La necesaria recuperación del mundo rural y la imprescindible reforma de las prácticas agrícolas son debates hoy relacionados. La pandemia y los retos del cambio climático los han situado en los medios de manera inevitable, aunque a la mayoría de las opiniones públicas urbanas les parezcan asuntos distantes. Sin embargo, en la Unión Europea forman parte de su columna vertebral desde hace décadas. La Comunidad Europea surgió desde el carbón y el acero, pero su contiuidad institucional, sus presupuestos, sus tratados, no pueden explicarse sin la Política Agrícola Común (PAC). Lo que sigue es el resumen de un debate intenso sobre esa compleja temática en la asociación Europa en Suma.
«La famosa PAC es la política más vieja de la Unión Europea (UE) y seguramente la más antigua desde que se fundó», dijo con ironía Tomás García Azcárate, vicedirector del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC. Así abrió el último debate de Europa en Suma, celebrado el pasado día 8 de marzo. Recordó dos estigmas -«pecados », dijo- que la PAC arrastra desde sus inicios: excedentes productivos y subvenciones caóticas.
Bruselas propone el paso «de una política de obligación de medios a una de resultados según objetivos marcados por la UE», aunque éstos apunten unánimente a un desarrollo sostenible que habrán de definir después cada uno de los Estados miembros. Ellos tendrán que elaborar su propio plan estratégico destinado a cumplir los objetivos comunes. Para ejecutar esa PAC compleja, advirtió Azcárate, España tendrá que que contar con los equilibrios regionales, donde asoman la sombra de las competencias y de las disputas entre territorios.
«Pero es una evolución positiva, racional y moderna », aclaró el ponente. Dijo que es muy deseable que la agricultura familiar participe de la necesaria revolución tecnológica (digitalización, drones, etcétera) favoreciendo la cooperación y reforzando la agricultura «de dimensión humana»; aunque sin olvidar, matizó, la perspectiva de la rentabilidad de la cadena alimentaria, como elemento central:
–Cualquier agricultura tiene que ser económicamente rentable. El 80% de la renta de los agricultores viene ya del mercado y tienen que obtener un precio digno por sus productos. De eso va la Directiva que se discute ahora. Pero los agricultores tienen que reforzar su capacidad asociativa para llevar adelante proyectos comunes. Eso incluye rebajar costes, compartir, defender y realzar sus valores, en el contexto del cambio climático.
La nueva PAC opta por el agricultor genuino [sic] que Tomás G. Azcárate define cómo un «agricultor activo y de verdad», actor ante el cambio climático. Al precisarlo sobre el terreno, dejarán de beneficiarse de la la PAC más de la mitad de los actuales beneficiarios, entre ellos quienes trabajan sólo parcialmente en el campo:
–Tiene sentido que implique únicamente a los profesionales a tiempo completo, que pueden comprometerse más con los objetivos comunes y con prácticas favorables al medio ambiente.
Se discute cómo limitar las ayudas básicas a grandes explotaciones al tiempo que se impulsa el empleo legal: «Las primeras hectáreas de cada agricultor recibirán un suplemento» para favorecer a los agricultores ‘genuinos’ de talla pequeña o mediana.
La PAC deberí convertirse en elemento vertebrador del Pacto Verde Europeo, teniendo in mente la biodiversidad. Entre lo nuevo, destaca el ecoesquema que trata de favorecer el medio ambiente mediante prácticas agrícolas adecuadas. Por ejemplo, evitando la erosión de los suelos en los cultivos leñosos o reduciendo el uso de fertilizantes. Hay una extensa lista de propuestas que incluyen también el mantenimiento de pastos para la ganadería intensiva.
Están en negociación otros temas como la integración de los jóvenes en el campo. Se trata también de favorecer la convergencia interna, modificando la llamada mochila de cada agricultor.
–Se pasó de la mochila anual a una mochila histórica, que no obligaba a conservar sus producciones iniciales. Ahora se trata de que dos agricultores que hagan lo mismo tengan ayudas similares.
Bajo los gobiernos del PP, según Azcárate, se crearon agrupaciones de comarcas agrarias (de secano o regadío) que llamaron ‘regiones’ que han terminado fomentando una falta de equidad: agricultores que hacían lo mismo que otros no recibían ayudas por igual.
