Cito y sito

Los dos artículos dedicados a las abreviaturas, siglas y acrónimos produjeron comentarios positivos, lo cual evidencia que la explicación sobre el tema fue entendida, cuando menos admitida, y de seguro que será de mucho provecho para las personas que son aficionadas del buen decir, y cuya ocupación habitual es la redacción de textos. Debo aclarar que lo mostrado en las dos entregas no es todo, sino un resumen con los casos en los que más se presentan dudas e impropiedades.

Una vez más agradezco las acotaciones del profesor José Vásquez Manzano, quien, como he dicho en varias ocasiones, es uno de los pocos educadores venezolanos que conozco, que maneja con relativa el aspecto gramatical y ortográfico.

Vásquez Manzano me mostró varios casos en los que muchos redactores descuidados incurren en faltas de manera muy frecuente, además de unos acortamientos que se han puesto de moda en las redes sociales y en mensajes de texto. De eso último hablaré en otra ocasión, pues amerita una dedicación especial, en función de ofrecer una exposición que satisfaga las inquietudes

No debo dejar pasar inadvertida una observación de Longina Tovar, respecto del acrónimo con el que antes de la llegada de Hugo Chávez al poder se conocía como Ince (Instituto Nacional de Cooperación Educativa), fundado por el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, en 1959. Que ahora se le haya cambiado el significado a las siglas, se le haya agregado una «S» al acrónimo y se le llame Inces (Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista), eso es otra cosa.

Utilicé el ejemplo, no para polemizar, sino para dejar claro lo que es un acrónimo, que  educadores y periodistas, incluidos muchos de los que se ufanan de ser magister y/o doctores, confunden con acróstico. Sería interesante saber cómo hicieron para obtener esos títulos.

¡Muchas gracias, Longina, pues en realidad no sabía del cambio de significado del conocido acrónimo, pues ingenuamente creía que la modificación solo consistía en agregar una «S»!

El tema de hoy también es un tanto confuso, dado que la regla que existe no es infalible; sin embargo, si se aplica un poco de sentido común, se podrá obtener nociones elementales que no permitirían incurrir en impropiedades. El colega periodista Freddy Rodríguez me consultó al respecto, toda vez que una persona que ejerce el oficio de «toero» le cuestionó el uso de algunas formas de diminutivo, y lejos de aclararle la situación, lo dejó más confundido que antes.

En cualquier búsqueda que se haga mediante Google, se encontrará que el diminutivo es con «C» cuando la palabra base no termine en «S». El ejemplo más práctico es casa, cuya base es cas, a la que solo habría que agregarle la terminación ita. De mamá, mamacita; de papá, papacito; de panza, pancita, etc. En el caso de panza, la «Z» cambia por «C».

Se debe tener presente que existen otros diminutivos que en lugar de cito, debe ir sito. Si la palabra original termina en «S», esta se mantiene y se agrega ito: Inés, Andrés, Luis, Jonás, Jesús, de los que derivan Inesito, Andresito, Luisito, Jonasito y Jesusito, con sus correspondientes femeninos. Existen otras formas que no deberán representar ninguna dificultad, ya que el sentido común, indispensable en este tipo de disciplina, indicará la forma adecuada, como el caso, por ejemplo, de Carmen, Ramón y Román, cuyos diminutivos serán indiscutiblemente Carmencita, Ramoncito y Romancito.

Cabe acotar que los diminutivos ito e ita son aplicables también a hipocorísticos y apodos. Entiéndase por hipocorístico el nombre familiar o afectivo que surge de uno propio, como Pancho o Pacho (Francisco), Pepe (José), Chucho (Jesús), Lalo (Eduardo o Alejandro), Nacho (Ignacio), Concho (Concepción), etc. El caso de Lalo, cuyo femenino es Lala, es más común que derive de Laura y no de Eduarda o Alejandra.

Y como el contenido de este artículo es apenas un esbozo sobre las formas «cito» y «sito», sería interesante que las personas a las que les apasiona el tema gramatical y ortográfico, hicieran aportes, no solo de esto, sino de otras  situaciones con las que se pudiera fomentar un debate sano, que a la postre resulte altamente provechoso.

En tal sentido, queda en pie la invitación para que, de forma bien argumentada, puedan enviar inquietudes al pie de este escrito. De eso hay muchos casos interesantes que valdría la pena conocer, analizar y colocarlos al alcance del común de los lectores. Espero sus inquietudes.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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