Después del éxito del Boom literario con los grandes de la literatura latinoamericana, en los 60/70, surgieron los movimientos de reacción: la Generación de la Ruptura, los Macondo, tendencias regionales, pluralidad de estilos y temas, y el gran movimiento del Milenio.
Los jóvenes escritores nacidos a partir del siglo XXI, bajo la globalización y la informática, que se mueven en diversos escenarios y responde al flujo de las redes sociales y de los cambios sociales, con fuerte influencia de la media y del mundo digital son “los Milenios”. Andrés Ruiz es uno de ellos pero con un matiz diferente, es escritor y es diplomático.
En México, la actividad cultural tiene una permanente renovación y la presencia de nuevos narradores alimenta la larga tradición literaria del país Azteca, aunque no haya una voz rectora que aglutine esta nueva manifestación, el fenómeno literario tiene otra fisonomía, más plural y diversa.
Conversamos con Andrés Ruiz, quien suma a la visión globalizadora literaria, la tradición de escritores diplomáticos, muy importante en la literatura latinoamericana y mundial.
Nombres como Angel Ganivet, Juan Valera, Saint John Perse, Rubén Darío, Amado Nervo, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Alfonso Reyes, John Le Carré, (maestro de la novela de espionaje), Rosario Castellanos, V.S.Naipul (premio Nobel en 2001), Octavio Paz, (otro Premio Nobel-1990), Carlos Fuentes, Sergio Pitol, y la lista continua, tanto, que hay un Asociación de escritores diplomáticos, y un acuerdo tácito donde literatura y diplomacia conviven sin riesgo.
Andrés Ruiz es Licenciado en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y Miembro del Servicio Exterior Mexicano desde 2012. Fue Becario en el Colegio de México (2008-10) y ha publicado artículos en la Revista Mexicana de Política Exterior y en la Revista Foro Internacional, y cuentos y ensayos en la Revista Opción.
Ha trabajado en el Consulado General de Atlanta y en el Consulado de Miami donde cubrió Prensa y Asuntos Comunitarios, durante el periodos 2012-2018. Actualmente, es asesor en la Subsecretaria de América del Norte, en México. Conversamos con Andrés sobre la generación del Milenio, la literatura y la relación entre diplomacia y letras, con motivo del lanzamiento de su primer libro de cuentos “Viajar ligero”, en el Instituto Cultural de México en Miami.
Andrés Ruiz: Creo que mi literatura se enmarca en la literatura del Milenio en la medida que sucede dentro del paisaje urbano y registra el impacto de las redes sociales, de las nuevas tecnologías, y de otras maneras de comunicarnos, donde no hay solo la interacción directa entre los personajes sino que hay mucha mediación de la tecnología: televisión, internet, redes sociales; estas han cambiado la manera de relacionarnos.
Adriana Bianco: También hay cambios en los escenarios. Antes las capitales, como México, eran los focos de la acción literaria, hoy, los focos pueden estar en la frontera o en las provincias como Guadalajara con su famosa Feria del libro.
AR: Si, hay una descentralización y la frontera es un ejemplo muy interesante porque retrata las dinámicas fronterizas que están vinculadas con la idea de la identidad ya que amigos escritores se sienten mexicanos pero no son de la capital y el hecho de estar en la frontera los sitúa en otro escenario. A ésto, se une el intercambio con Estados Unidos que crea otras dinámicas culturales, además de la presencia de la “Cultura y Literatura Chicana”, y de la inmigración.
AB: Bueno… la inmigración ha existido siempre, desde la antigüedad, la búsqueda de alimento, de tierras, ahora es más evidente y hay más información con los medios de comunicación. Creo que la inmigración conlleva al problema de la identidad, que también se plantea en la literatura con la globalización.
AR: Por supuesto. Antes las migraciones eran flujos más establecidos y puntuales, pero con la globalización, las redes sociales, la gente conoce y sabe de otros lugares y aparece el aspecto “aspiracional,” se genera el deseo de una vida mejor; más allá de lo económico o de la inseguridad personal que obligan a emigrar.
Planteaste la cuestión de la identidad, el aspecto de identidad es complejo, porque no es solo el caso de los inmigrantes de primera generación que tratan de mantener su cultura original y tratan de transplantarla con su lengua al nuevo hogar, sino la de sus hijos y nietos que crecen en esa ambivalencia. La identidad es algo que se nos da pero que también escogemos, por eso los inmigrantes tratan de tomar de las dos culturas y adaptarse, pero también pueden sentirse excluidos y generar una contracultura, o simplemente obviar a una cultura y afirmarse solo en otra. Por otra parte, están los mexicanos que crecieron en Estados Unidos y vuelven a México pero con una mirada diferente porque se educaron en Estados Unidos. Por otro lado, México ha cambiado, es un país de origen de inmigrantes, pero es también un país de destino, de tránsito o de retorno. Todo este complejo social, la literatura del Milenio lo recibe, como parte del fenómeno de la globalización y de las nuevas tecnologías. Hay sociedades ya multiculturales como Canada, México tal vez se convierta en un país más diverso …
AB: La cultura mexicana es tan ancestral, tiene tanta historia que espero nada la cambie porque es una cultura muy rica que ha dado y da mucho…
AR: Claro, El poder de la cultura Mexicana es muy fuerte y la gente que llega a México se siente envuelta en la “mexicanidad”.
