Nadie puede intuir el lugar que Mariano Fortuny habría ocupado en la historia del arte universal si una repentina enfermedad no hubiera terminado con su vida cuando sólo contaba 36 años. Aún así, este pintor nacido en Reus en 1838 es, con Goya, el artista español del siglo XIX que gozó de un mayor reconocimiento internacional.
Fortuny fue uno de los más versátiles creadores del siglo XIX español. A sus facetas de pintor, acuarelista, dibujante y grabador se añade su afición al coleccionismo de antigüedades, sobre todo hispanomusulmanas, que atesoraba en su atelier de la Villa Martinori en Roma y que pueden verse en algunos de sus cuadros.
Todas estas facetas están presentes en una amplia exposición que ocupa dos salas completas del Museo del Prado, ordenadas cronológicamente desde su etapa de formación en Roma hasta el último año de su vida en Portici, la localidad del sur de Italia al pie del Vesubio donde se había instalado cuando había decidido romper con el marchante francés Adolphe Goupil una relación que le obligaba a dedicarse a encargos para el mercado antes que a su creatividad personal.
Un completo itinerario
De su formación académica en Roma, que le facilitó el contacto con el arte del Renacimiento y el Barroco, destacan aquí trabajos a lápiz (“Desnudo infantil con flauta”), a acuarela (“Il Contino”) y al óleo (“Odalisca”) que anuncian ya la presencia de un artista de amplia visión.
Cuando regresa a España en 1860 vive una de las etapas más creativas e influyentes durante su primer viaje a África becado por la Diputación de Barcelona, que estaba interesada en publicitar la presencia de un batallón de voluntarios catalanes al mando del general Prim en la guerra hispanomarroquí. Pintó episodios de aquella contienda, de los que fue testigo, en cuadros como “La batalla de Wad-Ras” y “La batalla de Tetuán”.
En África descubrió unos espacios y una nueva luz que liberaron su obra de las convenciones del academicismo y le proporcionaron colores más brillantes. El norte del continente africano le suministró algunos de los temas que no abandonó nunca, centrados en los tipos árabes y sus costumbres (“Fantasía árabe”, “Un marroquí”, “Calle de Tánger”, “El fumador de opio”), con los que se ganó un merecido prestigio entre los artistas europeos divulgadores del arte oriental. Además de África, Fortuny conocía y valoraba el arte persa y el japonés, que influyeron en su técnica pictórica.
Volvió a los motivos árabes durante su nueva estancia en Roma en 1863, que alternaba con escenas y tipos populares de las calles de la ciudad. De esta época es “La Fonte Gaia en la Piazza del Campo en Siena” y “Fantasía sobre Fausto”, en el que representa su gusto por la música en un concierto del pianista Juan Bautista Pujol. A estos años pertenecen también sus tauromaquias “Corrida de toros” y “Picador herido”.
En Granada, donde vivió entre 1870 y 1872, abordó temas de arquitectura, rincones urbanos, paisajes y jardines sobre los que pintaba escenas de género y otras ambientadas en el pasado medieval islámico y renacentista. Creó nuevos espacios con elementos procedentes de lugares distintos. “Ayuntamiento viejo de Granada”, “Almuerzo en La Alhambra” y “Pasatiempos de hijosdalgos” se enmarcan en esta faceta. También hizo pinturas de objetos y figuras del natural, como “Viejo desnudo al sol”, y de paisajes y jardines a los que dotó de colores y ambientes nuevos: “La Carrera del Darro”.
En su nueva visita a Roma en 1873 Fortuny vuelve a los temas africanos con “Árabe apoyado en un tapiz” y “Fantasía árabe a la puerta de Tánger”, esta vez con una ejecución más sintética. Pinta también escenas de la vida cotidiana (“Carnaval en el corso romano”) y de género (“La elección de la modelo”). Elige la localidad de Portici para asentarse allí en el que iba a ser último año de su vida y se sumerge en la naturaleza que plasma en “Paisaje napolitano” y “Paisaje de Portici”. Es en estos años cuando pinta los cuadros de niños desnudos en la playa en los que algunos autores han visto su influencia en los posteriores de Sorolla.
El retrato fue otro de los géneros que Fortuny abordó con frecuencia. Aquí están los de “Mirope Savati, la esposa italiana de José Gaye, “Cecilia de Madrazo” (su esposa, hija del pintor y director del Museo del Prado Federico de Madrazo), “Emma Zaragoza” y, sobre todo “La reina María Cristina y su hija la reina Isabel pasando revista a las baterías de artillería”. Este cuadro se puede ver ahora en el Prado colocado en el techo, la posición en la que fue concebido originalmente para la residencia en París de María Cristina de Borbón. Junto a esta faceta, Fortuny practicó también la de copista de obras de grandes clásicos (Velázquez, Goya, El Greco, Ribera) y la de recreación de temas del siglo XVIII como “El aficionado a las estampas”, “El vendedor de tapices” y “La vicaría”. En estos últimos recreó un mundo de belleza decorado con motivos y ornamentos de la época.
De sus últimos años figuran aquí cuadros en los que Fortuny volvía a los motivos que le fascinaron durante toda su vida: temas árabes ahora con más dinamismo y expresividad y de colorido más intenso (“Marroquíes subiendo a una cumbre”, “Árabe ante un tapiz” y “Músicos árabes”, este inacabado: estaba trabajando en él cuando murió); cuadros inspirados en la estética orientalista japonesa y escenas de la vida cotidiana y familiar con su esposa y sus hijos, a veces combinados, como en “Los hijos del pintor en el salón japonés”.
De su faceta de grabador hay aquí representaciones de litografías y aguafuertes con motivos árabes y otros en los que introduce un cierto ambiente de misterio, como en “El anacoreta”, cuya lámina de cobre figura en la exposición.
Sobresale por su originalidad en esta exposición la faceta de coleccionista de Fortuny con objetos que el pintor acumuló durante años en sus contactos con anticuarios y coleccionistas. Armas, cerámicas, muebles, cofres, textiles, espejos, mascarillas, vajillas, grabados japoneses… algunos de los cuales él mismo restauró, jalonan el recorrido de la exposición.
Más de sesenta obras se muestran por primera vez fuera de sus lugares de procedencia y otras 12 nunca lo habían hecho públicamente (pertenecen a coleccionistas privados), por lo que la exposición ofrece una ocasión única para contemplarlas en conjunto. Es todo un detalle que en cada sala se muestren fotografías del autor en cada época.
- TÍTULO: Fortuny (1838-1874)
- LUGAR. Museo del Prado. Madrid
- FECHAS. Hasta el 18 de marzo de 2018 (18:03:2018)