Los hechos han sucedido en la India hace escasos días causando un fuerte debate en las redes sociales. Todo empezó con una imagen de un padre y un hijo jugando al ajedrez. Se trataba del exjugador de criket indio Mohammed Kaif, de 36 años, quien publicó una imagen jugando al ajedrez con su hijo, bajo el lema ‘Shatranj Ke Khilaadi’.
Pero esta inocente foto, que recibió más de 19 000 me gusta y más de 300 comentarios, fue aprovechada por los integristas islámicos más fanáticos y ultraconservadores para criticar el juego catalogándolo de ‘haram’ o pecado, prohibido en el Islam, tildando de «pecadores» a padre e hijo. Hubo un debate en las redes ya que también salieron numerosos defensores del juego desde el Islam.
Kaif no se cortó en su respuesta preguntándose irónicamente si también es ‘haram’ respirar, escribiendo posteriormente que jugar un deporte es una de las mejores formas de romper barreras de casta, religión o credo, añadiendo que aprendió del juego «la espontaneidad, el uso de la mente y la estrategia desde una temprana edad», cuestiones que le habían ayudado cuando jugaba al criket. «El ajedrez es un juego maravilloso (….), que ha sido inventado en la India y ha sido seguido durante siglos» sostuvo.
La repercusión, además, proviene de la importancia del criket en la India, ya que Kaif fue uno de sus mejores jugadores, capitán de la selección sub-19 campeona del mundo en el año 2000 y el miembro del equipo responsable de la histórica victoria de India sobre Inglaterra en el Trofeo Natwest de 2002.
Entre las opiniones de apoyo al jugador hay diferentes de autoridades religiosas islámicas del país, entre ellas varias de muftís (jurista musulmán con autoridad pública, cuyas decisiones son consideradas como leyes) si bien, algunas con matices.
El imam Sajid Rashidi, de Nueva Delhi, dijo que las personas que acusan al juego de no ser acorde con la religión islámica, «están equivocadas» y no hay nada malo, «mientras no haya apuestas. La gente que lo acusa debería ver que está jugando con su hijo» mantuvo.
El muftí Mukarram Ahmad dijo que los que critican al jugador por jugar al ajedrez deben conocer antes las normas del Islam. Otro muftí, Mohamed Slim Noori, portavoz de un influyente seminario musulmán, recordó que el juego no tiene un origen en la religión islámica, pero que hay mucha gente que juega al ajedrez y que no hay nada malo «cuando se juega con un hijo» reiterando que lo que está prohibido «es cuando hay apuestas».
Por último, otro muftí, Mohamed Jameel Khan, insistió que se puede jugar «mientras no haya apuestas» aunque sostuvo que, si bien no es haram, «se debería evitar».
Esta polémica llama la atención en un país donde son millones los seguidores del ajedrez, así como cuenta con un pasado excampeón mundial y número diez mundial, Viswanathan Anand, una celebridad en su país aunque actualmente vive en España.
Todo este desconocimiento de muchos musulmanes sobre todo lo que rodea a los 64 escaques viene alimentado por opiniones recientes como las del gran muftí de Arabia Saudí, máximo juez de los wahabíes –rama más radical del Islam- Abdul Aziz bin Abdullah al ash-Sheikh quien prohibió la práctica del ajedrez en una fetua (pronunciamiento legal en el Islam) o también las de un telepredicador turco, Ahmet Mahmut Ünlü, quien maldijo el juego «por ser el más pecador» (esas mismas palabras, «juego más diabólico» fueron empleadas por los teólogos cristianos, Pedro Damián (1007-1072) y Bernardo de Claraval (1090-1153)) condenando a quienes lo practican e incluso no tuvo ninguna sanción legal a pesar de una denuncia por «incitar al odio».
Un pequeño inciso: En Turquía el ajedrez es uno de los juegos más populares, contando con 700 000 personas federadas, esperando alcanzar el millón y alberga el mayor Museo del mundo del Ajedrez ubicado en Ankara y su federación –que preside una mujer, Gülkız Tulay– emprendió la iniciativa ‘Ajedrez a través de las calles’ e incluso el excampeón mundial, el ruso Anatoli Karpov declaró recientemente que era «el mejor país para la enseñanza del ajedrez».
Actualmente, el grupo terrorista Dáesh (Isis según las siglas en inglés) en el territorio que aún controlan en su llamado califato del Levante e Irak lo tiene estrictamente prohibido, al igual que hicieran antes los talibanes en Afganistán desde 1996. En la rama chií, el ayatolá Ruhollah Jomeini (1902-1989) lo prohibió en Irán desde 1981 a 1988, y en Irak, fue prohibido “en todas las circunstancias” en 2004 por el gran ayatolá Ali al-Sistani.
