México: Trabajadoras domésticas, una asignatura pendiente

México se ha negado a firmar el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, que reconoce derechos laborales a quienes desempeñan tareas de cuidado y limpieza en las casas particulares. Tampoco ha definido el salario mínimo profesional para estas personas, según lo establece la nueva Ley Federal del Trabajo.

trabajo-domestico México: Trabajadoras domésticas, una asignatura pendienteEn realidad no existe conciencia de que trabajan en labores del hogar 2,2 millones de personas, mayoritariamente mujeres, que aportan un valor equivalente al 27 por ciento del Producto Interno Bruto.

A las trabajadoras y los trabajadores del hogar no se les considera sector productivo y el valor de este trabajo, equiparable al que hacen todas las mujeres en el mundo, es disminuido y considerado de segunda importancia, hasta por quienes defienden su derecho al trabajo decente y formal.

El gobierno señala que no es posible formalizar a estas trabajadoras y trabajadores y darles seguridad social, médica, controlar o legalizar jornadas de trabajo o reconocerles su labor productiva, de acuerdo con la subsecretaria de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación en México (o ministerio del interior), Lía Limón.

La funcionaria explicó en el programa Espiral del canal 11 de televisión, el pasado 26 de marzo, que la demanda que dos organizaciones civiles hicieron momentos antes en ese espacio público, para la firma del convenio, no se ha estudiado.

Mientas tanto, el Gobierno del Distrito Federal anunció el jueves 27 que se otorgará un seguro médico al menos a 100.000 trabajadoras y trabajadores que se ubican en la capital del país, al adherirse a los postulados del convenio 189. La iniciativa surgió de la nueva secretaria de Trabajo y Fomento al Empleo del Distrito Federal, la feminista Patricia Mercado.

En México, 93 por ciento de estas personas, con especialidades en limpieza, planchado de ropa, lavado y cocina, cuidado de niños y niñas, enfermos, discapacitados y personas mayores, lo hace con horarios semanales que van de 33 a 36 horas y salarios marcados por el mercado que oscilan entre 100 y 450 dólares al mes.

Solo el siete por ciento vive en los hogares donde trabaja, labor reglamentada en la Ley, al estilo del siglo XIX, como si se tratara de un asunto estrictamente privado, más ligado a las relaciones de servidumbre que a las de trabajo.

Según la académica Mary Goldsmith Connelly, de la Universidad Autónoma Metropolitana, quien ha estudiado las condiciones laborales de las mujeres trabajadoras del hogar, este empleo es considerado tan poco valioso que no requiere de un contrato, carece de homogeneidad en prestaciones y no queda claro si incluye jornada, vacaciones u otro tipo de prestaciones.

Según la última encuesta de empleo en México, que hace cada año el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), nueve de cada 10 trabajadores domésticos remunerados son mujeres. La edad promedio de estas es de 40,2 años, y no muy jóvenes como sugieren ONGs que luchan por sus derechos.

Las cifras del INEGI sostienen que solo 13 por ciento de las personas que laboran en los hogares tienen jornadas superiores a las 48 horas semanales y más o menos 300.000 personas se encuentran en condiciones de semiesclavitud, sin horarios fijos y con riesgos de hostigamiento y abuso.

Resulta central para promover los derechos de quienes laboran por salario en los hogares, la estadística concreta, derivada del Censo de 2010 y de las encuestas de empleos. Según esas fuentes, casi un millón de empleados y empleadas del hogar laboran por horas, con tareas precisas en los hogares, cada día, con muy diversos empleadores, sin relación laboral o contractual; sin prestaciones y durante jornadas que oscilan entre 33 y 36 horas a la semana.

Sus salarios están definidos por un mercado informal y reactivo: por ejemplo, en el Distrito Federal el salario diario por jornada es entre 15 y 20 dólares, depende de quién emplea, aunque en algunas entidades del país suele oscilar entre cinco y 10 dólares al día, por jornadas de unas cinco y siete horas.

En cambio, en zonas de altos ingresos, las y los trabajadores del hogar suelen recibir hasta cinco salarios mínimos, aproximadamente 30 dólares al día.

El estudio del INEGI señala que 34,6 por ciento percibe un salario mínimo o menos. O sea, 110 dólares al mes, aproximadamente, que equivale a tres y cuatro dólares al día o por jornada. Y no existe control oficial al respecto. El resto gana entre dos y cinco salarios mínimos.

En la actualidad, la nueva Ley Federal del Trabajo (2013) solo menciona el trabajo doméstico de quienes viven en los hogares donde trabajan y, por primera vez, fija una jornada diaria no mayor de nueve horas; responsabiliza al empleador a pagar una indemnización en caso de despido y señala que este ha de responsabilizarse de la salud o del pago por enfermedad de sus empleados.

No señala nada respecto al trabajo en el hogar por horas o por día, sin vivir en los hogares. Esa nueva ley también prohíbe claramente y penaliza el hostigamiento sexual, la discriminación o la negativa a otorgar un empleo por embarazo, todos temas no difundidos ni conocidos por la población.

