Nació en Irán, pero su verdadera patria fue un país del fascinante continente africano, entonces llamado Rhodesia, el nombre del inglés, Rhodes, que se había apropiado ese territorio como su finca particular y donde durante muchos años los blancos habían ejercido el racismo más despiadado sobre los indefensos expropiados por la razón de la fuerza.
Allí vivió Doris desde 1924, por traslado de su padre, excapitán del Imperio Británico, mutilado en la primera guerra mundial, cuando ella tenía cinco años hasta 1949. No se fue, la echaron no solo de Rhodesia, de toda África del Sur. El sistema no podía permitirse una valiente activista contra la violencia racista, contra el absurdo de ocupar y explotar un país por la fuerza y esclavizar a sus habitantes naturales. Cuando la reina Isabel II quiso condecorarla con la Orden del Imperio Británico, Doris la rechazó diciendo, ¿qué imperio? Porque curiosamente sigue existiendo la Orden (del extinto) Imperio Británico.
Doris fue una niña rebelde al sistema familiar impuesto por su madre. A los quince años se fue de casa, trabajó y continuó su formación con lecturas, de forma autodidacta. Se casó y divorció dos veces. La vida de ama de casa tal y como se entendía en la década de los treinta y cuarenta del siglo pasado, en un ambiente estrictamente tradicional y conservador, no la permitían desarrollar sus inquietudes anti- imperialistas, anti-racistas, feministas y literarias. Así que cuando a la edad de treinta años, expulsada de África se fue a Londres, solo se llevó a su hijo pequeño. Llevarse también a los dos mayores la habría impedido, entre otras cosas, dedicarse a escribir, su vocación de proyectar sus vivencias, inquietudes, acuerdos, desacuerdos y emociones sobre papel. En Londres pudo vivir en libertad, tan necesaria para el crecimiento personal. Al año de su estancia en Inglaterra publicó su primera novela, Canta la Hierba, que narra la vida en África y su decidida oposición a la política racial de aquellos años. Esa novela, entonces ‘políticamente incorrecta’, la abrió camino en el mundillo literario londinense. Pasó fugazmente en esa década por el partido comunista británico, una esperanza y una desilusión más. Adiós.
Doris vuelca su gran amor por África en varias de sus obras. También en su lucha vocacional por la dignidad de la mujer. En 1952 publica la primera de una serie de cinco novelas con una gran dosis autobiográfica, Hijos de la violencia. Llama a la protagonista Martha Quest. (ella misma) Narra sus años de sufrimiento en una familia carente de entendimiento, con el ambiente racial y social como trasfondo; sigue Un matrimonio convencional, su primer matrimonio fracasado, Vuelta al hogar, el intervalo entre el primer divorcio y el segundo matrimonio con un judío alemán exiliado, del que hereda su apellido literario, Lessing. Al final de la tormenta y La costumbre de amar, ambas de 1958, vida, separación y liberación definitiva de sus experiencias matrimoniales, decisión de ser quien ella decida ser, sin dependencias ni ataduras. El amor como algo inherente al ser humano, en su caso a la mujer que es, que crece y evoluciona.
En 1962 publica la novela que la catapulta a la fama y a su expansión internacional, El cuaderno dorado, también autobiográfica. En ella vuelca todas sus vivencias, experiencias y esperanzas: sus relaciones con el colonialismo, con otras mujeres, su vida intelectual en los ambientes progresistas y marxistas de Salisbury y Londres, su desencanto revolucionario, sus dificultades como novelista, la madurez, la angustia ante la soledad. Considerada una obra maestra de la literatura inglesa del siglo XX, es un análisis despiadado de la política y los políticos, de la falsedad de la sociedad inglesa, de la participación activa de la mujer en la vida social y política, de la psicología de la mujer madura, del conflicto generacional.
En 1995 regresó a Sudáfrica para visitar a su hija y nietos, así como para dar a conocer la primera parte de su autobiografía Bajo mi piel (1994). Ironías de la historia, esta vez fue acogida con los brazos abiertos, cuando los temas que ella había tratado en sus obras habían sido la causa de su expulsión del país cuarenta años atrás. En 1997 publica la segunda parte de su autobiografía, Un paseo por la sombra, en la que narra sus primeros tiempos en Inglaterra como aspirante a escritora, paseando por los muelles de Londres con su hijo pequeño, Peter, de la mano, el manuscrito de su primera novela Canta la hierba en la maleta. Concluye en 1962, año de la publicación de su obra maestra, El cuaderno dorado.
Doris Lessing es sin duda una de las autoras más premiadas de la historia. El Príncipe de Asturias de las Letras en 2001 y el Nobel de Literatura en 2007, premios ya recibidos en su madurez. Comenzó a recibir premios a los treinta y cinco años, el Premio Somerset Maugham en 1954, Booker en 1971, Prix Medicis de Francia en 1976, Premio Austríaco de la Literatura Europea en 1982, WH Smith Literary Award en 1986, Internazionalle Mondello de Italia en 1986, Premio Palmero en 1987, Premio Grinzane Cavour de Italia en 1988, James Tait Black Prize de literatura inglesa en 1995, XI Premio Internacional de Cataluña en 1999, David Cohen British Literature Prize en 2001, Premio Dupont Pluma de Oro en 2002 y los dos más importantes mencionados al principio.
Ha fallecido ayer en Londres a los 94 años. Una larga, intensa y exitosa vida. Fue una mujer que supo decidir a tiempo lo que quería ser y hacer, sin duda sacrificando otras cosas. El precio que tuvo que pagar ha sido sin duda recompensado con lo que deja para la eternidad.
¡Feliz estancia en el Paraíso, Doris!