha elaborado y remitido al Parlamento documentos sobre la descarbonización de la industria, avanzaba el proyecto de una Asamblea Ciudadana del Cambio Climático que incluirá la participación de toda la sociedad y especialmente de los jóvenes para construir un futuro más justo y equitativo; y como complemento, asumía el compromiso de invertir en un país más seguro y menos vulnerable frente a los impactos y riesgos que supone estar en emergencia climática.
La Declaración recordaba que la región mediterránea, en la que se incluye a España, está considerada como uno de los «puntos calientes» globales en materia de cambio climático, que incide directa e indirectamente sobre un amplio conjunto de sectores económicos y sobre todos los sistemas ecológicos , acelerando el deterioro de recursos esenciales para el bienestar de las personas como el agua y el suelo fértil, y amenazando la calidad de vida y la salud de la población, circunstancias directamente relacionadas con las migraciones.
En la argumentación se destacaba la necesidad de implementar políticas inclusivas frente a la pobreza energética, asegurar la participación activa y en igualdad de condiciones de las mujeres en la transición energética, fortalecer sinergias con las políticas de desarrollo rural, de protección de la biodiversidad y el impulso de las oportunidades para generar nuevo empleo verde.
António Guterres advierte de «un código rojo» para la humanidad
A pesar de los esfuerzos para hacer frente a la emergencia climática en España, que en gran parte se han seguido también en el resto de los países europeos, el 9 de agosto de 2021 se conoció un nuevo informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, que sostenía que las emisiones de gases de efecto invernadero de las actividades humanas son responsables de un calentamiento del planeta en un 1,1 grados centígrados desde el periodo 1850- 1900 hasta la actualidad.
Todos los científicos coinciden en observar que el clima está cambiando en todos los rincones del planeta a una escala sin precedentes. Algunos de esos cambios serán irreversibles por miles de años y solo una acción enérgica y duradera en la reducción de gases de efecto invernadero puede limitar su alcance.
El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo tras conocer el informe que se corresponde con «un código rojo para la humanidad, y sostuvo que «las señales de alarma son ensordecedoras y las pruebas son irrefutables» y solo podrán enfrentarse si respondemos a esta crisis con «solidaridad y valor», con economías inclusivas y verdes que posibiliten para todos prosperidad y un aire más limpio, junto con una mejor salud.
Todos los rincones del planeta afrontan cambios
El informe de la ONU proyecta que en las décadas venideras los cambios en el clima aumentarán en todas las regiones, que el cambio climático está afectando cada rincón del planeta de múltiples formas, y que con aumento de 1,5 grados centígrados habrá más olas de calor, las estaciones cálidas serán más largas y las frías más cortas. Y con un aumento de dos grados centígrados, los eventos extremos de calor serán más frecuentes y se llegará a niveles de tolerancia crítica para la salud y la agricultura.
Entre las consecuencias con mayor incidencia en la ciudadanía se asistirá a lluvias más intensas, inundaciones y sequías más pertinaces; subida del nivel del mar en las áreas costeras con mayores inundaciones y mayor erosión; fenómenos extremos costeros que antes se producían cada cien años, ahora se registrarán cada año; cambios en los ecosistemas marinos y la capacidad de las personas de confiar en ellos.
En las ciudades se producirá un aumento del calor, la frecuencia de las inundaciones por las lluvias y el aumento del nivel del mar en las urbes costeras.
Un escenario que preocupa a las oenegés de asistencia social y a las agencias de Naciones Unidas que, como ACNUR, velan por los derechos de los seres humanos.