Hay una disputa con Estados Unidos que acusa al sistema español – y por tanto a la UE- de mantener el sistema de la mochila histórica que permite exportar algunos productos por debajo de sus verdaderos costes. De ahí surge un problema para el comercio internacional y de desequilibrio para las rentas básicas. Distintos territorios, a veces colindantes, no reciben las mismas ayudas.
España, según Azcárate, ha resistido «como Astérix y Obélix» a los procesos de convergencia (interna y externa) impulsados en otros países de la UE. Puso como ejemplo a Alemania que ha ejecutado sus adaptaciones diversas a lo largo de quince años. Comparó a la agricultura española con un mal estudiante que llega a sus exámenes [la nueva PAC] sin haber estudiado lo suficiente y que «se encuentra de pronto con todas las asignaturas pendientes».
Ana Vizcarrondo, Coordinadora del Área de Programas de Conservación de la Naturaleza de SEO/Birdlife, señaló que la propuesta de la PAC «no responde a los retos ambientales, ni tampoco a los sociales» que tiene la UE. Insistió en que la PAC tiene que enmarcarse en una producción que afronte «tanto el cambio climático como la pérdida de la biodiversidad».
Según Vizcarrondo, en el largo proceso de discusión de sus primeros borradores en las instituciones europeas, la PAC perdió ambición ambiental. Se habrían desdibujado «la biodiversidad y a las propuestas de la idea del campo a la mesa. Los reglamentos están ahora llenos de excepciones», añadió. Demasiados aspectos, según Vizcarrondo, quedan en manos de los estados miembros que ajustan al mínimo sus obligaciones medioambientales:
-Los agricultores han cumplido, pero el impacto ambiental de la PAC anterior ha sido prácticamente nulo. Ejemplos : olvidamos que insectos y aves tienen una función para el sector productivo, con la que no se cuenta. En España, hay una escasez estructural de agua y hay mucha presión sobre las fuentes hídricas, sobre su calidad también. Mala gestión. Sobre el límite puesto a los fertilizantes, no se ha hecho lo suficiente. Incluso aumenta su uso en ciertas zonas. Tampoco se ha hecho demasiado sobre la erosión de los suelos, aunque sea evidente el aumento de la frecuencia de lluvias torrenciales. Deberíamos actuar con mayor eficacia para sostener la fertilidad de las tierras. Defendemos que la agricultura sea rentable, sí, y hay que tener en cuenta los mercados, sí, pero evitando la rentabilidad a corto plazo para defender lo sostenible. Hay que adaptarse al cambio, resistir la pérdida de variedades de cultivos y razas ganaderas. Hay que impulsar la resiliencia para protegernos frente al cambio climático. Esperamos responsabilidad de los estados y de todos los sectores implicados en la cadena alimentaria.
Gabriel Trenzado, Director de los Servicios Técnicos de las Cooperativas Agrarias de España, expresó su acuerdo con la idea que relaciona a la PAC con la sostenibilidad, pero señaló que subsiste el dilema entre su perspectiva social y la medioambiental:
–El problema es siempre la convergencia. Tenemos un campo de disputas entre perceptores de ayudas y [en España] entre comunidades autónomas. También asistimos a la simplificación de lo que es el sector agrícola. Se habla en los medios de «los mayores perceptores de las ayudas», de su proporción «entre grandes y pequeños». Y muchos de los llamados grandes son cooperativas con miles de socios. Ahora afrontamos un cambio de modelo productivo. Discrepo de Ana cuando dice que los objetivos medioambientales y de sostenibilidad son poco ambiciosos en la PAC. Algunos de los actores que se describen en los medios como grandes y malos, quizá sean quienes tengan mejor la capacidad de afrontar las obligaciones prescritas por la UE. Es frustrante esa mala imagen del sector, a pesar de su claro compromiso con la sostenibilidad. Las ayudas tienen que ver con el hecho de que el mercado no necesariamente retribuye la atención [del agricultor] a la biodiversidad. A veces la sostenibilidad medioambiental va en contra de los pequeños, es decir, de la sostenibilidad social. El sector está absolutamente comprometido, pero se mantiene a la expectativa con cierta desconfianza. Si queremos mantener el sector, hay que cuidar los acuerdos internacionales y mantener a la agricultura dentro del mercado. Si hablamos de regeneración, la agricultura tiene que estar metida en el mercado. La producción agrícola es rentable si trata de centrarse en productos que valore el mercado. Los agricultores y ganaderos tienen que unirse para actuar juntos, si no el coste será excesivo aunque los objetivos sean loables.
