El Covid-19, los falansterios y el socialismo utópico de Charles Fourier

Quiso erradicar la pobreza eliminando a los intermediarios y estableciendo vínculos cercanos y directos entre productores y consumidores.

Peter Fieldeman¹

En 1792, la Revolución Francesa estaba en su apogeo cuando Charles Fourier (1772-1837), de veinte años, hijo de un hombre de negocios, que había heredado suficiente dinero para ser independiente, captó cómo la élite de los líderes políticos, financieros y comerciantes se enriquecía a expensas de otras personas.

Charles-Fourier-©-Jean-Francois-Gigoux El Covid-19, los falansterios y el socialismo utópico de Charles Fourier
Retrato de Charles Fourier, obra de Jean-Francois Gigoux, Museo del Tiempo, Besançon (Francia)

Desde esa perspectiva, hoy día nos surge una pregunta: la pandemia Covid-19, ¿nos ha acercado a la visión de Charles Fourier para crear una sociedad más justa?

Fourier se había desilusionado con la revolución, con la esperanza de que traería una sociedad mejor. Pensó que en realidad se habían hecho pocos progresos para sacar a la mayoría de la gente de la pobreza.

«Grupos de nuevos explotadores se han alzado por encima de otros ya viejos, anteriores, que han decaído o perecido por los mecanismos de la redistribución de la riqueza», según la descripción de Charles Dickens en A tale of two cities (1859, traducida en español como Historia de Dos Ciudades).

Como habríamos de ver después de 2008, y tal como vemos hoy, las promesas y los cambios políticos no necesariamente contribuyen a disminuir la desigualdad o a impulsar los avances sociales.

Nacido en Besançon (Francia), Fourier había adquirido un conocimiento de primera mano sobre los problemas económicos y sociales relacionados con el trabajo y el comercio textil en Lyon y Marsella. Esencialmente, la visión de Fourier era que la pobreza –y no la desigualdad- era la causa principal de los problemas de la sociedad. Él creía que la causa mayor de los males sociales de Francia tenía su origen en los comerciantes. Pensó que sucedía porque esa clase social, los comerciantes, manipulaba el suministro de bienes y precios únicamente en su propio beneficio. Mientras, los trabajadores pasaban hambre y tenían que enfrentarse a la escasez de bienes y alimentos. Sufrían la especulación y el aumento constante de los precios.

Charles Fourier se embarcó entonces en una cruzada -para él vital y de por vida- para terminar con la corrupción, la especulación y la desigualdad. Quiso erradicar la pobreza eliminando a los intermediarios y estableciendo vínculos cercanos y directos entre productores y consumidores.

Desarrolló un experimento único para crear un nuevo sistema económico y social basado en una institución que llamó phalansthères, falansterios. Los concibió como comunidades autónomas cooperativas, en las que ricos y pobres podrían vivir y trabajar en armonía en edificios de apartamentos de cuatro pisos. Las personas más ricas vivirían en los pisos superiores y las más pobres en las plantas bajas. En nuestra época, por algunas de sus características, podríamos compararlos con la idea en la que se basaron en el pasado los kibutz de Palestina o los regímenes comunistas que declararon inexistente la propiedad privada.

Sin embargo, eso tampoco fue lo que Fourier tuvo en su mente. Porque aceptaba las divisiones de clase y no creía en la igualdad total. Según Fourier, algunas personas debían tener la capacidad de enriquecerse, mientras que otras podían seguir siendo de clase media o pobres que dependían de su talento o de su esfuerzo al trabajar.

Sin embargo, estaba convencido de que las personas de diferentes clases podían vivir y trabajar juntas. Aunque para él, una convivencia pacífica requería reducir o eliminar la lucha de clases y los conflictos sociales.

Fourier estaba convencido de que para que los ricos aceptaran convivir con los pobres, y para que los pobres aceptaran la desigualdad, se requerían dos elementos fundamentales: un nivel de vida mínimo y una buena educación. Para Fourier era inicuo que la sociedad de su tiempo se basara en una enorme mayoría de ciudadanos desnutridos, mal vestidos y que vivían en viviendas deterioradas.