Mencionar que, actualmente, el mejor jugador de religión musulmana es el azerí Shakhriyar Mamedyarov, quien ocupa la sexta plaza según el listado FIDE de este mes de agosto de 2017.
Apoyos y reprobaciones en la historia del Islam
La primera reprobación del juego proviene del cuarto califa, yerno de Mahoma y primer imán chií, Ali Ibn Abu Talib (599-661) en el año 655. Luego siguieron otros detractores del ajedrez como el tercer califa abasí, Muhammad ibn al-Mansur al-Mahdi (744-786) quien prohibió el juego en 780 y el sexto califa fatimí, Al Hakim llamado Bi Amr Allah (985-1021) lo prohibió en Egipto en 1005 llegando a quemar públicamente tableros y piezas.
No hay que olvidar que los integristas musulmanes le acusan de ser el más reprobable de los juegos, incluso que los de azar, “por ejercer una mayor fascinación sobre el creyente” citando los hadices 7/52 y 56/42 como supuestos argumentos contra el ajedrez.
Por el contrario, numerosos eruditos musulmanes juegan al ajedrez y lo separan claramente de otros juegos de azar, «jugar al ajedrez es una habilidad y no está basado en el azar» aclaran. El problema es cuando distraíga de un deber religioso, como las cinco oraciones diarias o había apuestas, según señala un portal web, Islamqa.info que responde a cuestiones planteadas sobre el Islam.
Es obvio recordar que el juego ha evolucionado desde hace más de mil años, entonces, podía haber apuestas, por eso el juego se aceptaba por los musulmanes bajo ciertas condiciones: mientras no se jugara dinero o bienes, no interfiriera en los rezos ni asuntos religiosos, ni hubiera lenguaje improcedente, insultos o maldiciones entre los jugadores, asimismo las piezas no podían contener representaciones de criaturas vivientes. En cuanto al espacio físico siempre se aconsejaba en lugar cerrado.
La relación de los musulmanes con el juego se inicia casi con la aparición de la religión y se prolonga y propaga hasta su desarrollo en Occidente a través de la península Ibérica, en Al Andalus. “No hay nada malo” en el ajedrez señalaba el segundo califa después del profeta, Umar ibn-al Jatabb (581-644).
Se da la circunstancia que las primeras mujeres ajedrecistas fueron Safia, Aisha y Zubaida ó Ubaida, nietas de Hisham ibn Urwa (667-772) un conocido narrador de hadices o dichos del profeta Mahoma.
El imam, jurista y académico suní Shafi Al-Nawawi (1233–1277) sostuvo que el ajedrez podría ser jugado con tal de que no interfiera con las oraciones religiosas. La tumba de Al-Nawawi fue destruida en 2015 por el frente Al Nusra de Al Qaeda, en los combates durante la guerra civil siria.
Del siglo IX es el problema (mansuba en árabe) de ajedrez más antiguo de la historia, que tiene nombre de mujer, al jariya, (doncella o también esclava del harén), conocido como el ‘problema de Dilaram’ que ha evolucionado a la leyenda de la bella Dilaram (nombre árabe que significa alegría del corazón), donde ella, la esclava favorita del harén, salva a su noble Murdaui de ser entregada a su rival gracias a su frase, “¡Sacrifica tus torres pero no a mí, tu amada!”.
De Harun al Rachid (766-809), el famoso califa conocido por la obra literaria de ‘Las mil y una noches’, se cuenta la siguiente anécdota: preguntó a un jugador que estaba echando una partida, qué era eso del ajedrez, este le contestó: «y qué es la vida». De hecho, en ‘Las mil y una noches’ aparece el ajedrez con escenas en las que jóvenes muchachas juegan a la luz de la luna.
Al final se aficionó tanto al juego que lo transmitió a sus hijos, Al Mamun (786-833) y Muhammad Ibn Harun Al Amin (787-813). El primero mató a su hermano conquistando Bagdad mientras descuidaba las defensas al estar jugando al ajedrez. Este hecho lo recrea el poema de Fernando Pessoa, ‘Los jugadores de ajedrez’.
Al Mamun se consideraba un limitado jugador y sentenciaba: “es extraño que domine el mundo desde el este hasta Al Andalus en el oeste, pero no pueda con 32 piezas del tablero”.
Por último, incidir que todas las religiones, desde la cristiana, judía y musulmana en algún momento de la historia han tenido opositores que han prohibido el noble juego.
[…] de narrador al servicio de los más jóvenes con una aventura moderna en un contexto de mitología con referencias al más que milenario juego y también a la clásica ‘Las mil y una noches’ donde también hay alusiones al shatranj, […]