AB: Cambiando de tema. Cómo fue tu encuentro con la literatura, cuándo surgió tu vocación de escritor, ya que como profesión eres diplomático.
AR: La literatura empezó joven en mi, siempre fui muy lector, comencé escribiendo cuentos y publicando. Ha habido una introspección en mi que buscaba plasmarse en algo, en encontrar caminos. Efectivamente, yo seguí la carrera diplomática, como Cortázar, quien escribía pero trabajaba en Naciones Unidas, o Carlos Fuentes u Octavio Paz. Estos escritores trataban de dar sentido a un mundo complejo sin estar encerrados, sino a través de su trabajo diario, e influían en la realidad con su literatura.
AB: La diplomacia exige ciertas reglas y esta sujeta a regulaciones, en cambio el escritor es libre y practica esa libertad. ¿Cómo concilias estos dos aspectos?
AR: Exactamente, en la diplomacia hay reglas y deben observarse muchos aspectos, pero en la literatura, si es seria, también hay que encontrar las palabras precisas para expresar lo que se desea. La literatura permite libertad, y trasciende muchos campos, trasciende los posicionamientos políticos del momento porque se concentra en los temas fundamentales del hombre. Enfoca la parte central de lo humano, de lo que somos como humanidad. Todo escritor puede elegir sus temas, yo deseo bucear en lo que somos, hay cuestiones de fondo en el ser humano que tocan su esencia, o su identidad. Hay temas universales como el amor y la muerte. No creo que haya conflicto entre las dos carreras. La belleza de la literatura es que cuando uno entra en la ficción no hay un posicionamiento único, se pueden explorar varios caminos, jugar con la imaginación, sin limitantes.
AB: En tu libro de cuentos “Viajar ligero”, no hay ligereza ni frivolidad, sino observación y creatividad. Me gustaría que me comentaras cómo surgió este libro que aúna cuentos tan diversos.
AR: La idea que une este libro, es la idea de “Viajar”, porque para mi leer es viajar. El cuento es más breve que la novela, tiene reglas distintas a la novela pero no por ello es menos interesante o profundo, el cuento puede darte un golpe de knocaout, como lo dice Cortázar, un autor que me ha impactado cuando lo leí por primera vez.
AB: Hay una tradición cuentística Mexicana muy importante, desde los mitos y leyendas prehispánicos pasando por el Modernismo hasta los autores modernos, como Rulfo, que retrata el México profundo. Hay otra vertiente mas surrealista, donde el humor es personaje, que aparece con Juan José Arreola, y donde muchos cuentos tuyos se inclinan.
AR: Los cuentistas latinoamericano han influido en mis lecturas: Julio Cortázar, García Márquez, Borges, sin duda, Arreola, Monterroso, y aunque he leído cuentistas europeos y americanos no conectan de la misma manera con la realidad en la que uno creció. El humor evita la solemnidad, ayuda a ver los problemas más distendidos. Aunque estos maestros son importantes para mi, he procurado tener una voz propia, no quiero ser copia de ninguno de ellos.
AB: En tu libro hay una voz propia, hay frescura en encarar los temas, audacia en aspectos surrealistas, juegos de tiempo y espacio, paralelismos situacionales que dan a la narración agilidad.
AR: Me interesa jugar con las posibilidades del lenguaje, usando diferentes perspectivas. Este libro surgió de a poco, fueron cuentos que escribí, explorando distintas posibilidades. No es homogéneo tematicamente pero si en el estilo, en la selección de los cuentos, haya algunos más centrados en la crónica, otros microrrelatos más absurdos. No olvido la sorpresa, porque a mi me gusta leer cuentos que me sorprendan…
AB: ¿Cómo defines la literatura? ¿Qué es la literatura para ti?
AR: Vaya pregunta! Así como nosotros escribimos para saber quienes somos, creo que la literatura es como una gran historia de la Humanidad, estos conjuntos de narraciones nos identifican como Humanidad, Los más profundos temores, nuestros angustias o felicidades, a dónde queremos ir, las eternas preguntas de quiénes somos, qué es la muerte, el amor… todo, está en la literatura como un reflejo de nuestra Humanidad. Hay aspectos de lo humano que escapan de la tecnología, hay preguntas que son eternas, que han aparecido a través de los mitos y que están en nosotros. La literatura es esa expresión profunda de nosotros mismos como Humanidad.