Según su visión de la sociedad de su tiempo, «los pobres no necesariamente aspiran a una posición social más alta o a ser iguales que los ricos, pues muchos se contentan con servir y aceptan la desigualdad si están protegidos del hambre o de la pérdida de trabajo, si se les dan esperanzas de futuro».

Consideró importante introducir incentivos para el esfuerzo. Pensó que la cooperación aumentaría la productividad. A las personas que hicieran trabajos difíciles o impopulares, se les pagaría más. El aumento de la satisfacción personal impulsaría el bien común. A la vez, creía en un papel mayor, más útil y beneficioso para las mujeres. Un debate social que continúa dos siglos después. Algunos atribuyen a Fourier la introducción del término feminismo.

Entretanto, desde el punto de vista de Fourier, mientras el Reino Unido estaba en vías de transformación por la revolución industrial, la economía de Francia se basaba todavía en la agricultura. Fourier denunció el desperdicio existente en la agricultura privada como causa decisiva de la pobre: “en lugar de compartir el granero común, cada agricultor almacena su cosecha en su propio granero a merced de ratas e insectos, del fuego y de la humedad. En lugar de hornear el pan en hornos comunales, los agricultores talan su propio bosque para sus hornos en cientos de cocinas separadas».

Fourier pensó que sus falansterios eliminarían la producción ineficiente y demostrarían que la cooperación podía beneficiar a todos.

Escribió extensamente, publicando manifiestos y libros, sin mucho éxito, para promover sus ideales. Fundó su propio periódico, Le Phalanstère, y buscó fondos presionando al gobierno, a los banqueros y a los intelectuales.

Más tarde, al restablecimiento de la monarquía en 1830, siguió al año siguiente una revuelta de los trabajadores textiles de Lyon. Y hubo un cambio gradual de mentalidad en la sociedad francesa a medida que la clase media comenzaba a comprender la difícil situación de la clase trabajadora. Los artículos de Fourier se publicaron más entonces y dieron lugar a un creciente apoyo a sus proyectos.

En 1833, logró recaudar fondos para construir el primer falansterio cerca de París en el pueblo de Condé-sur-Vesgre. Pero la cantidad recaudada fue insuficiente y, con el tiempo, cuando el interés disminuyó, se vio obligado a abandonar el proyecto.

Tuvo que cerrar su diario y en 1837, al no lograr su sueño, su salud se deterioró y murió solo en París.

Fourier, quizás, se adelantó a su tiempo como pensador social y filósofo. Su socialismo utópico o furierismo, ha sido adoptado regularmente –durante doscientos años- por sociólogos y escritores, como un medio para aumentar la igualdad y parar lograr sociedades más cohesionadas. Seguramente habría aprobado la introducción del ingreso mínimo vital para el segmento más pobre de la sociedad introducido en España, un objetivo programático de Pablo Iglesias, líder de Podemos y vicepresidente del actual gobierno de coalición con el PSOE.

En las naciones occidentales ricas, el coronavirus ha traído consigo una crisis repentina y sin precedentes, así como una creciente desigualdad  y una gran incertidumbre económica. También un aumento de las carencias sociales y crecientes privaciones en muchos países menos desarrollados.

La violencia actual en las ciudades estadounidenses plantea una vez más el tema de la pobreza y del racismo entre la población afroamericana. Ahora estamos en uno de esos momentos de la historia en los que tenemos que enfrentarnos a una nueva normalidad, para usar una expresión popular actual. ¿Y si hubiera que leer de nuevo Charles Fourier?

Quizá es el momento de reexaminar algunas de las ideas de Fourier. Puede ser conveniente y de interés desempolvar sus libros y sacarlos de las estanterías.

  1. Peter Fieldeman es autor de The World at a Crossroads Publicado por GHP en Londres.
  2. © peterfieldman2020

Retrato de Charles Fourier obra de Jean-Francois Gigoux   Museo del Tiempo, Besançon (Francia).

 

Blog: www.peterfieldman.com

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