Una exposición con las mejores fotografías de Agustí Centelles coincide en Madrid con imágenes anónimas de los exiliados de la guerra civil española
Algunas de las mejores fotografías de Agustí Centelles pueden verse estos días en una exposición organizada por la Fundación Pablo Iglesias en el Instituto Cervantes de Madrid con el título de “[Todo] Centelles, 1934-1939”.
Permanecerá abierta hasta el 25 de mayo y es una ocasión única para ver reunidas las imágenes de una etapa decisiva de la reciente historia de España, tomadas por uno de los mejores fotoperiodistas españoles. Instaladas en varios apartados ordenados de manera cronológica, las fotografías de Agustí Centelles abarcan los años de la segunda república, el alzamiento nacional, la guerra civil y los campos de concentración de los refugiados españoles en Francia, de los que el propio Centelles fue inquilino durante meses.
Una obra a la altura de Robert Capa
Agustí Centelles i Ossó (1909-1985) fue el más importante fotógrafo español de la guerra civil. La calidad de sus fotografías estaba a la altura de las mejores de los reporteros gráficos internacionales, hasta el punto de que se le conocía como “el Robert Capa español”. Aunque nació en el Grao de Valencia su familia se trasladó a Barcelona cuando Agustí contaba sólo un año de edad. En esta ciudad apenas pudo asistir al colegio y, después de trabajar como mozo en la Sociedad Española de Construcciones Eléctricas, aprendió fotografía en los estudios de Josep Badosa, quien le introdujo en el fotoperiodismo, género en el que se especializó publicando en El Día Gráfico (diario en el que firmó su primera fotografía en julio de 1934, una imagen de Pau Casals), Diari de Barcelona, La Vanguardia (que utilizó sus fotos en 48 portadas), La Noche, La Publicitat o Última hora. En Madrid publicó en Mundo Gráfico (el periódico que dirigía José Luis Demaría López, el padre de Pepe Campúa), en Ahora y en Crónica. Fuera de España, sus fotografías se vieron en la revista francesa Regards, en las norteamericanas Mexican Independent y St. Petersburg Times.El catálogo de esta exposición documenta exhaustivamente las publicaciones de Centelles también en la prensa australiana.
Cuando estalló la guerra civil Centelles se echó a la calle con su Leica para registrar los primeros instantes de los enfrentamientos en las calles de Barcelona. Trabajó el reportaje fotográfico durante toda la guerra civil, sobre todo en los frentes de Cataluña y Aragón, a los que fue destinado como soldado. Ya como fotoperiodista cubrió también las batallas de Belchite y Teruel. En 1939 se exilió en Francia llevando una parte de su archivo fotográfico (más de 4000 negativos) en una pesada maleta, mientras las tropas franquistas requisaban el material que no se había podido llevar consigo. Colaboró con la resistencia francesa e hizo fotografías en los campos de refugiados en los que estuvo confinado, Argelès-sur-Mer y Bram, donde también escribió un diario (“Diario de un fotógrafo”. Ed. Península) en el que narra las penalidades de los campos y rememora sus comienzos como fotoperiodista. En una casa de labradores de Carcasona escondió la maleta de la que no se había separado ni un solo día, cuyo contenido aumentó con unas 600 fotografías tomadas en los campos de concentración. Cuando se fue de la casa advirtió a los dueños que algún día volvería a por la maleta (para indicar que seguía vivo, enviaba turrones por navidad a esta la familia). Lo hizo en 1975, después de la muerte de Franco.
De regreso a España en 1946, vivió de forma clandestina en Reus y, al ser descubierto, fue juzgado por los franquistas, que le prohibieron ejercer el fotoperiodismo. En sus últimos años se dedicó a la fotografía industrial y publicitaria y también al retrato de personajes populares: Dalí, Bahamontes, Xavier Cugat… En 1984 se le concedió el Premio Nacional de Bellas Artes en Fotografía, que no llegó a recoger personalmente por problemas de salud. En 2008 sus hijos Sergi y Octavi encontraron una vieja caja de galletas con 946 negativos inéditos, algunos sobre los bombardeos de Falset y Reus de 1937. El archivo de Centelles, con más de 10.000 negativos, fue adquirido en 2009 por el Centro documental de la Memoria Histórica del Ministerio de Cultura, aunque parte quedó en el Archivo Fotográfico de Barcelona.
