Miró y el objeto o la creación heterodoxa

La Fundación La Caixa ha inaugurado el 10 de febrero de 2016, en Caixa Forum de Madrid, la exposición Miró y el objeto, proyecto conjunto, último por el momento, de su larga colaboración con la Fundación Joan Miró. En la presentación de la muestra, la plana mayor de ambas instituciones, su comisario William Jeffet, gran especialista en la obra de Miró y comisario jefe del Museo Dalí de Saint Petersbourg, Florida, Estados Unidos y un nieto del artista, Joan Punyet Miró.

Joan Miró. Los pájaros se lanzan sobre nuestras sombras.1970. Antipintura. Colección Isabel Maeght, París.

 

A lo largo de sus noventa años de vida, (1893 – 1983) Joan Miró siempre trabajó con una disciplina excepcional, comprometida desde sus principios quizá con una de las obras más rupturistas y heterodoxas del arte del siglo XX. Estuvo comprometido por un tiempo con el dadaísmo y el surrealismo, con los que compartía la predisposición por la sorpresa y el hallazgo inesperado. Pero Miró fue sobre todo fiel a sí mismo, creador  en toda su evolución de un estilo personal, que bien podría definirse como Miró por Miró. La visión del artista a través del objeto, no puede ser más acertada para profundizar en la comprensión, no fácil a veces, de su obra. Pero una vez que se llega a su esencia, la obra de Miró, visualizada en el objeto, no puede ser más fascinante.

La predisposición a coleccionar objetos  de modo inesperado, tal como iban apareciendo en su vida, sin proponérselo, fue una constante. Objetos cotidianos, populares, de culturas primitivas, objetos de madera, de metal, piedra, fragmentos de cerámica, silbatos mallorquines, figuras de belén, títeres, juguetes… fueron poblando poco a poco sus talleres y sirviendo de inspiración a su obra. El objeto, como elemento necesario para la creación artística, siempre estuvo presente en toda su trayectoria, hasta convertirse en un todo es objeto, desde sus tempranas naturalezas muertas, su asesinato de la pintura, collages, assemblages, cerámicas, esculturas, antipintura…

En carta escrita a Paul Matisse en 1936 declara: Me siento atraído por una fuerza magnética hacia un objeto, sin premeditación alguna, luego me siento atraído por otro objeto que al verse ligado al primero produce un choque poético, pasando antes por ese flechazo plástico, físico, que hace que la poesía te conmueva realmente y sin el cual no sería eficaz. Esto es importante para la comprensión de la obra mironiana, una visión poética pletórica de armonías que conforman el núcleo, la esencia y el equilibrio en todas sus composiciones, incluso en las más minimalistas, en todo su mundo de objetos. Esta visión también da sentido a su utilización del color. Colores puros, primarios, tal como los crea la naturaleza.

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Joan Miró. Lámpara de carburo. Naturaleza muerta. 1922. MoMA, Nueva York.

 

La exposición está organizada en seis ámbitos, correlativos a la evolución de sus objetos artísticos, siempre con un nexo de unión: Un mundo de objetos, El asesinato de la pintura, Del collage a la escultura, Cerámicas y primeras esculturas, Escultura en bronce y La “Antipintura”.

Antes de su primer viaje a París en 1920, hacia 1916, como en un preludio a su fascinación por el objeto, Miró ya había comenzado a ‘construir’ bodegones con una serie de objetos populares, predominando los cerámicos,  mostrando ya  el interés por desestabilizar la ‘arquitectura’ histórica, mediante formas dispuestas al fondo o en diagonal y una cromática de colores vivos, cercanos a los fauve. En estos primeros bodegones ya es explícito lo que más tarde Miró definiría como ‘la autonomía de los objetos en la unidad de la composición’. Es decir, primero fue el proceso creativo, la definición fue su consecuencia. Al sentirse atraído y trabajar con objetos reales, desde muy temprano mostró su percepción del mundo real.

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Joan Miró. Pintura – objeto. 1946. Del ‘collage’ a la escultura. Colección Adrien Maeght, St. Paul de Vence.

En París fue inquilino del taller de Pablo Gargallo y vecino de André Masson, primer ideólogo del surrealismo. Continuó pintando objetos para bodegones, simplificando las composiciones en términos muy lineales siguiendo la estética de L’Esprit Nouveau. En carta a su amigo Roland Tual, escribe: ‘Busco en la cocina objetos humildes, una mazorca, una parrilla, una lámpara y luego dibujo a partir de ellos’. Muestra de este pensamiento son La espiga de trigo, La lámpara de carburo, La botella de vino, Los juguetes, La bailarina española…La simplificación lineal con respecto a los bodegones de 1916, La botella azul, El tiesto y el limón y El puchero es evidente.

