Desaparece uno de los intelectuales europeos más críticos con los totalitarismos
A raíz de la caída del muro de Berlín en 1989 la mayoría de los intelectuales de los países de Occidente fueron cambiando profundamente sus opiniones acerca de los sistemas comunistas del Este de Europa.
Como si con el muro se hubiese derrumbado también un velo que impedía ver la realidad social y política de los territorios al este del telón de acero, los juicios sobre las ideologías lideradas por el comunismo soviético, que habían deslumbrado a algunos movimientos progresistas y a intelectuales de los sistemas democráticos de Occidente, se han venido manifestando cada vez más con más dureza.
Fue el caso de Tzvetan Todorov (Sofía 1939-París 2017) quien, desde el derrumbe del comunismo, lejos ya la amenaza de que el sistema tomase represalias contra sus familiares, mantuvo abiertamente una actitud crítica hacia todas las dictaduras.
En uno de sus ensayos (“La experiencia totalitaria”), Tzvetan Todorov (Sofía 1939-París 2017) cuenta cómo tras haber vivido su juventud en Bulgaria bajo un régimen estalinista que impedía las libertades y reprimía cualquier manifestación de protesta, quedó sorprendido cuando llegó a París en 1963 para terminar sus estudios y advirtió que los universitarios franceses defendían aquellas ideas de las que él venía huyendo mientras soñaban con instaurar en Francia un régimen similar al de su país y se lamentaban de vivir en uno que les permitía llevar su envidiable existencia.
Cada nuevo libro de Tzvetan Todorov significaba una oportunidad para profundizar en el conocimiento de la historia y de los problemas y los retos a los que se enfrentan las sociedades contemporáneas. En Los enemigos íntimos de la democracia, El miedo a los bárbaros y La tentación totalitaria, advertía sobre las dificultades para la convivencia en las sociedades multiculturales, y analizaba en profundidad los peligros que amenazan a los sistemas democráticos en tres manifestaciones concretas: el populismo, el mesianismo y el ultraliberalismo. Advertía también sobre el poder de unos medios de comunicación que anteponen su impacto mediático a sus responsabilidades informativas.
Contra los totalitarismos
En la actualidad son pocos los países que se rigen por sistemas totalitarios heredados de los modelos estudiados aquí. Apenas quedan algunos restos del comunismo en Cuba y Corea del Norte, mientras que las dictaduras en la órbita del fascismo son cada vez más testimoniales y casi siempre bajo un disfraz seudodemocrático. Ahora el peligro está en un nuevo sistema que Todorov denominaba “mesianismo democrático”; aquel que bajo la apariencia y con el respaldo de una democracia formal manifiesta actitudes antidemocráticas y totalitarias; el que, con la excusa de gozar de un respaldo democrático, cree tener la razón absoluta y pretende imponerla por la fuerza. Como ejemplos, Todorov citaba expresamente la operación de bombardeo de Kosovo por parte de la Otan durante la guerra de Yugoslavia y la intervención de los Estados Unidos de George Bush en Irak y Afganistán con el fin (la excusa) de garantizar la democracia, los derechos fundamentales, la libertad política y la libre empresa.
La forma política en la que se manifiesta este nuevo mesianismo sería el ultraliberalismo, un sistema contradictorio con sus propios principios puesto que, mientras el origen de la doctrina liberal se basa precisamente en la no intervención estatal, el ultraliberalismo pretende que el Estado intervenga para favorecer el funcionamiento de la competencia y dar facilidades sin limitaciones al poder económico, supuesto que la sociedad de los hombres es una realidad económica (un principio, por cierto, compartido con el marxismo). Radical y maniqueo, el ultraliberalismo o liberalismo de Estado individualiza los beneficios mientras socializa los riesgos y da cada vez más libertad a los agentes económicos individuales. Aplicando la doctrina neoliberal al mundo globalizado, la economía ya no está sometida al Estado sino que es éste el que se ha puesto al servicio de la economía, una economía en la que un individuo o un grupo sin legitimidad política pueden movilizar grandes capitales e influir en la economía y en la vida social de todo un país. Se trataría por tanto, según Todorov, de un nuevo modo de totalitarismo en el que los mercados imponen su voluntad a toda la vida social de una nación o una comunidad.
La última manifestación de mesianismo es la que se encarna en aquellos países que en la actualidad tratan de imponer por la fuerza regímenes democráticos en sociedades que se administran por otros sistemas. Irak, Afganistán y Libia son, según Todorov, ejemplos de este espíritu de injerencia en nombre del bien.
Todorov y los nuevos populismos
El fracaso de las formaciones políticas clásicas en la gestión de la crisis económica en Europa ha propiciado la deriva de sectores sociales hacia posiciones extremistas que han favorecido el crecimiento de formaciones políticas que manipulan con gran facilidad los principios en los que se asienta la convivencia pacífica. Los éxitos de estas formaciones en Grecia con Amanecer Dorado, el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, el Partido de la Libertad en Holanda, la Liga del Norte de Umberto Bossi en Italia y las formaciones ultraderechistas de Austria, Finlandia y Ucrania advierten de una tendencia que ya viene influyendo en las políticas de algunos de estos y otros países. Su característica principal es la demagogia, una práctica que consiste en identificar las preocupaciones de mucha gente y presumir de tener soluciones inmediatas, basadas sobre todo en el racismo y la xenofobia.
La amenaza de hacerse con un sector cada vez más amplio de la opinión pública ha terminado por contaminar a formaciones y líderes que tratan de mantener el poder asumiendo algunos de sus postulados. Curiosamente, en la única cultura en la que se piensa cuando se rechaza el multiculturalismo es en la del islam (nadie cita a los judíos, los sijs o los monjes tibetanos en esta crítica al multiculturalismo).
Todorov mantiene que, pese a todos sus defectos y amenazas, la democracia parece ser el modelo al que aspiran los sistemas sometidos a dictaduras o a regímenes totalitarios, como ha quedado de manifiesto en las revoluciones de la primavera árabe. Por cierto, advertía Todorov, un sistema que rechazan cuando se les quiere imponer con bombardeos y ocupaciones pero que defienden cuando son los propios ciudadanos quienes lo reivindican. Todorov pensaba que Europa también necesita una primavera para renovar los principios democráticos. Y que movimientos como el de los indignados, aunque espontáneos y poco articulados, parecen dirigidos fundamentalmente a rechazar el giro neoliberal adoptado por los gobernantes.
La cultura de los totalitarismos
Según Todorov todos los totalitarismos prometen convertir a los hombres en artistas, liberarlos de las cargas de la vida y desplazar su atención hacia la creación. Para unos serán las máquinas las que se encargarán de abolir las fronteras entre el arte y la industria, liberando al hombre de los trabajos pesados. Para otros, el arte y la cultura ya no serán el placer de unos pocos sino la felicidad y la vida de las masas. Para Todorov fueron las vanguardias artísticas que florecieron durante el periodo entre las dos guerras mundiales las que crearon inconscientemente el germen de los totalitarismos. Alemania, Rusia e Italia, los países en los que nacieron los movimientos revolucionarios que desembocaron en los totalitarismos, son precisamente los tres países en los que van a desarrollarse las principales vanguardias artísticas. El futurismo en Italia, el constructivismo en Rusia y la Nueva Objetividad en Alemania fueron los movimientos artísticos que prestaron su apoyo y dieron impulso a los movimientos revolucionarios que nacieron en estos países, de los que en pocos años serían sus víctimas.
Tzvetan Todorov fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008. En París fue profesor en la École de Hautes Études y dirigió el Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje.