Rocío está hoy en Madrid para hacer una grabación y para conversar un rato en esta tarde de invierno en primavera de la persona que está detrás de la artista, de su voz, de su infancia, de sus premios, de sus miedos, de sus sensibilidades y emociones, sus estudios, sus trabajos, su ayer y su hoy.
Un hoy grandioso de cantaora – cantante consolidada internacionalmente. El hoy de una niña de Huelva, que se fue a vivir a Sevilla y desde ahí su arte, que fue haciéndose paso a paso polifacético, la lanzó al mundo.
Empezamos hablando de los colores de su voz, de sus recursos vocales, de sus registros tímbricos, del fruto de un trabajo prolongado en el tiempo, de una búsqueda constante, de una investigación que deja patente en cada concierto. Y comienzo por pedirla que me haga una historia de su voz.
Rocío Márquez. Cada uno canta como es. Yo soy una persona de frenos, verbalmente muy calmada, dulce, me gusta la cercanía. Trabajo el posicionamiento de la voz, el ‘sacar pa’fuera’ de la forma más redondeada posible, fuerte y clara. En mi cante está patente la polaridad de mi personalidad.
Teresa Fernández. A veces en tu voz se detectan unos timbres líricos que deben tener un origen, una historia.
RM. Me llama la atención que me lo digas, porque mis primeros referentes son cantaores del principios del siglo pasado, Marchena, Vallejo, Pastora y ellos están muy cerca de esos registros, tienen ese color. En cierto modo, la colocación de la voz está muy asociada a la época, a las modas, a modelos de técnicas que suenan de una manera. Es muy probable que mis sonidos empiecen a reconocerse por ahí. De pequeñita empecé a cantar, con un sonido muy limpio, muy ‘payo’, nada flamenco. Hoy en día estoy en desacuerdo con que exista un solo sonido flamenco, pero de pequeña yo lo percibía así y lo que hice fue imitar otros sonidos. Hasta que tuve la suerte de encontrar ayuda en una cantante lírica, Gloria Muñoz, quien me ayudó a conectarme conmigo misma, me ayudó a conocerme mucho mejor y sobre todo me enseñó que cada uno de nosotros tenemos muchos registros y nos perdemos mucho si nos limitamos a reconocernos solo en un color.
TF. Así es. Todo el mundo habla de tu voz cristalina, pero en tu voz hay muchos matices más allá del cristal…
RM. Precisamente estoy en esa búsqueda. En la de los colores, en la sensación de evolución permanente, porque si no es muy aburrido. La búsqueda es continua y desde hace tiempo no me limito en el tema del color, que es también tema de la colocación y de las sensaciones. Cuando cantas puedes tener sensaciones muy distintas en función de cómo empleas la voz y el cuerpo. Ya no es solo el contenido de lo que estás diciendo, de la letra, del estilo, también es cómo empleas tu cuerpo, como instrumento social, político …
TF. Esto me recuerda tu actuación con Fahmi Alquai, cómo tu voz, tu cuerpo y tus sensaciones se adaptaban a la viola de gamba, en otra manera de cantar con otro instrumento…
RM. Es muy interesante cantar con formatos distintos y compartir músicos distintos, porque si no somos permeables, si no dejamos que nos cale todo lo que nos rodea, el compartir pierde sentido. Es como en la vida…
TF. Me recuerdas historias de otras voces. Por ejemplo la de Ainhoa Arteta, según confesión propia, es una voz construida para la lírica. La voz soprano fue surgiendo de ese trabajo. O Plácido Domingo, quien al principio se creía barítono, hasta que le sorprendió el tono tenor. En tu caso, ¿cómo ha sido?