De acuerdo con la Ley, el trabajo del hogar, por horas, informal, con varias o varios patrones, podría recaer en lo que se conoce como trabajo por tiempo u obra determinado. Ahí, señala la economista Mercedes Pedrero, podrían surgir protecciones al trabajo en el hogar, semejantes a las que reciben quienes realizan otras actividades que, al final de la vida, acumularon derechos, incluso para jubilarse.

Las demandas en las organizaciones civiles, como el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, que dirige Marcelina Bautista, hablan en general de 2,2 millones de trabajadoras, sin transparentar las diferencias entre quienes viven donde trabajan y la mayoría que labora por tiempo y obra determinada, con múltiples empleadores y actividades que requieren capacitación, certificación y promoción.

Bautista solicitó, recientemente, el reconocimiento de este trabajo y la firma del convenio 189 a las autoridades del Distrito Federal y hace dos años que gestiona ante el Congreso de la Nación esa firma, toda vez que el convenio data de 2011 y existe una campaña internacional para el trabajo decente de quienes laboran limpiando casas o cuidando a las familias.

Consultada por SEMlac, dijo que el problema es que un porcentaje considerable de empleadas en las casas particulares son jóvenes, indígenas y sin recursos de defensa; reconoció que ha sido difícil crear un sindicato, como ocurre en otras latitudes de América Latina, donde 17 millones de mujeres laboran en esta actividad.

Lo cierto es que el panorama de estas trabajadoras ha cambiado profundamente. Hace apenas dos décadas, las empeladas del hogar eran la mayoría de mujeres que recibían un salario. Hoy día, las mujeres en México representan 34 por ciento de la fuerza laboral en decenas de actividades y muchas de ellas, de aproximadamente 14 millones, al igual que las trabajadoras de casas particulares, no tienen ningún derecho, son contratadas por tiempo y obra determinada, generalmente por tres meses y no acumulan derechos de jubilación.

Solo dos de cada centenar de trabajadores domésticos tienen acceso a servicios médicos como prestación laboral, de ahí la importancia de que en el Distrito Federal sea el gobierno el que ofrezca ese servicio: del total de trabajadores domésticos remunerados, 166.986 (7,4%) residen en las viviendas donde trabajan (trabajadores domésticos de planta).

De acuerdo con los resultados del cuarto trimestre de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE 2013), la población ocupada en México sumó más de 50,6 millones de personas, de las cuales 4,5 por ciento (2,2 millones de personas) desempeña actividades remuneradas en los hogares clasificadas como trabajo doméstico.

La distribución de los trabajadores domésticos remunerados, según tipo de ocupación, se concentra mayoritariamente en el grupo de empleados domésticos. Esta categoría incluye a los trabajadores que realizan, principalmente, quehaceres de limpieza en casas particulares, además de otras actividades complementarias. Este grupo representa 82,9 por ciento del universo de trabajadores domésticos remunerados y suma 1,8 millones de personas.

La encuesta encontró que 95 de cada 100 ocupados en esta actividad son mujeres. De ellas, 85,5 por ciento realiza tareas de limpieza en hogares particulares, 8,6 son cuidadoras de personas y 4,7 son lavanderas y/o planchadoras en casas particulares.

Por otra parte, los hombres ocupados como trabajadores domésticos suman más de 115.000; la mitad de ellos (51 %) ocupados como empleados domésticos, mientras que 45,1 se ocupan como choferes en casas particulares. Los hombres choferes suelen haber terminado el bachillerato y algunos de ellos han hecho licenciaturas y maestrías. En los últimos 28 años, las crisis económicas han generado cierre de empresas y caída del empleo formal.

El análisis por sexo y grupos de edad de los ocupados en el servicio doméstico derriba mitos, pues existe una mayor proporción de hombres en los dos grupos de edad más extremos, con respecto a las mujeres: 21,9 por ciento de los hombres trabajadores domésticos tiene 24 años o menos por solo 15,3 de las mujeres. La proporción de hombres que se ocupan en el trabajo doméstico y tienen 65 años o más es de 4,8 por ciento, un punto porcentual más que el de las mujeres, 3,8.

Las y los trabajadores domésticos laboran, principalmente, en zonas urbanas, y se concentran, fundamentalmente, en el Estado de México (el de mayor población y más diversa del país), Distrito Federal, Veracruz, Jalisco, Puebla, Guanajuato y Michoacán. Estas siete entidades concentran 52,3 por ciento de las y los trabajadores domésticos del país. Las cantidades menores están en Aguascalientes, Campeche, Colima y Baja California Sur, todos con menos del uno por ciento.

En junio de 2011, la Conferencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó el convenio 189 y la recomendación 201 sobre quienes se desempeñan en el terreno doméstico, que establecen derechos y principios básicos para este sector y exigen a los Estados miembros que tomen una serie de medidas con el fin de hacer el trabajo decente una realidad.

De acuerdo con la OIT, la actividad doméstica remunerada es una de las ocupaciones con mayor déficit de trabajo decente y peor calidad del empleo: extensas jornadas, bajas remuneraciones, escasa cobertura de seguridad social y alto nivel de incumplimiento de las normas laborales, y México no es la excepción.

Derivado de una iniciativa del primer Congreso de Trabajadoras del Hogar, realizado en Bogotá, Colombia, en 1998, se instauró la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar y, a su vez, se instituyó el 30 de marzo como el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar.

  • Columna distribuida por SEMlac

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