A pesar de que ha habido algunas mejoras sustanciales, una considerable cantidad de dudas y confusiones en el uso de la lengua común se mantienen; dudas y confusiones que desembocan en impropiedades que rayan en lo absurdo y en lo ridículo. Es frecuente leer u oír que cada día se habla y se escribe peor el castellano.
Ante eso no se puede generalizar, pues paralelamente a los problemas, muchos redactores y otros usuarios del lenguaje oral y escrito han tomado conciencia y han procurado evitar los errores. Es placentero ver que de manera regular en las redes sociales aparecen recomendaciones con las que, de manera práctica y sencilla, los interesados pueden superar sus dificultades, aunque hay que tener cuidado, pues a veces los análisis, explicaciones y razonamientos están basados en un criterio excesivamente purista, que es contraproducente en esto de explicar gramática.
Los responsables de esas publicaciones se esmeran por mostrar ejemplos sencillos que permitan disipar las dudas, lo cual ha sido altamente positivo. Lo preocupante es que personas a las que siempre se las ha tenido como cultas e instruidas, escriban “enserio”, “atravez” y “depronto”, en lugar de “en serio”, “a través” y “de pronto”, que son las formas correctas. Es algo inconcebible, dado que al escribirlas con errores, inmediatamente el procesador de palabras, por muy elemental y básica que sea su versión, las subraya en rojo, como señal de que algo irregular pudo haber ocurrido. Lo peor es que muchos profesionales se molestan cuando alguien les hace una corrección, pues creen que se las saben todas, y consideran indignante e insultante el hecho de que el común de los mortales pueda enmendarles la plana.
También es frecuente “aya” por “allá”, usada para indicar un sitio que se encuentra, en relación con la posición del que habla, relativamente apartado o lejano; pero de eso me ocuparé en otra ocasión, para satisfacer algunas inquietudes de asiduos lectores de esta publicación semanal.
Muy de moda se ha puesto “osea”, que usurpa la función de “o sea”. La forma “o sea” es la apropiada para introducir explicaciones. Lo triste, doloroso, lamentable y que hasta produce grima, es que quienes incurren en el disparate, son por lo general educadores, periodistas, abogados y otros profesionales cuya ocupación habitual es la redacción, además de que algunos presumen de intelectuales. Las redes sociales, lo digo una vez más, están plagadas de esta y otras impropiedades. Es común leer que, por ejemplo, “el hijo de la vecina acaba de cumplir 18 años, osea, es mayor de edad”.
Para entrar en materia, es prudente señalar que la forma “o sea” (separada) es sinónima de “es decir”, y sirve para aclarar algo que se ha dicho. También puede introducir una consecuencia: “Maritza es la esposa de mi hermano Saúl , o sea, mi cuñada”; “Mi nieta Marcela tiene 8 años, o sea, nació en 2010”; “El museo también abre los domingos, o sea, podemos ir todos ese día”.
Nótese que si se hace la sustitución de “o sea” por “es decir”, la expresión no sufre ninguna alteración, toda vez que ambas cumplen la misma función, o sea, son equivalentes.
Ósea es una palabra cuya sílaba tónica está en la antepenúltima y por tanto es esdrújula. Es el correspondiente femenino de óseo, que como se sabe, está relacionado con el hueso: “La vecina está a la espera de un trasplante de médula ósea”; “La médula ósea es un tejido esponjoso que se encuentra en el interior de algunos de los huesos del cuerpo, como las crestas ilíacas”.
Completa el trío el vocablo “osea”, forma conjugada del verbo osear. El verbo osear, ya en desuso, alude a la acción de espantar las aves: “El ganadero osea a las aves para que no se coman la cosecha”; “Osea a las palomas del tejado que lo están ensuciando”.
A todas estas, no hay razón para confundirse con “o sea”, “ósea” y “osea”, pues son tres formas diferentes, como ha quedado demostrado en la exposición que les he ofrecido. Solo hace falta tomar conciencia sobre la importancia de escribir medianamente bien, sobre todo cuando se hace para un público que está ávido de información, formación, y al que le debemos respeto. Todo está muy claro, o sea, no debe haber problemas.
Sea una cosa «o sea» la otra, hagamos la cuarentena sólo una vez, pero BIEN hecha por favor. Así evitaremos prórrogas que acelerarán la destrucción de la economía mundial. Así las cosas, portadores sintomáticos y asintomáticos del COVID-19 DEBERÁN USAR SU MASCARILLA al salir de casa. Lo importante es evitar que la saliva propia contaminada caiga en el otro y que la saliva del otro contaminada caiga en mi. ¡Exitos!