¿Qué es el asesinato de la pintura? En 1931 Miró dice: “Siento un asco profundo por la pintura; solo me interesa el espíritu puro y no utilizo los instrumentos habituales de los pintores,  – pinceles, lienzo, colores – si no es para ser preciso en los golpes que doy. No quiero recordar las reglas del arte pictórico, sino porque me son indispensables  para exteriorizar lo que siento, lo mismo que la gramática  es indispensable para expresarse”.

El asesinato de la pintura es un rechazo total por la pintura al uso y sus fundamentos metafísicos. Es todo un desafío a una ‘pintura en decadencia desde la época de las cavernas’. De ahí la necesidad de servirse de materiales no convencionales para su creación artística. El objeto gana terreno, se configura ya en collages, assemblages, obras heterogéneas que inician el camino a una nueva forma de trabajar que cambiaría la concepción del arte.

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Joan Miró. Tête. 1946-49. Primeras esculturas. Col. Pierre y Tana Matisse Foundation.

 

Este ámbito, es mucho más rico en número de obras; en tres Sin título de 1929, vemos de forma fehaciente algo que perdurará hasta el fin de sus días: La importancia de la compensación o puntos de equilibrio en la composición,  hecho que sin proponérselo le convierte en un histórico del equilibrio compositivo, hasta el punto de recordar, por ejemplo, a un Van der Weyden, un Fra Angelico, a un Velázquez; si se elimina un punto, la composición se desequilibra, desaparece. En dos Pintura de 1930 el equilibrio está también muy presente en la composición del color. Aparece la escultura en Personaje con paraguas, 1930 y los collages en varios Objeto muy heterogéneos firmados en 1931, en los que algo que aparentemente no tiene sentido, sino es en la autonomía de los objetos en la unidad de la composición, empiezan a ejercer una cierta fascinación.

Joan Miró.Proyecto para un monumento, 1954. Primeras esculturas. Fundación Joan Miró. Barcelona.

 

En el ámbito Del collage a la escultura que abarca un periodo desde los primeros años treinta a los primeros cincuenta, la fascinación crece. Ver como cada vez más, materiales inusuales y soportes no asociados a las bellas artes se transforman gracias a la magia poética de Miró en objetos artísticos de indudable armonía, es algo impensable sin adentrarse en su línea de pensamiento o línea conceptual. Sin este conocimiento Miró es absurdo; con este conocimiento un genio, un innovador absoluto. Merece la pena hacer la prueba. Pinturas sobre soportes de masonita, sobre fragmentos de metal, sobre Celotex, sobre fibra o conglomerado de cemento, sobre objetos de madera.

En los años cuarenta, comienzan sus primeras esculturas en cerámica en colaboración con Josep Llorens Artigas, colaboración que permaneció muchos años; y sus primeras esculturas en bronce. En este periodo rompió con todas las convenciones de la pintura, utilizando materiales y formatos fuera de lo común. Podemos decir en términos actuales, que Miró abandona por completo su territorio de confort para sumergirse en el caos, único territorio donde puede producirse la creatividad sin límites.

Dos Pintura de 1933 con sus collages preparatorios, tres Dibujo – Collage sin título del mismo año, el Homenaje a Prats y Collage peinture de 1934, de 1936 Metamorfosis, tres Peinture, dos Sin título, y Tête, marcan la explosión del surrealismo de Miró, diferente a todos en cuanto al modo de expresión, pero tanto o más onírico, multidimensional, inquietante o reflexivo, como invitación a descubrir la propia identificación con los objetos mironianos. La fascinación al límite está servida.

Fascinación que culmina en los objetos de los años cuarenta enmarcados en este ámbito, donde empezamos a ver las recurrentes Femmes, oiseaux, étoiles, algunas en cerámica, pájaros solares y lunares, soles y ombligos rojos, y esa Pintura monumental de 1950, llena de mujeres, pájaros y estrellas, pletórica de los colores de la tierra, perfecta en equilibrio compositivo. Fascinante obra maestra.

Joan Miró. Reloj de viento.1967. Escultura en bronce. Fundación Joan Miró. Barcelona.