El otro exilio
Si la exposición de Agustí Centelles termina con las fotografías de los campos de concentración de refugiados españoles, otra exposición recoge lo que ocurrió después con muchos de ellos. Uno de los episodios menos conocidos del exilio español en Francia es la etapa posterior a la estancia de los exiliados en los campos de refugiados. Una exposición en el Instituto de México en Madrid organizada por la UNED y el Ateneo Español de México, y que puede verse hasta el 13 de junio (“Solidaridad en tiempos difíciles. No fui yo, fue México”), recoge cientos de fotografías tomadas por los exiliados y por una fotógrafa cuyo nombre nadie ha podido averiguar (aunque su imagen se puede ver en una de las fotografías de esta exposición) que muestran la vida cotidiana de los refugiados en los castillos de Reynarde y Montgrand, en los alrededores de Marsella, en plena Francia controlada por el régimen colaboracionista de Vichy.
A finales de 1940 el diplomático mexicano Gilberto Bosques, quien ejercía de cónsul de México en Marsella, alquiló al gobierno francés los castillos de Reynard y de Montgrand para alojar a los refugiados españoles hacinados en los campos de concentración y a los que llegaban a las puertas de la embajada mexicana en busca de ayuda. Se trataba de una iniciativa del gobierno mexicano para proteger a los españoles que entonces se encontraban en graves dificultades, tenían un incierto estatus legal o habían huido de los campos de internamiento o de la zona ocupada por los nazis, perseguidos por las policías francesa, alemana y española. Gilberto Bosques arriesgó su vida y su libertad (de hecho sufrió 13 meses de arresto en Bad Godesberg, en Alemania) en iniciativas como esta y en proporcionar refugio también a judíos e izquierdistas perseguidos por los nazis (llegó a firmar más de 40.000 visados a españoles y judíos). Elena Poniatowska lo recordó en su reciente discurso de recepción del Premio Cervantes: “Mi madre nunca supo qué país me había regalado cuando llegamos a México, en 1942, en el Marqués de Comillas, el barco con el que Gilberto Bosques salvó la vida de tantos republicanos que se refugiaron en México durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas”.
En los castillos de Reynard y Montgrand se refugiaron hombres, mujeres y niños que vivieron durante meses una existencia segura, protegidos por la inviolabilidad territorial (no siempre respetada) que suponía su conversión en instalaciones del gobierno mexicano. En los albergues en que se convirtieron los dos castillos, los refugiados fueron organizados según sus oficios (pescadores, agricultores, vinateros, obreros, maestros, etc.) con el fin de que contribuyeran con sus trabajos a un mejor funcionamiento de la colectividad y al mantenimiento de unas condiciones dificultadas por la situación de guerra que vivía Francia en aquellos momentos. Los maestros daban clases a los niños, los pastores cuidaban de ovejas y vacas que llevaban a pacer a los alrededores, los carpinteros y albañiles colaboraban a la reconstrucción de las estancias derruidas, los músicos organizaban grupos (Orquesta España) para alegrar los momentos de desánimo con verbenas improvisadas, los médicos y enfermeras se ocupaban de la salud de los residentes. La mayor parte de ellos permanecieron en los castillos hasta que pudieron embarcarse a México, un país que los acogió con una gran generosidad.
Muchas de las fotografías que se pueden ver en esta exposición se han conservado con sus pies de foto originales, escritas por los propios residentes, en los que se documenta el momento y las circunstancias que recoge cada una de ellas. Los refugiados españoles las donaron a Gilberto Bosques, y su hija Laura las conservó desde la muerte del diplomático. Con los años se han convertido en uno de los testimonios más valiosos para documentar un periodo de la historia prácticamente ignorado.
Enlaces:
El Instituto Cervantes de Madrid exhibe ‘[Todo] Centelles, 1934-1939′