Córdoba, más que un lugar, es una experiencia. Una ciudad donde los planes son vida y la vida exige hacer más planes. Un recorrido inacabable, y siempre sorprendente, por una de las costillas de belleza que encorsetan este mundo. Tanto si el tacto de su piedra remite a la efervescencia del Al-Ándalus, como si la Virgen de la Fuensanta se refleja en una lágrima: Córdoba, siempre.
El árbol de la vida a orillas del Guadalquivir
Córdoba es un vergel donde se enraíza un riquísimo crisol de culturas cuyo fruto tan sólo podría haber germinado así en la tierra de la belleza bética. Situada en la antigua provincia romana, hoy Andalucía, la ciudad de Córdoba es un espectáculo de vida, autenticidad y cultura. Convertida en el municipio que más títulos de Patrimonio de la Humanidad alberga en todo el mundo, su vastísima herencia romana, árabe y judía la convierten en uno de aquellos lugares especiales donde el corazón apenas puede dar abasto para latir tantas sensaciones.
Gran parte del foco turístico, especialmente cautivado por la placentera impresión visual que influye Córdoba, se centra en su singular arquitectura. Es fácil caer rendido ante la geometría y la grandeza de los monumentos, las murallas y las iglesias cordobesas. Dejándose llevar por el trabajo que la luz del día obra ensalzando la figura de las fuentes y los patios, a calle abierta o en el silencio religioso de un convento. Pudiendo incluso gozar de la Córdoba nocturna, como en uno de estos Freetours nocturnos, cuando las venas de la ciudad se encienden colaborando en el fuego místico de la noche.
Córdoba y su intrínseca melodía conjuran una partitura donde los sentidos tan sólo pueden afinarse interpretando la más precisa nota. Al igual que en un guadamecí, la complejidad de su alma estalla en la piel erizando el vello, como una guitarra que con su primer arpegio estremece hasta la mano que lo invoca. Ahí radica la hermosura de muchas sangres confluidas en pos de la fortificación de un alma hecha sitio. Porque si hay algo de lo que impensablemente carece Córdoba, es de historia viva.
Corduba, Qorteba, Qart-Oba: Mucha, mucha historia
Hay que tener en cuenta que un viaje a través de Córdoba es un viaje a través del tiempo y la cultura. De ello nos dan testimonio los múltiples museos que contiene la ciudad, como su Museo Arqueológico o la Torre de la Calahorra, museo vivo de Al-Ándalus, la atmósfera y el aire respiran ese poso sutilmente cargado de lo antiguo. Y no es para menos, ya que se tiene prehistórica constancia de un asentamiento del III milenio a.C. O la clara referencia de la fundación de Córdoba en el 169 a.C. como capital romana de la Provincia Hispania Ulterior Baetica.
Y aunque en su transcurso el Imperio Romano concibió en Córdoba renombrados personajes ilustres de la filosofía y la poesía, como Séneca o Lucano, fue durante el dominio musulmán de la Península Ibérica cuando pudo ser gestado su máximo esplendor. Como capital del Emirato Independiente de Córdoba (s. XVII–X), además de poseer uno de los números de habitantes más elevados del mundo, Córdoba recogió una universidad y una biblioteca pública con unos 400 000 volúmenes. Por ellos se convirtió en el lugar de peregrinaje formativo de muchos jóvenes nobles europeos, conteniendo también 27 escuelas gratuitas para niños pobres.
Por lo económico, en dicho período se erigieron grandes palacios, patios y fuentes. Desde Francia se encargaban elegantes y elaborados trajes confeccionados en Córdoba y la ciudad contenía preciosos y opulentos jardines, cascadas, lagos y baños públicos. Entrado el s.XIII, Fernando III el Santo toma la ciudad, ordena la construcción de iglesias y, más adelante, con Alfonso XI, aparece la sinagoga de Córdoba. Se completa así, aunque aquí muy brevemente sondeada, una exquisita mezcla de poderes culturales que configurarían el armonioso y excitante rostro de la Córdoba de hoy.
Cartograma de una ciudad-cultura
Los mencionados elogios culturales a la ciudad de Córdoba no son en absoluto una mera y desorbitada exageración. Córdoba cuenta con 11 bibliotecas y hasta 25 museos repartidos en su término municipal. Una opción muy a tener en cuenta para aquellos visitantes que no se conforman únicamente con la admiración de una hermosura, sino que también necesitan conocer sus antecedentes. Destaca la biblioteca viva del Al-Ándalus en el Palacio del Bailío, con una interesante suma de números en sus fondos bibliográficos, múltiples actividades y exposiciones. Todo en un espacio de arquitectura arabesca impresionante.
Por lo que se refiere al estadio museístico, Córdoba goza de reconocidos museos. Como la Casa de Sefarad en la judería de Córdoba, el Museo del Agua sobre el uso y la historia de los molinos, el Gran Teatro o el Real Jardín Botánico de Córdoba. Una variedad que, junto a sus demás museos de arte y pintura, completan una experiencia cultural amplia y enriquecedora. No sólo por un simple “amor al arte”, sino porque la cultura y la destreza artística que una región específica alberga, puede clarificar con más precisión el talante de su gente y el espíritu de su tierra.
Si los muros pudieran hablar
En caso de sentir que un museo o una biblioteca no cumple con la expectativa de un buen plan turístico, deambular por Córdoba es una experiencia aún más viva con la que poder fundirse en su cuerpo arquitectónico y entender su esencia. Una actividad única para comprender el valor de la mezcla cultural y religiosa que ha convertido a Córdoba, como se ha mencionado, en una de las ciudades con más títulos de la Unesco de Patrimonio de la Humanidad. Y si el frenesí y el tiempo del camino amedrentan el ánimo, siempre acude la deliciosa gastronomía andaluza para dar de comer al hambriento.
Todo camino tiene su momento de parada, y dependiendo del momento puede tener lugar el anhelado ocio. En Córdoba las festividades están a la orden del día y jamás dejan al observador sin su recetada dosis de estupor. Tanto si es la contemplación de las cofradías de Semana Santa, la Batalla de las Flores, el Mayo Cordobés o la Feria de la Fuensanta, toda actividad asegura la emoción que de ella se espera. Porque Córdoba no es sólo viaje y vista y cubierto, sino también una increíble experiencia que, sin lugar a dudas, dejará una huella eterna en el alma de todo fiel que peregrine a su belleza.