RM. En mi caso es bastante lógica la construcción de mi propia voz en esa búsqueda que yo creo que va mucho conmigo, con cómo yo soy. He aprendido mucho no solo de recibir clases, sino también de impartirlas, por las preguntas que te hacen y que te hacen cuestionarte cosas que normalmente haces sin pensar. Te hacen preguntas sobre su voz, que no es la tuya y tienes que plantearte si para ti es necesario eso o no. Me encanta redescubrirme en mi día a día, en mi manera de relacionarme o de actuar, me gusta sorprenderme a mi misma, ponerme a veces en la cuerda floja, no saber como actuar, porque si no se me antoja todo muy aburrío, ¿no? Pero otro artista, con otra personalidad, tendrá otra manera de trabajarse la voz o quizá ni siquiera tiene necesidad de hacerlo. Con esto quiero decir, que no es que haya que trabajar la voz para que esté bien, no, cada uno tiene que ser auténtico consigo mismo. Para mí, ser auténtica conmigo misma es tener sensación de pureza. Dar lo que tenemos, no dar un discurso que en nosotros no existe.
TF. Sin duda tus estudios en la universidad de Sevilla han sido determinantes. Sobre todo tu tesis sobre técnica vocal flamenca que has defendido recientemente. ¿Podrías hacer una síntesis de tu enfoque?
RM. Me he centrado únicamente en técnicas vocales flamencas por una razón, porque había muy poco escrito sobre este tema específico y me pareció interesante y necesario. Por ejemplo, en el conservatorio de Sevilla ya estaba metida la asignatura de técnica vocal y me sorprendió que el programa que seguían era de técnica vocal lírica, porque no había un programa específico de técnica flamenca. Yo sé lo que es tener un nódulo y no saber como quitármelo y no saber qué estoy haciendo mal y no saber como tratarlo desde mi disciplina, así que me apetecía allanar ese terreno en la medida de lo posible, porque ahora vienen empujando y porque seguro que lo que me ha pasado a mí le ha pasado a más gente y nuestra experiencia puede ayudar a otros. Es la única manera de avanzar también como arte. Esa fue mi inquietud y me pareció un tema bonito y necesario. Yo lo que planteo con mi hipótesis es que hay más de una técnica vocal en el flamenco, no hay una única manera de cantar flamenco. Esto me llegaba al hacer el análisis de un sonido, que una resonancia cinemática no podía ser magnética porque con el movimiento se nublaba la imagen. Trabajé con otros compañeros que fueron mis referentes y ahí me di cuenta de que había toda una serie de colocaciones diferentes, no una sola colocación cuando hablábamos de colocación en el flamenco. Si nos situamos, hablando de forma coloquial, en los huesitos del cráneo, nos encontramos con varias cavidades. Los senos frontal, paranasal, etmoidal, esfenoidal, que es donde resuena el aire, pueden funcionar junto a una técnica mixta, como por ejemplo la de Miguel Poveda, que usa distintos resonadores. Otros artistas se centran principalmente en una cavidad resonante, por ejemplo, si nos vamos al sonido de Mairena, o de Naranjito de Triana, vemos que tienen una colocación de seno etmoidal. Si queremos hacer un paralelismo con otros mundos, seguramente el seno frontal lo podamos asociar a la máscara y el etmoidal lo podamos asociar al de coronilla que decimos los flamencos, como sonido más redondo. Lo que si hemos podido demostrar en la hipótesis es que hay distintas colocaciones y que por ejemplo, la manera de colocar o de resonar que tenían La Niña de los Peines, Marchena, Vallejo, no tiene nada que ver con la de Camarón o con la de Mairena y todas ellas son flamencas. Los fallos en ese sistema resonador te pueden perjudicar y eso hay que evitarlo a dos niveles, de salud y de higiene vocal. O distintas percepciones, la de las posibilidades tímbricas que te ofrece la colocación o la de la salud vocal. Yo me he centrado más en las posibilidades, en la libertad que te ofrece tener un abanico de registros, evitar la identificación con uno solo que no permitiría otro tipo de búsqueda.
TF. Esto explica mucho tus resultados con la voz.
