Canal de Panamá: lo que mal empieza mal acaba

En 2006 Panamá se vio bombardeada por una campaña catastrofista que auguraba que votar No en el referéndum sobre la ampliación del Canal era condenar al país al subdesarrollo. Muchas voces expertas advirtieron del posible desastre que hoy, con la amenaza de la multinacional española Sacyr de parar las obras, parece concretarse.

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El entonces presidente de Panamá, Martín Torrijos, se jugó el todo por el todo para que el referéndum sobre la Ampliación del Canal saliera adelante. Y lo consiguió. El 22 de octubre de 2006 el Sí a la Ampliación logró el 76,88% de los votos.

Según una información del Equipo Otramérica, la campaña de basó en lemas fáciles sobre el desarrollo la posibilidad de que Panamá se convirtiera en un país del “Primer Mundo”. En la calle, campesinos, indígenas, maestros y otros gremios, protestaban contra la Ampliación. Sectores de la oposición a esta Ampliación pusieron sobre la mesa argumentos técnicos, económicos y políticos (como ocurrió con el Informe al País, firmado por Jorge E. Illueca, Fernando Manfredo, Julio Manduley, George Richa y Enrique Illueca). Pero, sobre todos estos argumentos se tejió una red de sombra y silencio mediático.

En los últimos días, el Canal de Panamá vuelve a ser noticia internacional ya que el consorcio Unidos por el Canal, liderado por la española Sacyr, concesionario de la obra de construcción del tercer juego de esclusas, ha anunciado que no puede continuar la obra si no se admite un sobrecosto multimillonario.

Parece razonable, en este momento, hacer un poco de memoria para entender que lo que ahora está ocurriendo era perfectamente previsible. La Ampliación del Canal se puso en marcha “sin estudios finales, sin establecer los costos reales, aduciendo flujos de comercio que no son tales, acuerdos con navieras que no existen, límites de capacidad que no son ciertos y proyecciones de empleo delirantes”, como ha denunciado hasta el cansancio el Centro de Estudios Estratégicos de Panamá (CEE). Además, Unidos por el Canal se quedó con la joya de la obra, la construcción de unas esclusas para las que sólo había un diseño conceptual, presentando una oferta económica en baja temeraria que fue denunciada en su momento por los otros grupos competidores.

El CEE, en su documento Un Gran Negociado en Curso recuerda que “…el 8 de Julio de 2009 en un acto con gran fanfarria transmitido por cadena nacional de televisión, se realizó la apertura de sobres para ‘el contrato grande’: El diseño y la construcción de las Esclusas y las Tinas. Participaron 3 Grupos de los 4 Grupos Empresariales que estaban Precalificados:

“El Consorcio C.A.N.A.L.: Integrado por ACS Servicios, Comunicaciones y Energía, S.L. de España como líder del grupo; Acciona Infraestructuras, S.A., también de España; Fomento de Construcciones y Contratas, S.A., de España; la Hochtief Construction AG, de Alemania y Constructoras ICA S.A. de C.V., México. Además, contaban con cinco empresas de España, Holanda, Alemania y el Reino Unido en calidad de subcontratistas.

“El Consorcio Bechtel conformado por Bechtel International, Inc. de Estados Unidos, como líder; Taisei Corporation de Japón; Mitsubishi Corporation de Japón; y una empresa China como subcontratista;

“y, El Consorcio Grupo Unidos por el Canal, integrado por Sacyr Vallehermoso S.A. , de España, como líder; líder, Impregilo S.p.A., de Italia; la Jan de Nul n.v. de Bélgica y la Constructora Urbana, S.A. (CUSA), de la Familia Alemán Zubieta de Panamá; a ellos se suman cuatro empresas subcontratistas de los Estados Unidos y de Holanda.

“En breve: la ACP había estimado un costo de US$ 3.481 M.; el Consorcio CANAL cotizó US$ 5.981 M.; el Consorcio Bechtel cotizó US$ 4.185 M.[1]; y el Consorcio ganador – al que, casualmente, pertenece la empresa familiar del [entonces] Administrador del Canal (CUSA) – cotizó US$ 3.118 M; es decir, no sólo US$ 2.863 M y US$ 1.067 M, respectivamente, por debajo de los otros 2 postulantes sino que – por si eso fuera poco- cotizó US$ 363 M por debajo del costo estimado por la propia ACP.

“No se preocupen…la cifra de nuestros técnicos es de US$ 3.481 M. Coticen incluso 10% por debajo para estar seguros…así quedamos todos muy bien y en el camino tenemos más de 5 años – 1883 días para ser exactos – para ir incorporando todas las adendas que sean necesarias”.

El hundimiento de la ‘armada invencible’

La realidad, cuatro años después, es que Unidos por el Canal ya avisó hace unos meses que, en el mejor de los escenarios, no podría terminar la obra para la fecha prevista (octubre de 2014) y estiraba el plazo al final del primer semestre de 2015. Los expertos más optimistas ya avisaban que sería difícil que esto ocurriera antes de 2016.

Pero ahora, Sacyr, al anunciar que no puede continuar la obra, estima los sobrecostos en unos 1.600 millones de dólares, mil más de los que ya ha reclamado a la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).

La ACP asegura que la carta en la que el grupo anuncia su renuncia a la obra es un farol para negociar, pero la realidad parece ser más dura. El contrato que ganó Unidos por el Canal fue trabajado a nivel de Estado. El Gobierno de España, presidido en aquellos años por José Luis Rodríguez Zapatero, desembarcó en Panamá para convencer a Torrijos de la conveniencia de que Sacyr, una empresa arruinada, liderara la construcción de las esclusas. Para conseguirlo, Zapatero viajó a Panamá en julio de 2007 acompañado por los presidentes de empresas como Sacyr, FCC, Acciona, ACS, Ferrovial, Adesa, Isolux o OHL y prometió a Torrijos que sacaría al país centroamericano de la lista de paraísos fiscales. Dicho y hecho. La llamada Marca España necesitaba buenas noticias al inicio de la crisis económicas y sus multinacionales constructoras, justo cuando se desinflaba el boom inmobiliario en la Península Ibérica precisaban de jugosos contratos en el exterior. La ‘rentabilidad panameña’ para las empresas españolas es tan brutal que el embajador de España en ese país aseguraba el pasado mes de mayo que hay unas 300 empresas instaladas en suelo panameño que gestionan 5.500 contratos (entre ellos, el de la Ampliación del Canal, la construcción del Metro o buena parte de las obras viales).

Durante unos años, la ‘armada invencible’ española desembarcó en Panamá, pero el estruendoso y previsible hundimiento de Sacyr-Vallehermoso, su buque insignia, puede ser algo más que un fracaso empresarial.

[1] Los 2 consorcios perdedores han enviado cartas a la ACP advirtiendo de las serias deficiencias técnicas (según el Grupo Bechtel) y de las insuficiencias de la propuesta ganadora sobre aspectos sísmicos en el diseño conceptual (según el Grupo GUPC). No obstante, el consorcio ganador y su firma aseguradora, Zurich American Insurance Company, entregaron las fianzas requeridas el 11 de Agosto y – a partir del 25 de Agosto 2009 – dispondrán de 1,883 días para concluir los trabajos.

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