Periodistas en Español patrocina este reestreno en Francia de «El Verdugo»
El próximo 9 de abril Tamasa Distribution reestrena en Francia “El Verdugo” del valenciano Luis García Berlanga y edita un DVD de este grán clásico del cine español, que aunque mutilado de algunas secuencias logró pasar a través de las redes de la censura franquista y se alzó en el Festival de Venecia en 1963 con el premio de la Fipresci, Federación de la crítica internacional.
Al igual que “Viridiana” de Luis Buñuel presentada en el Festival de Cannes en 1961, la presentación de “El verdugo” en Venecia dos años después provocó un escándalo gigantesco y la airada protesta del embajador español en Roma, Alfredo Sánchez Bella. En una carta dirigida al ministro español de asuntos exteriores Fernando Maria Castiella, el diplomático denunciaba la película como una “maniobra de la propaganda comunista y anarquista”. El muy fascista embajador español fue el primero en darse cuenta de la torpeza de sus censores, que pese a repetidos cortes en el celuloide, no lograron neutralizar la carga subversiva de esta magnífica comedia.
El éxito de “El verdugo” le valió a su director Luis García Berlanga un purgatorio de cuatro años, siendo acusado por las autoridades españolas de “compañero de viaje de los comunistas” y al parecer el mismísimo dictador Francisco Franco le tildó de “mal español”. Tuvo que esperar Berlanga a 1967 para volver al cine en Argentina con “La boutique” y dos años después de nuevo en España con “Viva los novios” 1969, que abre una nueva etapa en su filmografía, saliendo por fin de su aislamiento.
Paradójicamente hubo un sólo bemol a este gran éxito internacional de “El verdugo” y fue precisamente en Francia, en donde un crítico de la revista Positif, Robert Benayoun (Positif 1963 n°56) que probablemente no entendió ni el español ni los subtitulos, la calificó de “película ultrafranquista”. Cabe señalar que el humor muy español y la comicidad de las películas de Luis García Berlanga no han seducido tampoco, ni antes ni después de “El verdugo”, a la crítica en Francia, que por entonces defendía con mayor entusiasmo al más serio e ideológico Juan Antonio Bardem.
Siempre he pensado que los Pirineos culturales son enormemente altos, y cuando un día se lo comenté a Berlanga en el festival de Cannes, en donde se proyectaba “Nacional III”, me respondió subrayando con cierto escepticismo que “los festivales de cine en general siempre discriminan las comedias”.
Berlanga y Azcona, un binomio inolvidable, al que se añade Flaiano
Después de películas tan señaladas como “Bienvenido Mister Marshall”, “Novio a la vista”, “Calabuch” o “Los jueves milagro”, en los años cincuenta, el encuentro de Berlanga con el brillante guionista Rafael Azcona da lugar a una trilogia en la que el humor berlanganiano, muy cercano del sainete e impregnado de critica social, se hace mucho mas caústico, macabro o esperpéntico, con películas como “Placido”, “La muerte del leñador” (episodio de “Las cuatro verdades”) y “El verdugo”, en las que el tema de la muerte es tratado abiertamente de forma paródica. Señalemos que en el guión de “El verdugo” colabora también el escritor y guionista italiano Ennio Flaiano, quien había colaborado ya con Berlanga en “Calabuch”. Flaiano es de cierta manera al cine italiano lo que Azcona al cine español y su talento acompañó a grandes directores como Fellini, Antonioni, Rosellini, y un largo etc.
Con Azcona continúa Berlanga su fructuosa colaboración después en películas como “La boutique”, “Vivan los novios”, “Tamaño natural”, “La escopeta nacional”, “Patrimonio nacional”, “Nacional III” , “La vaquilla”, y “Moros y cristianos”. Pero conviene subrayar que la actividad de Azcona como genial guionista desborda ampliamente su colaboración con Berlanga. La sombra de Azcona, quien siempre prefirió evitar las luces del estrellato, está detrás de buen numero de cineastas españoles y de una verdadera antologia del cine español.
Hablar de Berlanga y de “El verdugo”nos obliga a hablar de ese gran guionista del cine español que es Rafael Azcona, permítanme usar el presente, pues aunque fallecido, su huella es evidente y palpable no solo en las mejores películas de Luis García Berlanga, sino también en la obra española del italiano Marco Ferreri, con películas como “El pisito” 1958 o “El cochecito” 1960, que precedieron a la realización de “El verdugo”. Mucho debe a Rafael Azcona el cine de Carlos Saura, Manuel Gutierrez Aragón, José Luis Cuerda, Pedro Oléa , José Luis García Sanchez o Fernando Trueba, entre otros, que lograron en contacto con él sus mejores películas. Su escritura lúcida, crítica y caústica se pasea a lo largo y a lo ancho del mejor cine español de todos los tiempos.
No le gustaba a Berlanga que sus comedias fuesen calificadas de “humor negro”, un concepto que él asociaba mas con la cultura anglosajona. Sus influencias las situaba con razón este gran maestro del cine español en la tradición de nuestra literatura picaresca, en el esperpento de Valle Inclán o en el sainete teatral. En declaraciones a una revista de cine afirmaba Berlanga en 1961: “Todo señor que escribe con la intención de diseccionar a los españoles, o sea de diseccionarse a sí mismo, tiene que recurrir con fuerza a eso que se ha llamado humor negro. Pero es que España no es nada más que esto, desde Quevedo a Buñuel, pasando por Valle Inclán, Goya y Solana. España se mostrará así siempre igual”
La cita la he extraido de un excelente libro editado por la Universidad francesa de Bourgogne, con artículos coordinados por el profesor Emanuel Larraz, que es autor de una tesis universitaria presentada en el Centro de estudios e investigaciones hispánicas de Dijon, dedicada a esta emblemática película de Berlanga, que se sitúa a mi entender entre las diez mejores películas de la historia del cine español. Una interesante obra colectiva con un exhaustivo análisis tanto del contexto histórico como de la construcción cinematográfica de este clásico del cine español.
