Carlos Cortés nació en San José, la capital de Costa Rica, considerada la Suiza latinoamericana, un país pequeño, sin ejército y con un Presidente Premio Nobel de la Paz, con una larga trayectoria democrática, estabilidad económica y un considerable desarrollo en el teatro y las letras. Sin embargo poco se sabe de sus artistas e intelectuales.
Cortés pertenece a la nueva generación, graduado en Comunicación y Medios en el Instituto Francés de Prensa (1996) y en la Universidad de Paris (1997), se desempeña como periodista y editor. Su carrera de escritor es amplia y entre sus novelas destaca “Cruz de olvido” publicada por Alfaguara en 1999 con la que obtuvo el Premio Nacional “Aquileo J. Echeverria”. Luego publicó “Tanda de cuatro con Laura” (2002), “La gran novela perdida. Historia personal de la narrativa costarrisible” (2007), un ensayo sobre la literatura de su tierra y donde combina distintos géneros. En 2010 publica el libro de cuentos “La última Aventura de Batman”.
Obtuvo varios premios entre ellos: el Premio Mesoamericano “Luis Cardoza y Aragón”, el XIII Premio Centroamericano de Novela Mario Monteforte Toledo, y la Feria del Libro de Guadalajara lo seleccionó para el proyecto “Los 25 secretos literarios mejor guardados de América Latina”.
Adriana Bianco: Carlos Cortes en la Feria Internacional de Libro de Miami.Acaba de presentar su última novela “Larga noche hacia mi madre” (Alfaguara), en la Feria Internacional del libro de Miami, organizada por el Miami Dade College.
Conversamos con el escritor en un interesantisimo diálogo donde surgieron sus secretos literarios, sus dudas centroamericanas y nuestros desvelos latinoamericanos.
Carlos Cortés: Costa Rica es una democracia bastante estable desde 1890 y en el siglo XX, tuvimos nada más que un dictador, y contamos con un Premio Nobel de la paz.
La literatura latinoamericana se ha construido sobre una serie de arquetipos, por ejemplo: el dictador, el guerrillero, la guerra civil, la pobreza y todos esos arquetipos, si los aplicas a la sociedad costarricense no existen. No tenemos nada de eso. Es un país sin ejército, de ingresos medios, que elabora una legislación social en 1920, tenemos jornadas de ocho horas desde los años 20…
Adriana Bianco: Un país con gran respeto por la naturaleza porque tiene una gran cantidad de Parques Nacionales y reservas naturales.
CC: Si, es verdad. Como ves, históricamente no tuvimos una revolución sandinista, ni la guerrilla salvadoreña, ni el conflicto armado de 50 años de Guatemala, eso hace que no haya interés en publicar la literatura costarricense, sin características tan particulares.
AB: Jorge Luis Borges no se apoyaba en esos temas para hacer su literatura y llegó a ser un autor internacional…
CC: Bueno, pero me hablas del escritor latinoamericano más importante del siglo XX. Argentina y México han sido tradicionalmente las metropolis culturales de Latinoamérica, y tienen un mercado local que permite que esos escritores se sostengan. Costa Rica es un país de menos de cinco millones de habitantes, cuyo mercado literario es muy pequeño, aunque consume mucho libro de texto y actualmente estamos viviendo una explosión de ediciones independiente. Hay unos pocos que publicamos en sellos internacionales, como yo. Es muy difícil salir de la región. El mercado de América Latina esta fragmentado y publicar en México, Argentina o España es muy complicado.
AB: Esta novela “Larga noche hacia mi madre”, me remite, por su título, a una novela psicológica de concepto edípico y también a un relato de la decadencia familiar de la burguesía latinoamericana, a la manera de “La Casa” de Manuel Mujica Laínez o los libros del escritor chileno José Donoso…..
CC: No tiene que ver con ninguna relación edípica, sí con aspectos, en parte, autobiográficos y de la decadencia familiar. Mi padre fue asesinado 162 días antes que yo naciera. Éso determinó totalmente mi vida. Mi vida estuvo definida por el sentimiento de “orfandad”.