Ante varias preguntas de los participantes, Azcárate informó de un texto reciente, firmado por organizaciones y expertos europeos, entre otros por él mismo, en el que se pide para los trabajadores y asalariados del campo «el mismo respeto que para los animales». También señaló que ha habido mayores recortes en el desarrollo rural que en las ayudas de la PAC, lo que demostraría la potencia de cabildeo (lobby) de las organizaciones agrarias. Sobre la crítica popular constante de los bajos precios pagados a los agricultores, Azcárate matizó:
-Sí, hay presión sobre ellos, aunque esa presión es (sobre todo) el resultado de la competencia entre los grandes distribuidores. Es esa competencia la que presiona hacia la baja de los precios obtenidos por los pequeños y medianos agricultores.
En un sentido similar abundó Gabriel Trenzado (Cooperativas Agrarias de España), que amplió otras cuestiones :
-Muchas veces la logística de la distribución es mucho más cara que el producto en sí. No se cuenta bastante con todos los costes intermedios. Desde el origen, lo que cuesta al productor, y el destino, el consumidor. Además, en España, hay un desequilibrio obvio: cinco cadenas tienen la distribución del 70 por ciento de la distribución de los alimentos. Ante eso, tenemos que resaltar que en España hay 3.600 cooperativas, además de 29.000 pequeños agricultores. En ese sentido, ha habido un ajuste claro. En 2015, había 825.000 perceptores PAC, hoy hay menos de 700.000. Si nos imponemos obligaciones productivas, sociales, medioambientales, no tiene sentido obviarlas cuando la UE firma acuerdos con otros estados y dejan entrar sin más productos que vienen de esos países.
En la misma línea, Rafa Juárez, de la Unión de Uniones de Castilla-La Mancha, confirmó la idea del necesario respeto de los derechos laborales de los trabajadores de terceros países; aunque añadió que las importaciones de sus productos únicamente resultan más baratas porque allí los trabajadores tienen bajos niveles de protección social. Citó un informe de la Confederación Sindical Internacional en el que se afirma que la UE es el territorio en el que más se respetan los derechos de los trabajadores.
Ana Vizcarrondo reiteró al final que no todo podrá resolverse mediante la ayuda por hectárea sino orientándose hacia otro escenario distinto:
-Debe ser un modelo que favorezca inversiones productivas, la incorporación de jóvenes al campo, la formación de los agricultores, con asesoramiento general y sobre cuestiones medioambientales. El paquete de desarrollo rural de la PAC tiene en todo eso un gran potencial.
Gabriel Trenzado se refirió a los problemas evidentes que tiene la idea de mercado de cercanía en grandes áreas urbanas, donde no es posible solucionar una distribución diversificada únicamente con buenos deseos. «No discuto que sea interesante», matizó Trenzado, pero según él no podemos quedarnos en la economía de subsistencia, sino defender actividades rentables:
-El objetivo de que el 25% de la superficie sea ecológica es perfecto, pero hasta apostando por la distribución de lo ecológico –incluso en Francia- la demanda [de productos bio] no supera el 10%. Algunos agricultores pueden entrar en una dinámica de inversiones que les lleve a la insolvencia en poco tiempo.
Señaló después que -a veces- las cooperativas pueden cumplir grandes logros con más apoyos técnicos o administrativos que con dinero.
José Manuel Fernández, exparlamentario europeo, advirtió del impacto de los aranceles de Estados Unidos, de los acuerdos de la UE con China y del Brexit sobre la crisis del agro español:
-La crisis económica está ahogando a las explotaciones agrarias, de modo que asuntos como la renovación de maquinaria, como un subsolador agrícola, o la mejora de la digitalización, no podrán obtenerse sin una PAC adecuada. El Estado tiene que tener políticas complementarias sobre todo en relación con la España vaciada, sin olvidar la brecha salarial: el salario medio de los agricultores no supera el 70 por ciento del salario medio español.
El debate, que tuvo lugar digitalmente, fue interrumpido durante unos minutos para que todos los participantes pudieran –pudiéramos- salir a nuestras ventanas y balcones para aplaudir las movilizaciones del Día de la Mujer Trabajadora.