El aporte de las mujeres al audiovisual en Cuba comienza a mostrar su rostro. Estudios, eventos y publicaciones varias revelan poco a poco el quehacer incansable de las cubanas en la industria y las novedades estéticas que proponen, escriben desde SEMlac en La Habana.
«Las mujeres realizadoras se integran a los discursos de vanguardia con una naturalidad enorme, creo que no solo generando una especie de cuña aparte en la cual se tratan solamente los problemas relacionados con la subjetividad femenina, sino trabajando temas que pueden ser considerados como tradicionales, pero desde perspectivas oblicuas», declaró a SEMlac el crítico de cine Dean Luis Reyes.
Pero no siempre fue así. Pese a la amplia obra de reconocidas directoras, solo cuatro largometrajes de ficción han sido dirigidos por mujeres en los últimos 54 años. Una cifra que, para muchas personas, revela discriminaciones y prejuicios.
El panorama actual vislumbra avances, mas no sin limitaciones. En el presente dos realizadoras se encuentran en proceso de concluir su primer largo: Marilyn Solaya con Vestido de novia y Magda González Grau con ¿Por qué lloran mis amigas? Ambas, junto a otras creadoras, son expresión de lo que podría considerarse un boom del audiovisual hecho por mujeres en esta isla del Caribe.
¿Las razones? Para la investigadora y crítica feminista Danae C. Diéguez, es un hecho irrefutable la existencia de más mujeres con obras de calidad, con miradas y estrategias narrativas que cambian lo habitualmente hecho dentro del audiovisual en Cuba. «Eso, indiscutiblemente, se impone como una realidad a tener en cuenta por la crítica, la investigación, el público y ojalá la industria» argumenta.
Sobre la participación de profesionales cubanas en la industria del cine y el audiovisual en general, sus aportes estéticos y dificultades presentes, se discutió también durante el festival «Ellas crean Cuba», celebrado en varias ciudades del país del 9 al 19 de octubre.
La colaboración entre instituciones culturales cubanas, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Consejería de Cultura de la Embajada de España conformó un amplio programa de actividades con la participación de importantes especialistas de Cuba y España.
En una de las conferencias de la jornada, el crítico cinematográfico Luciano Castillo reflexionó sobre la contradicción que supone la centralidad que adquieren los personajes femeninos en la historia reciente del cine cubano mientras las mujeres han sido relegadas, durante mucho tiempo, a espacios tradicionales dentro de esa industria, como el diseño de vestuario, la actuación y la edición.
Cambios… más allá de la pantalla
La crítica especializada y las realizadoras coinciden en que varios factores confluyen en la salida de las mujeres de los ámbitos tradicionales, como un contexto social y políticas públicas que han fomentado la participación de las cubanas en el ámbito cultural, además del cambio tecnológico y la producción independiente, donde también se abren camino.
Un estudio en curso del Centro de Investigaciones Sociales del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos (ICAIC) sobre directoras cubanas arroja que las escuelas de cine han contribuido a la formación de muchas jóvenes y su inserción en especialidades como la fotografía, el sonido y la producción, entre otras.
Especialistas opinan que el mayor acceso lo facilitó, en gran medida, el cambio del celuloide a la tecnología digital, que democratizó el acceso a los medios y estimuló el surgimiento de una producción independiente y alternativa a la industria del cine oficial.
Así, la producción audiovisual hecha por mujeres encuentra diversos asideros y espacios que van desde la industria cinematográfica y la televisión estatales, el cine alternativo e independiente y el ámbito universitario, trascendiendo muchas veces las escuelas de cine y los grandes centro urbanos.
Según la investigación del ICAIC, en 17 graduaciones de la Facultad de Medios Audiovisuales (FAMCA) del Instituto Superior de Arte (ISA) se han titulado 122 mujeres, que representan 30,6 por ciento del total de graduados.
Pero Diéguez destaca que la trascendencia de las realizadoras, más allá de su crecimiento numérico, se evidencia en las propuestas de sus obras, con temáticas novedosas y notables giros estilísticos.
El análisis de esta investigadora señala como asuntos frecuentes en los filmes de realizadoras cubanas: la épica y las mujeres; el erotismo femenino; la diversidad sexual; mujeres protagonistas (en el arte, la ciencia y la política); problemas sociales como la pobreza, el racismo, la marginalidad, la violencia de género; la cultura cubana; personas en situaciones límites; la emigración y en menor cuantía el machismo como ideología que sobrevive.
«Desde lo estético, muchas han propuesto la autorrepresentación como eje para hablar en primera persona y resulta muy interesante en ellas la mirada como dispositivo cinematográfico», afirma Diéguez, consultada por SEMlac.
Ana Margarita Moreno es una de las directoras que reconoce la fuerza femenina en el audiovisual cubano, pero expresa con convicción que, pese a la buena factura y calidad de las obras, las realizadoras siguen invisibilizadas.
Precisamente, desde 2006 la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano creó una plataforma digital que, entre otros temas, da a conocer la labor de las mujeres en el audiovisual de la región, incluido un espacio dedicado a difundir el quehacer de las realizadoras. Fichas biográficas, bibliografía, convocatorias, noticias y otros servicios aparecen en este sitio digital en construcción.
Mientras, autoras y especialistas más radicales proponen un cambio en el canon cinematográfico cubano, que integre el diálogo entre los espacios de poder y la creación artística, en especial aquella que «reconquista desde esos espacios de peaje, de invisibilidad, nuevos modos de representación que afortunadamente ponen en crisis el criterio de verdad», según Diéguez.