Tenemos derecho a vivir como si la justicia se nos acercara, enderezara su balanza con un beso y nos susurrara a todo pulmón ¡Nunca más!
Tenemos derecho al empecinamiento, tenacidad insoslayable contra la desidia, terquedad sin freno que anima las luchas, voluntad irreductible de continuar avanzando pese a los desencantos; posibilidad de recoger las migajitas del corazón destrozado en las contradicciones, sanarlo e inventarle un nuevo anhelo, una esperanza artesanal hecha a múltiples manos.
Tenemos derecho a sentirnos humanidad disminuida en cada uno de sus cuerpos maltratados, en cada espíritu sangrante; heridas que curten la piel venezolana. Lágrimas de un pueblo lamentablemente experto en reconducir cada una de las experiencias traumáticas y hacer de ellas un escalón ascendido en el camino del desarrollo humano: grito desgarrado que se convierte en denuncia indeleble.
Tenemos derecho a decidir nuestro destino con la legitimidad que nos da el compromiso, a trabajar en la construcción de una sociedad que dejará de estar en el territorio de lo imposible: se hará utopía y llegará como bendición del pueblo para el pueblo.
A partir del mes de febrero de 2014, a raíz de las llamadas “guarimbas”, acciones de violencia cometidas por sectores de la derecha política en su protesta contra la gestión gubernamental, un grupo de activistas de derechos humanos de larga trayectoria, deciden conformar una red alternativa que desde un enfoque socialista promueva los derechos humanos en Venezuela. He aquí sus fundamentos:
1.- SUR
El «Sur» no es solo una referencia geográfica (el lugar en donde vive la inmensa mayoría pobre del planeta) sino, también, una referencia eticopolítica que implica la opción por aquellos/as que, el contexto colonial, patriarcal, de dominio del capital sobre la vida, ha excluido y/o subordinado: mujeres, sectores populares, pueblos indígenas, comunidades afro, campesinos/as, personas sexodiversas y la propia naturaleza. SurDH es un espacio de articulación que se propone pensar y actuar desde y con ese Sur, acompañando e impulsando luchas por una vida digna y por un contexto económico, político, social y cultural radicalmente democrático que la posibilite.
2.-Derechos humanos de “alta intensidad”
Los derechos humanos son, a la vez, unas herramientas de lucha y un terreno en disputa. Nos interesa contar con mejores herramientas para las luchas de los pueblos, por lo que resulta fundamental entrar en la disputa. La visión hegemónica de los derechos humanos, de anclaje liberal (la que cuenta con mayor peso en instancias interestatales, los instrumentos, la doctrina y las corporaciones mediáticas mundiales), focaliza su interés en:
- una concepción reducida de los derechos civiles y políticos,
- la protección de los individuos frente a amenazas externas que interfieren con el ejercicio de la libertad, provenientes fundamentalmente del Estado y, consecuentemente, en
- un sobredimensionamiento de las obligaciones estatales de “Respetar” (que implican un Estado que se abstiene de actuar), descuidando un tipo particular de obligaciones de “Proteger” a las personas o pueblos de los daños ocasionados por otros particulares (poderes fácticos) y, sobre todo, de las obligaciones de “Cumplir”, que garantizan el igual disfrute de los derechos.
Las visiones contrahegemónicas, de “alta intensidad”, son variadas, pero suelen coincidir en:
- a) su interés en la igualdad sustantiva, que implica la interdependencia entre los derechos sociales y el resto de los derechos, así como la comprensión del derecho a la igualdad y no discriminación como conjunto de garantías para la igualdad de resultados;
- b) la actuación de un Estado Fuerte (para “proteger” y “cumplir”) junto a un pueblo organizado, movilizado por sus derechos y con crecientes espacios de autogobierno,
- c) los derechos colectivos, de los pueblos (entre ellos el de la autodeterminación) y de la naturaleza y,
- d) la concepción intercultural, cosmopolita, de los derechos humanos, que implica un diálogo en proceso y una interpelación a lo insuficientemente protectora de la dignidad de personas y pueblos que es la visión hegemónica liberal.
SurDH entra en esta disputa, tomando decididamente partido por la emergencia de un derecho internacional de los derechos humanos (y sus dispositivos institucionales nacionales e internacionales) al servicio de todas las personas y pueblos y en contra de su versión liberal, en donde la “baja intensidad” los hace insuficientemente eficaces para el logro de su vocación proclamada.
3.-Democracia socialista
La doctrina hegemónica de los derechos humanos ha reconocido la importancia de un contexto que favorezca su disfrute, al señalar la interdependencia entre derechos humanos y democracia. No obstante, limita la democracia a su versión liberal representativa de las economías de mercado, por lo que el resultado es un contexto limitante y unos derechos humanos limitados, de “baja intensidad”.
Unos derechos humanos de «alta intensidad» implican, por el contrario, un contexto democrático, no solo en lo político (ni en su forma representativa elitesca), sino también en lo económico, social y cultural. Entender la democracia como gramática de la sociedad y no solo como régimen político implica su desborde a todos los ámbitos de la vida, en sus formas participativas, deliberativas, directas y socialistas. Implica el reconocimiento e inclusión de aquellos sectores excluidos, invisibilizados o negados; la redistribución de la riqueza, los medios de producción y la democratización de la organización del trabajo (socialismo); así como la democratización del poder político y la movilización de las mayorías.
SurDH entiende esta forma contrahegemónica de democracia como democracia socialista, que se diferencia radicalmente del socialismo burocrático autoritario del Siglo XX y de la socialdemocracia claudicante ante el capitalismo. A la construcción de esta forma de democracia de alta intensidad, asociamos la posibilidad de ampliación del goce efectivo de derechos de toda la población.
4.-Ampliación de las formas de lucha
Además de las garantías formales de los derechos humanos, judiciales o administrativas, que deben ser utilizadas; SurDH apuesta por la organización y movilización popular como garantías del ejercicio y disfrute de los derechos. En ese sentido, acompaña y promueve la construcción de condiciones favorables para el ejercicio del poder (político, económico, cultural) de los sectores estructural e históricamente discriminados y su ejercicio en función de la dignidad colectiva.
5.-Reivindicación de los derechos humanos desde la izquierda
El discurso de los derechos humanos en Venezuela está secuestrado por el pensamiento liberal. Los sectores liberales instrumentalizan de manera cotidiana estos derechos para lograr la deslegitimación de un proceso político en el que el pueblo pobre y excluido está movilizado en demanda y celebración de sus derechos. Una parte importante de la izquierda local responde a este secuestro con desprecio hacia los derechos humanos, considerándolos, erradamente, ajenos a las tradiciones intelectuales y luchas populares.
A juicio de SurDH, cometen un grave error, pues abandonan un campo de batalla en el que históricas luchas libertarias y solidarias han dado enormes aportes. La sociedad democrática alternativa al capitalismo no puede pensarse, a nuestro juicio, sin la presencia protagónica de los derechos humanos.