El verdugo, de la pena de muerte a la critica social
El Verdugo no es sólo un poderoso alégato cómico contra la pena de muerte, sino también una radiografia inteligente y precisa de una sociedad represiva y de sus instituciones: la España franquista de esos años sesenta. Es importante por eso comprender el contexto político de la época, pues en el momento en que se filma “El verdugo”, la dictadura franquista asesina al comunista Julian Grimau y ejecuta a dos militantes anarquistas, Granados y Delgado.
La pena de muerte se aplica entonces en España con ese instrumento medieval que es el garrote vil, tema central en la parodia que Berlanga empieza a filmar ese mismo mes de abril, en que se hace pública la condena a muerte de Grimau. Año de 1963 en que paradojicamente la dictadura fascista comienza a salir de su aislamiento internacional con el comienzo del boom turístico, mientras prosigue una feroz represión contra la oposición clandestina, con consejos de guerra y ejecuciones sumarias.
Si la pena de muerte y su brazo ejecutor el verdugo, con el personaje de funcionario bonachón y buen padre de familia interpretado por Pepe Isbert, son el eje del relato, la riqueza y complejidad del guión va mucho mas allá de un simple alegato cómico contra la pena capital y su patético verdugo. Toda la sociedad española y las instituciones de la dictadura franquista son pasadas por el crisol de la sátira: la Iglesia, el ejército, la guardia civil, la familia en su versión mas conservadora.
La estructura circular del guión nos conduce de una ejecución a otra. En la primera secuencia es un Pepe Isbert acongojado quien sale de una ejecución, mientras que al final es su yerno y sucesor en el oficio, interpretado por el italiano Nino Manfredi, quien regresa consternado de la ejecución de un reo en Palma de Mallorca, a donde se ha desplazado con toda la familia. Y cerrando el relato esa réplica de antología: “No lo haré nunca mas” dice Manfredi, a lo que Pepe Isbert le responde “Eso dije yo la primera vez”. El twist final del argentino Adolfo Waitzman, y los turistas que se divierten en un yate, cierran la pelًícula, que había empezado con la música burlesca del catalán Miguel Asins Arbó.
Entre tanto, burla burlando la sátira se ha desplegado de forma sistemática, secuencia a secuencia, a la totalidad de esa represiva sociedad franquista, en la que un enterrador, empleado de pompas funebres se enamora de la hija de un verdugo: “Tenemos la misma enfermedad” se dicen los enamorados. El veterano verdugo en cambio se dice incomprendido y muy orgulloso de su oficio que ejerce como buen profesional, convencido de que “si hay pena de muerte, alguien tiene que ejecutarla”. Por su parte el hermano del enterrador –José Luis López Vazquez- es sastre para curas y militares y viven hacinados en un miserable sótano poniendo así de relieve la crisis de la vivienda en aquellos años sesenta.
Las situaciones cómicas se suceden con brio, desde la feria del libro con el influyente escritor Corcuera autor de un libro sobre el garrote vil, al director de la prisión que intenta justificar en nombre de la religión la necesidad de ejecutar rapidamente al reo que acaba de confesar y comulgar, a los funcionarios de aduanas que controlan el ataúd repatriado, la turística Palma de Mallorca en donde la familia del verdugo espera en “vacaciones” el momento en que la guardia civil le convoque para la ejecución. Pareja de civiles subidos en una barca que susurran el nombre del verdugo en las cuevas del Drach, repletas de turistas, como una representación de la barca de Caronte que se lleva al verdugo hacía la cárcel.
El contexto social de la época es “diseccionado”, al igual que esa sociedad de consumo que empieza a emerger en la España de los sesenta y que sirve de anzuelo para que José Luis, el enterrador, acepte finalmente el vergonzoso oficio de su suegro. “La juventud lo que quiere es libertad” dice el entrañable verdugo, pero la libertad individual de José Luis, que sueña con irse a trabajar a Alemania, se ve reprimida a partir del momento en que su relación con Carmen le arrastra a aceptar la boda, el piso y todo lo demás.
El personaje femenino protagónico, Carmen, interpretada por Emma Penella, es por su parte el reflejo de esa mujer española de modesta condición, que a falta de emancipación , solo piensa en no quedarse soltera. Un personaje el de Carmen que refleja la imagen de la mujer y de la familia preconizada por el franquismo, mientras que las turistas extranjeras anuncian ya tiempos nuevos de la venidera emancipación femenina en España y en el mundo.
El paso del tiempo es el mejor patrón para medir la calidad de una película. Obra genial “El verdugo” es sin duda un gran clásico del cine español, que sale airoso de esa difícil prueba del tiempo. Una película a ver, para los mas jóvenes, o a volver a ver, una y otra vez, para los demás, pues cincuenta años después de su estreno no ha cogido ni una sola arruga. El ritmo de la comedia , con un ajustado montaje sigue ahí vivo, presente, con un insólito vigor. Su contenido inalterable y siempre de candente actualidad.