Adriana, para mi, hay dos tipos de narradores: los que investigan un tema, lo toman como suyo y lo narran y los que indagan en sus propios fantasmas, yo soy de los segundos.
Mi literatura, si bien ha tratado muchos temas, entre ellos sociales y de violencia política como en “Cruz de olvido” que se publicó en México, siempre colinda con algo que se menciona como “la orfandad metafísica”, me interesa la desgarradura, la desolación, y la exploración de los secretos familiares. Lo que esta novela hace es tomar la agonía de mi madre, para contar la historia de mi familia, una autoficción, porque hay componentes autobigráficos y otros de ficción, con formato de novela. Yo nunca supe la historia de mi familia, nunca supe cómo había sido asesinado mi padre. Yo sabía que era un deportista importante y fui a los archivos del diario, leí los periódicos y así me enteré, pero nunca hablé de estos asuntos con mi madre. En el 2011, empecé a leer y a partir de documentos, hilvané el rompecabeza de mi vida y comencé la novela.
AB: Tu hablas de la “orfandad”. Pensé en “Cien años de Soledad”, en la permanente búsqueda de nuestra identidad nacional, en la “refundación” a la que se someten nuestras naciones. No crees, que nosotros como latinoamericanos sufrimos esa “orfandad”, nuestros pueblos son hijos de inmigrantes fundidos con el indígena igualmente desclasado por la conquista… ¿Quiénes somos? ¿Por qué cortamos nuestro cordón umbilical con la “Madre Patria”?
CC: En el fondo de todo latinoamericano subyace un gran problema de identidad, como tu bien dices, esa identidad esta atravesada por la ruptura de la violencia paternal, y García Márquez hace una gran literatura sobre el patriarcado. América Latina no ha resuelto ese problema de identidad nacional.
AB: Estados Unidos también fue un país conquistado y colonizado y se “refunda” permanentemente porque es una sociedad de cambio, pero no se cuestiona como los latinoamericanos, que vivimos con nostalgia del pasado.
CC: Porque fue una colonización totalmente diferente a la hispana. Nosotros construimos una sociedad mestiza y el mestizaje produce esa ruptura, esa desgarradura interna de preguntarse constantemente sobre el orígen, sobre lo indígena, lo europeo, incluso la “Mirada a Estados Unidos”.
AB: ¿Y cómo vives Costa Rica? No existe el síndrome de país pequeño, enclavado en Centroamérica pero diferenciado, con una historia distinta.
CC: Yo viajo mucho, estudié en España, Francia. Tengo un contacto permanente con otras naciones. Contradictoriamente, de los 50 a los 80, en Costa Rica la política fue muy socialdemócrata, muy estatista y se creó un efecto como que la literatura estaba hecha para Costa Rica, luego esa idea se rompió en pedazos y mas bien hubo una necesidad de compartir hechos con Centroamérica. Aunque la violencia en Honduras es muy grande, en Salvador y Guatemala, nosotros también nos preguntamos sobre la estética de la violencia de esta sociedad urbana que creamos. Hay una gran identidad en lo que llamamos el triángulo del Norte: Guatemala, Honduras y El Salvador y Centroamérica del Sur con Nicaragua, Panamá y Costa Rica. Costa Rica tiene más relaciones con estas naciones del sur. Es el único país centroamericano que nunca tuvo una intervención Americana, que no alberga conflictos internos muy violentos, aunque compartamos problemas. Nuestra literatura refleja otras situaciones, porque se construye en base a otra historia, al mismo tiempo estamos viviendo otros aspectos.Tenemos medio millón de nicaraguenses en nuestro suelo, ahora, el problema de la inmigración cubana que procuramos resolver. Nuestra realidad, nuestra cultura actual es mucho mas multiétnica y multicultural y eso crea un momento muy interesante en Costa Rica, que sin duda se refleja en el arte y en nuestra narrativa.