El uso del ibuprofeno y el paracetamol para el tratamiento del dolor se ha popularizado en las dos últimas décadas y en general, la población se automedica sin saber que la ingesta de este tipo de analgésicos no es baladí.
De acuerdo con la enfermedad, la edad del paciente y cómo se maneja el dolor, se han de prescribir unos u otros dado que todos los medicamentos hasta los analgésicos, tienen efectos secundarios porque la distribución, el metabolismo y la eliminación de los mismos puede alterar la farmacoterapia que se esté tomando el paciente. Los fármacos más utilizados para tratar el dolor crónico son los analgésicos y los antiinflamatorios. Estos disminuyen la síntesis de las prostaglandinas mediante la inhibición de la ciclooxigenasa (COX) y se atribuye a dicha inhibición la analgesia y los efectos cardiorrenales.
Dentro de este grupo podemos clasificar en tres: los no opioides no antiinflamatorios como son el paracetamol, o acetaminofeno y el metamizol o dipirona. Por otro lado los AINE no selectivos de la COX, como son el acetilsalicilato de lisina, AAS, los propiónicos, ibuprofeno, dexibuprofeno, ketoprofeno, naproxeno, dexketoprofeno, diclofenaco, nabumetona, meloxicam, flurbiprofeno, piroxicam, entre otros, y los AINE altamente selectivos de la COX-2, los COXIB que son un grupo reciente que no causan adicción pero solo se utilizan en dolores agudos o crónicos por su elevado riesgo cardiovascular: celecoxib, etoricoxib, parecoxib parenteral.
La asociación entre los daños de la ingesta sin medida de este tipo de analgésicos y la hepatotoxicidad (toxicidad del hígado) está descrita en muchos pacientes, y en otros, por los problemas renales que arrastra su eliminación. En otros pacientes se ha observado que interfieren los efectos cardioprotectores de otros fármacos e interactúan con ellos. Por ejemplo, el ibuprofeno puede tener un efecto adversos cardiovasculares y pacientes con riesgo de cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca y otros cuadros similares, pueden hacer un cuadro complicado de manejar.
En otros pacientes se ha observado una nefrotoxicidad (toxicidad del riñón) producida por la ingesta de los AINES que incluye insuficiencia renal por vasoconstricción, nefritis intersicial aguda, retención de líquidos e insuficiencia cardíaca.
En el caso de utilizar el paracetamol como analgésico común, dado que es un medicamento muy conocido, con propiedades contra el dolor y la fiebre, hasta la fecha podía conseguirse en las farmacias sin receta médica. El paracetamol es eficaz y seguro a las dosis terapéuticas recomendadas siempre que se observen algunas precauciones, pero al mismo tiempo, pertenece a un grupo de fármacos (muy reducido hoy en día) que al ser consumidos a dosis mayores de las que se recomiendan, pueden ser tóxicos para el hígado. Esto ocurre tanto en personas sanas como en pacientes con alguna enfermedad de base y se debe a que durante el proceso de transformación del paracetamol en el hígado, se producen sustancias tóxicas (metabolitos tóxicos) en pequeña cantidad (si la dosis fue pequeña), que permite que los sistemas defensivos del propio hígado las neutralicen. En cambio, cuando se consume el paracetamol a dosis demasiado altas, se produce también una gran cantidad de sustancias tóxicas que el hígado no puede depurar, produciéndose así el daño en el propio hígado.
Antes fue el ácido acetilsalicílico conocido por Aspirina y el metamizol (Nolotil), estos se han utilizado como analgésicos simples durante muchos años, pero actualmente se han estudiado los antiinflamatorios como analgésicos per se. El efecto analgésico máximo ocurre a las pocas horas de las dosis inicial recomendada pero el efecto antiinflamatorio puede que no se produzca durante una semana o más. Los AINES sobre el ácido acetilsalicílico (aspirina) se toleran mejor y tienen menos efectos secundarios para algunos pacientes.
Las nefropatías por analgésicos se caracterizan por la necrosis papilar y por la enfermedad tubular intertsticial cronica y constituye una posible enfermedad renal crónica relacionada con la ingesta de estos fármacos. De igual forma, los problemas digestivos, la intoxicación aguda, la hipersensibilidad, los problemas hepáticos y los renales no son de poca importancia máxime si los pacientes ingieren a diario un analgésico como forma de vida, solamente para encontrarse mejor o porque notan cansancio. En cualquier caso, automedicarse no es una opción. La analgesia es para tratar el dolor puntual. Para casos de dolor crónico las medidas actuales para paliarlo deben pasar por acudir a la unidad del dolor, y previamente, descartar enfermedades que hacen que la calidad de vida del paciente se vea mermada por la sensación de padecer un dolor crónico sin solución de continuidad; algo que necesariamente se hace insoportable.