RM. Claro, por ejemplo cuando me metía en las máquinas de resonancia cinemática, yo hacía la misma frase en el mismo tono, proyectándola en las distintas cavidades resonantes, para ver que diferencia física había de una a otra. Y después contrastaba con el análisis del sonido de esas distintas proyecciones y a la vez lo contrastaba con las de mis compañeros. Estrella Morente me decía que sentía el sonido entre las cejas, con lo que estaba indicando el seno frontal, otra compañera me hablaba del etmoidal y así me encantaría que en un futuro el análisis de la resonancia cinemática y del sonido se extendiera a muchos otros artistas para así poder tener un banco de estudio más amplio.
TF. En 2008 te alzaste con la Lámpara Minera en el Festival del Cante de las Minas de La Unión, casi un Nobel del Flamenco…Para ti eso supuso un fin de ciclo y el comienzo de una libertad, que con gran sabiduría has sabido gestionar muy bien..
RM. Tardé un año en sentir esa libertad. El primer año me quedé ‘hierática’. Me costaba mucho hacer algo que no hubiera hecho hasta el momento por miedo a defraudar. Sentía que habían puesto en mí mucha confianza y era como sentir una sensación nueva…(larga pausa) un arma de doble filo, miedo por la responsabilidad que ello suponía, además de mucha ilusión y agradecimiento porque para mí había sido un sueño desde hacía muchos años. Un sueño que tenía una parte maravillosa y otra parte de ‘y ahora qué’. Y me quedé bloqueada en el ‘ahora qué’ sin poder moverme. Y fue tan extremo ese no moverme que de repente perdí el sentío y me dije ‘o me lo permito o tengo que dejar de cantar’. Ya ves, que como te comentaba antes soy una persona bastante extrema. Los puntos intermedios me cuestan. Así que decidí permitirme una búsqueda y me dije a partir de ahora tengo que dar prioridad a un nuevo proceso y entender que si yo me posiciono de una manera firme, consecuentemente va a haber gente que hasta ahora me ha apoyado y que quizá a partir de ahora no quiera apoyarme y está en su derecho. Y será una buena señal, porque me estoy permitiendo algo que hasta ahora no me había permitido.
TF. Pero Rocío, la lámpara tuvo que darte muchísima confianza en ti misma ¿no?
RM. A ver. Al principio fue como te digo, hay miedo a fallar, porque las expectativas que se crean son enormes, todo el mundo va a ver a la ganadora de la Lámpara Minera, a ver cómo lo haces. Expectativas que antes no existían, antes nadie te conocía, gustabas o no, y si era no, no pasaba ná, pero ahora tú sabes que la gente va esperando un listón muy alto y eres consciente de ello. Así que te mentiría si te digo que yo sentí libertad y confianza. La libertad me la tuve que currar, porque a mí lo que me entró fue un miedo que me moría. Porque de repente tienes a muchísima gente diciéndote lo que espera de tí, compañeros, periodistas, programadores, diciéndote ‘lo que tú tienes que hacer es esto o aquello’. Hasta que te permites hacer lo que tú crees que tienes que hacer, tienes por delante todo un proceso.
TF. En 2009 con Aquí y ahora ya te lo habías permitido. Empiezas a marcar un territorio de música y poesía popular que se prolonga en el modo de relacionarte con tu guitarrista, Guillermo Guillén, que más que un acompañante, era tu contrapunto en un diálogo de cuerdas muy íntimo y cómplice, con introducción, tronco y desenlace. Todo un camino.
RM. Un camino maravilloso en el que yo salté a la vida. Guille por entonces era mi pareja y teníamos una conexión fortísima. En Aquí y ahora está todo lo que vivimos juntos, todo lo que te estaba contando de esos miedos. Compartir todo eso fue maravilloso, un regalo, y así lo vivimos los dos y todavía lo recordamos con un gran cariño. Es cierto, ahí se producía un diálogo, una conexión especial.
TF. Cuando llegas a tu trabajo de 2014, El Niño por los campos marcheneros, estás entrando de lleno en lo que podríamos llamar ‘La forja de una rebelde’. Y para eso traes a tu vida a Pepe Marchena, el que vistió de limpio al flamenco. Rebelde donde los haya, no le haces un homenaje, simplemente le pones en tu propia rebeldía.
