Si una persona que ha tenido un infarto llega a urgencias médicas de cualquier hospital público español tiene un 95 % de posibilidades de superar el trance tras la activación del protocolo denominado #CódigoInfarto.
Tras casi cinco años de la puesta en marcha de este supuesto en España, los resultados describen que la mortalidad ha descendido un 30 % si el paciente llega con un infarto a un centro médico. Los datos más relevantes de esta estrategia para abordar el infarto sugieren que de nuevo un 82 % de los varones lo padecen frente a un 18 % las mujeres y la edad de riesgo está entre los 35 y 63,5 años.
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) impulsó el llamado código infarto con el objetivo de mejorar la atención al paciente tras sufrir un infarto agudo de miocardio y reducir el tiempo de atención. Esto ha supuesto tras cinco años que tanto la mortalidad como la gravedad de las secuelas ha mejorado así como el impacto positivo que se traduce en el buen funcionamiento del sistema público de salud.
De igual forma se implementó el proyecto RECALCAR (Recursos y calidad en Cardiología) con el fin de defender la calidad de las prestaciones de los pacientes con independencia de la comunidad autónoma a la que pertenecieran. En la actualidad, la mayor parte de ellas cuentan con un sistema de organización en red para el tratamiento del infarto (Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, Islas Baleares, Madrid, Murcia y Navarra).
El llamado código infarto supone que el paciente llegue al hospital más indicado y no al más cercano en un tiempo máximo de 90 a 120 minutros, para que se le pueda ser practivada la angioplastia primaria en vez de la fibrinólisis (administración intravenosa de trombolíticos). En el infarto de miocardio, el factor que más se relaciona con la lesión y la necrosis miocárdica es el tiempo de isquemia o su duración. La idea de reducir el tiempo desde que se detecta la presencia de una oclusión completa hasta que se consigue reabrir la arteria, reduce notablemente la mortalidad del paciente, las complicaciones y los riesgos de tener una discapacidad.