Ray Charles, el “genio”

Para recordar y rendir homenaje a un gran músico, 14 años puede ser un aniversario como cualquier otro. Mi amigo Xulio, dibujante de excepción pero antes cantautor,  quería una oportunidad- acariciada largo tiempo- para dibujar a Ray Charles. Y a mí, es fácil convencerme: si todos los días son el día de la mujer trabajadora o de la defensa del medio ambiente, todos los 10 de junio pueden perfectamente ser el aniversario del genio del Rhytm’n blues.

Ray-Charles-por-Xulio-Formoso-600x430 Ray Charles, el “genio”
Ray Charles por Xulio Formoso
Puedes encargar un póster de este dibujo de Xulio Formoso a [email protected]

Ray Charles, pianista, organista, compositor y director de orquesta y, sobre todo, figura legendaria con lugar propio en el mundo de la música, murió el 10 de junio de 2004 después de cinco décadas de éxitos incontestables, dejando para la historia una carrera musical fecunda y diversa, en la destacan decenas de «clásicos” que han dado la vuelta al mundo y han servido de inspiración a varias generaciones de artistas.

Como sucede a menudo, detrás de su imagen legendaria está la trayectoria vital de un hombre que tuvo que sobreponerse a sus carencias y a algunos dramas personales.

Ray Charles (nacido como Ray Charles Robinson), apodado “el genio” por Frank Sinatra, es una de las grandes figuras del Rythm’n blues, uno de los fundadores de la música “soul”, que es lo mismo que decir música con alma y, en la época de la segregación racial en Estados Unidos, el cantante preferido de un público que no distinguía de colores y se emocionaba con sus canciones de inspiración jazz, country y blues.

A los cinco años Ray Charles presenció la muerte de su hermano menor, George, ahogado accidentalmente en una lavadora manual. Un año después, a Ray le diagnosticaron un glaucoma que, en pocos meses, le dejó completamente ciego. Estudió en la Institución San Agustín, para sordos y ciegos, de Florida, donde aprendió orquestación así como a tocar varios instrumentos: piano, órgano, trompeta, clarinete y saxofón. No solo es multi-instrumentista, es también practicante de distintos géneros musicales, aunque muy pronto se  decanta por Chopin, en música clásica, y Art Tatum en jazz. A partir de 1945 crea su propio trío en Jacksonville (Florida, todavía cerca de la familia) y frecuenta los clubes de la región, donde ofrece conciertos en los que mezcla góspel, blues, jazz y country.

Con solo 17 años decide emanciparse, se instala en Seattle, y debuta en los grandes clubes de la zona como cantante acompañado de su propia orquesta. En 1949 graba el primer disco que lleva su nombre – Ray Robinson- en la carátula. Son años prometedores: conoce a Quincy Jones, firma un contrato con la compañía Swing Time Records y en 1951 produce “Baby, Let Me Hold Your Hand”, un 45 r.p.m. que asciende rápidamente en las listas del R&B. Desde su debut hasta 1963 produce 15 álbumes y compone gran cantidad de canciones.

De la fusión de jazz, country, R&B e incluso góspel, nace el “Soul”, que coloca a Ray “Robinson” Charles, la leyenda con gafas negras, entre los grandes intérpretes de la década de 1950: la mezcla de “deseo sexual y liturgia” que imprime a sus interpretaciones, gracias también al poyo de sus coristas negras, The Raelettes, le convierte en una estrella del panorama musical, primero en Estados Unidos e inmediatamente después en Europa. En el mundo triunfa el swing, luego llegan el rock and roll  y la música pop angloamericana. “Ray Charles deja pasar las corrientes, las absorbe, las fusiona e inspira a tres generaciones de músicos (…) Cuarenta años más tarde, 12 Grammys y cientos de millones de discos vendidos » (L’Express, 1999).

Es entonces, y para evitar confusiones con un famoso boxeador de la época llamado también Ray Robinson, cuando cambia definitivamente su nombre por el de Ray Charles. Y es entonces también cuando empiezan a llegar los grandes éxitos internacionales: “I Got A Woman”, “The Right Time, “What I Say”, “Georgia on My Mind”, “Unchain my Heart…el álbum “The Genius of Ray Charles” (1959) y la creación de su propia productora “Ray Charles Enterprises” (1963). Cuando se niega a actuar en una sala de Georgia, a causa de la ley de segregación, le prohíben actuar en todo el estado. Llegado más tarde el fin de la segregación, el gobierno de Georgia le presentó sus excusas en público y eligió su versión de la celebérrima canción “Georgia on My Mind” (escrita en 1930 por Hagy Carmichael y Stuart Gorrell) como himno oficial.

« Melodies bring memories ». O algo así como que la música suele estar asociada a los recuerdos, que tiene el sorprendente  poder de reenviarnos a otros espacios, con frecuencia lejanos, y a otros tiempos. La canción « Georgia » es sobre todo « una forma acústica que une pasado y presente, una forma precisa que cumple una función de referencia, y que incluye todo un contexto visual (pétalos, pinos, claro de luna… » (Georgia On My Mind de Ray Charles. Bernard Lortat- Ed. Jacob 2006)

A pesar de que la crítica y el público le miman, o quizá por ello, Ray Charles cae en la dependencia de la heroína, y tras graves y sucesivas enfermedades es forzado por sus allegados a hacer una cura de desintoxicación. Desde entonces, y hasta el final de sus días,  arrastró una grave enfermedad hepática.

Regresa en 1966, pero en las dos décadas siguientes solo consigue pequeños éxitos puntuales. Aprovecha esa pausa para publicar su autobiografía: “Brother Ray” (1978). La entrada, en 1986, en el Rock’n’Roll Hall of Fame, y las apariciones en televisión durante los años 1990 y 2000 le devuelven el interés de un público que le había abandonado, y desde entonces y hasta su muerte en 2004, a los 73 años, continuó haciendo giras de conciertos por todo el mundo. “De él se decía que podía cantar la guía telefónica. En efecto, transformó el gospel en canción de amor, el country en gospel, el gospel en blues (…) Ray Charles era ese extraño cocinero que, a partir de producciones mediocres de las variedades estadounidenses, e internacionales, podía servir obras maestras. Un alquimista que transformaba lo común en bello…”.

La última vez que apareció en un escenario fue el 30 de abril de 2004, en el Teatro Griego de Los Angeles, festejando su concierto número 10 000, junto a Clint Eastwood. Acababa de grabar un álbum de dúos –titulado “Genius Loves Compagny”- junto a Norah Jones, B.B. King, Steve Gander, Van Morrison y Willie Nelson, entre otros. En febrero de 2005, ese disco recibió ocho premios Grammy, entre ellos el de la mejor grabación del año. El mismo año se estrenó el largometraje sobre su vida, “Ray”, dirigido por Taylor Hackford e interpretado por Jamie Fox, que ganó el Oscar al Mejor Actor.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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