RM. Sí, viendo como él se libera, cómo él se lo permite, sus pasos me sirven de guía. Su obra y su manera de entender el cante, significó para mí entender la libertad plena que yo estaba buscando y es través de él donde conecto con esa sensación, con esa emoción
TF. Y con tus Campos marcheneros en la Suma Flamenca de 2015, la Sala Roja de los Teatros del Canal te premió con aplausos cerrados, unánimes. Recuerdo que dijiste, “gracias por entenderme, no ha sido igual en otras partes…” Traducido: Con puristas habías topado, ¿y qué?
RM. (Se ríe de buena gana) Sí, pues así fue y así lo sentí. Cuando sientes esa necesidad vital de compartir por encima de obstáculos, compartir lo que estás viviendo en ese momento, sientes una gran emoción, una sensación de felicidad y de alegría cuando de repente se produce esa respuesta, cuando la gente te está devolviendo la energía que tú has mandao a ellos, que lo que estás dando se te devuelve multiplicado, qué bendición y qué agradecida te sientes cuando pasa eso. Y cuando no sucede, tienes esa sensación agridulce que no se entiende bien, pero que hay que saber llevar, por supuesto.
TF. En tu último disco Firmamento, eres el espíritu libre sin más límites que los que tú quieras ponerte. Desde tu ser íntimo, cuéntame esa historia de un recorrido por nanas, cuencas mineras, mujeres para poner su poesía a tu música, la ausencia siempre presente de Federico, guerras y refugiados, contaminación casi letal, seguiriyas de ayer puestas en tu voz de hoy que remata en un do de pecho grandioso que es como un grito en el desierto…Flamenco sin guitarra ni palmeros, pero jondo, con otro tipo de jondura…Sigue tú.
RM. Te agradezco esas palabras que son justo lo que siento. Fíjate que esta propuesta nació de mi primer concierto con los artistas de Proyecto Lorca en el Teatro Real, con una emoción totalmente nueva. Es curioso, todos mis proyectos han nacido de una emoción, no de un pensamiento. Y esa emoción en el Real fue la que impulsó Firmamento. La emoción siempre es lo más real. Entonces cuando la sientes, es como una cuerda de la que tirar, es como el comienzo de algo aún sin definir. Esas sensaciones me las apunto, les pongo fecha y sé que en algún momento voy a desarrollarlas. Sé que llegará ese momento y llegarán las personas y se dará todo alrededor. Son tantos elementos de vida que es como magia, es como cuando las constelaciones se ponen cada una en su sitio y te preguntas ¿cómo ha podido darse esto? Por eso es Firmamento, porque cada constelación se pone en su sitio.
TF. Y para terminar dame una primicia sobre lo que vas a hacer el 4 de mayo en el Auditorio Nacional, Sala Sinfónica. Qué vas a cantar en ese Recital Flamenco, con la guitarra de Miguel Ángel Cortés y tus queridos Mellis al compás. Y tus invitados…Todo.
RM. Va a ser un recital de flamenco tradicional que me apetecía mucho porque lo que había venido haciendo en el Auditorio era diferente y ahora era el momento de volver a la tradición. Los invitados son Carmen Linares y Kiko Veneno, cada uno en una línea y un concepto totalmente diferentes que enriquece la percepción de lo que es el arte flamenco y las distintas versiones que pueden darse sobre el mismo. Así que lo que he intentado para este recital es ir tranquila. He escogido los cantes con los que me siento más cómoda, porque los tengo muy interiorizados. Habrá cantes de ida y vuelta, levante, seguiriya, caracoles, fandango, peteneras. Seguramente romanza de Córdoba y no faltará La Leyenda del Tiempo que me apetece mucho.
TF. Rocío, ha sido un gran placer compartir contigo este largo momento. La verdad es que emocionas tanto con tus confidencias como con tu cante. Gracias.