 

Cerámicas y primeras esculturas, engloban los años de colaboración con Artigas, -1953 – 1956 – y  un objeto que desde aquí hasta el final va a ser recurrente, nunca repetitivo, porque es sujeto de múltiples transformaciones en las que siempre está presente la creación, la intuición. Es la Cabeza granítica de 1946-1949, sobre un pedestal cilíndrico, a manera de tótem, en el que se acumulan siglos, eras, de creación artística, como un homenaje al ser humano creador de arte y belleza desde los tiempos más arcaicos. De ella derivan las esculturas símbolo de maternidad de 1950. Parte de los distintos proyectos para un monumento. Ahí está La tabla de planchar con pinturas solares y lunares. El Gran personaje de 1956, de nuevo el gran pedestal, esta vez cúbico, con pinturas de pájaro, mujer, estrella y sobre él de nuevo la cabeza granítica, el tótem que encierra toda la sabiduría del universo.

Joan Miró. Mujer sentada con niño 1967. Escultura en bronce pintada. Fundación Joan Miró. Bcn.

Como no podía ser de otra manera en la cronología del artista, la escultura en bronce tenía que dar continuidad a todo lo anterior. Miró encuentra en este nuevo objeto como expresión de su arte, la culminación de su lenguaje poético. Estamos en las décadas de los sesenta y setenta en los que Miró concentra su esfuerzo en ámbitos que están más allá de la pintura, se interesa por las intervenciones en el espacio público, acciones y escultura monumental entre otros. No hay nada convencional en ellas; el artista  las define a veces como collages tridimensionales.

El arte es un objeto no una ilusión

Trabaja siempre con objetos encontrados, como en su juventud; realiza assemblages de objetos fundidos en moldes que luego pinta con colores vivos, pinturas que enfatizan  el agrupamiento caótico de los objetos. Otras veces deja la escultura aparentemente inacabada, como recién salida del molde de la fundición, como producto aleatorio del fuego. Los dos sistemas transforman los objetos en figuras, mujeres o pájaros, bien con un trasfondo primordial o con la intención de imprimir a una fusión de objetos dispares una alegría entusiasta. Pero hay algo que viene desde pasado al presente.: La cabeza  evocadora de sabidurías totémicas, ahora en bronce y como entonces con versiones múltiples a veces insospechables, en las que predomina la figura femenina y el pájaro, la mujer solar y lunar.

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Joan Miró. Tela quemada 1. 1973. Antipintura. Fundación Joan Miró. Barcelona.

 

La exposición de principio a fin, viene haciendo un seguimiento del crecimiento personal y artístico del genio. Hay una lógica, en que lo que empezó con el mundo de los objetos y el asesinato de la pintura, cierre el ciclo con la Antipintura. Y aquí vamos a hablar de la gran exposición individual en el Grand Palais de París en 1974, en la que Miró se propuso que fuera una retrospectiva de convencionalidad cero. Objetivo, mostrar a un artista vital, a un joven de ochenta años, en la plenitud de un proceso creativo. Pintura y collages sobre los que se fijaban objetos, bronces basados en objetos, tapices (sobreteixim) de telas de saco, con elementos y objetos de grandes dimensiones. La exposición, que hizo época, fue concebida como un ataque sin piedad  contra el soporte de lienzo, con sus hitos de pinturas quemadas y rajadas, de las que dos están en esta exposición y realmente impresionan.

La antipintura es una pintura antisistema, una de las muchas manifestaciones contra el orden convencional de las cosas, es el territorio del caos, la expresión máxima de la creación sin limitaciones, prácticamente cósmica. Las mujeres y los pájaros siguen teniendo su encaje en este ámbito. Hay hitos como Las aves de presa se clavan en nuestras sombras de 1970, la Tête de 1972, como imagen de la muerte, el Cuadro-objeto, de un tardo-surrealismo, las Tela quemada 1 y 2, de 1973, con su inquietante agujero sobre un fondo blanco que es la nada, Sobreteixim 13 del mismo año, Personajes y pájaros en un paisaje de 1976, un cuadro que nunca se acaba de ver, o el cuadro que me gustaría tener, Pájaro 1974, un poema minimalista que es la perfección suma del equilibrio compositivo.

Ficha de la Exposición:

  • Título: Miró y el objeto
  • Sede: Caixa Forum Madrid. Paseo del Prado 36
  • Fechas: 10 de febrero a 22 de mayo 2016.
  • Organizan: Obra Social la Caixa en colaboración con la Fundación Miró (Barcelona)
  • Comisario:  William Jeffett, comisario jefe de exposiciones del Salvador Dalí Museum, St. Petersburg (Florida, Estados Unidos).
  • Actividades: Simposio Internacional “Miró y la escultura del siglo XX”. 15/16 abril 2016
Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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