«Los pobres están pagando los errores de los ricos», ha declarado David Begg, secretario general de la confederación sindical de Irlanda (Trade Union Congress of Ireland). Ha sido en la conferencia de trabajo que precede al Congreso Mundial de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), que se ha inaugurado el 4 de junio en Dublín: «Tenemos que ganar también la batalla de las ideas contra el neoliberalismo. Solo así tendremos un futuro más justo y democrático», añadió Begg.
En el turno de palabra se han sucedido Jim Boumelha, presidente actual de la FIP, Beth Costa, secretaria general, y diversos representantes del mundo del periodismo y del sindicalismo de los periodistas. No todo es concordia, sin embargo, y buenas palabras. En la serie de informes presentados por representantes de África, el mundo árabe, la región de Asia-Pacífico, América Latina, Norteamérica y Europa, ha quedado claro que la distancia es enorme entre unos y otros. Algunos conciben la existencia de servicios y medios públicos como imprescindible; otros disimulan su oposición a la mera existencia de servicios públicos verdaderos.
El discurso del presidente danés de la Federación Europea de Periodistas, Mogens Blicher Bjerregàrd, vuelve a sorprender por la ausencia en él de voluntad de apoyo verdadero a un sistema consistente, plural, estructurado, de medios de comunicación, con verdaderas redacciones periodísticas que hacen un trabajo informativo colectivo. Avanza, al contrario, la idea neoliberal de una dispersión inevitable de los periodistas, convertidos en eremitas del oficio, aislados y convertidos en soldados de su propio destino, que sobreviven negociando por sí mismos su salario. Es una concepción profesional casi mendicante y que diluye los grupos, las asociaciones, los colectivos profesionles. Si se mantiene en ese discurso una vaga proposición de negoción colectiva, es solo para establecer «condiciones mínimas». Muy mínimas.
Afortunadamente, no es la estrategia predominante en la mayoría de las organizaciones de periodistas del mundo. Porque muchos, en México, Etiopía, Pakistán o Turquía, tienen que enfrentarse a distintos tipos de violencia o represión: «Por favor, salvénnos, porque nos estamos muriendo», lanzó a la sala el paquistaní Muhammed Amin Yousuf. El discurso de las «condiciones mínimas» es solo válido en países donde lo «mínimo» es suficiente. En el resto, es -como poco- miseria, si no represión y pésimas condiciones laborales.
Pobreza en aumento.
En ese sentido iban las palabras de otros oradores. «Los ricos son hoy escandalosamente más ricos. ¿Qué se ha hecho por el mundo del trabajo? Nada. La fuerza que tenemos es la negociación, nuestra propia organización y la voluntad unitaria», señaló Patrick Itschbert, secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos: «Es la derecha quien convenció a todos en el mundo de que esta austeridad era necesaria. Tenemos que convencer a los trabajadores y a las clases medias de que esto no debe ser, no es así».
El Congreso de la FIP concluirá el próximo viernes día 7 con la elección de una nueva presidencia y de otro Comité Ejecutivo, que sustituirán a los que fueron elegidos hace tres años en Cádiz (España).