Durante tres meses, de septiembre a diciembre, estará en el Museo de Santa Cruz, esta exposición, última en Toledo del Año Greco, que viene a complementar todas las anteriores, incluidas las de El Prado, Thyssen, Museo Nacional de Escultura de Valladolid, ahora en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
Incluso el Simposio Internacional celebrado el pasado mes de mayo en el Museo Thyssen de Madrid está muy presente en esta exposición que, entre otras cosas, viene a resaltar el trabajo de El Greco como constructor de los retablos que albergaron algunas de sus obras, como dibujante y grabador, su forma de trabajar, su compleja trayectoria y su adaptación al ámbito artístico español.
Espero que Dominico pueda contemplar desde alguna parte lo que ha significado para sus expectativas y para su obra este cuatrocientos aniversario de su muerte (1614-2014). El reconocimiento pleno a nivel mundial de la excelencia, innovación, creatividad, imaginación, técnica estructural, de luz y color, que le convirtieron en el artista más adelantado a su época de la historia, aunque hayan tenido que transcurrir cuatro siglos para obtener el reconocimiento que en parte no tuvo en vida.
No tuvo entonces el de las máximas instituciones, el rey y la catedral primada, pero en este 2014 sí la ha tenido, tanto los reyes eméritos como los vigentes, así como el cabildo en pleno de la catedral, autoridades políticas del estado y la autonomía, autoridades culturales, expertos nacionales e internacionales de su obra, cientos de miles de visitantes de todo el mundo.
Por Toledo han desfilado sus más importantes obras cretenses, venecianas, romanas, escurialenses y sobre todo toledanas; estas últimas han regresado desde decenas de museos, fundaciones y colecciones particulares de todo el mundo a la ciudad donde fueron creadas, en memorable homenaje a su creador.
“El Greco Arte y Oficio” consta de 92 obras procedentes de 27 ciudades de Europa y América, ordenadas en cuatro secciones ubicadas en los cuatro brazos de la planta baja del Palacio de Santa Cruz. “De la mano del Greco”, “ Invención e interpretación”, “Apóstoles y Apostolados” y “El Greco después del Greco”.
“De la mano del Greco” son las cuatro estampas, únicas que han llegado a día de hoy de las más de doscientas inventariadas por su hijo Jorge Manuel Teotocópuli pocos meses después de la muerte de su padre en 1614. Me resisto a creer que hayan desaparecido por completo, más bien creo que estarán en manos muy privadas, tanto, que ni se prestan para eventos como éste. La joya de estas estampas es la copia de la escultura “El Día”, una de las cuatro que Miguel Ángel realizó para el mausoleo de los Medici en una capilla del convento de San Lorenzo de Florencia; la estampa procede de un museo de Münich. Dos estampas prestadas por la Fundación Jan Krugier de Lausana, San Juan Bautista y San Juan Evangelista y la cuarta, de la Biblioteca Nacional de España en Madrid, otro San Juan Evangelista. Las tres últimas datadas en 1577, año de su llegada a España, la primera en 1570, cuando estaba instalado en Venecia.
Una característica de esta exposición, necesaria para cumplir con su propósito de enseñar los cambios inherentes a su evolución, es la repetición temática, encargos de éxito muy de moda en los siglos XVI y XVII. Adoraciones de los Reyes Magos, dos versiones de óleo sobre tabla de 1568-69. Anunciaciones, en las que podemos ver el mismo tema en pequeño y gran formato, también habitual en El Greco. Inmaculadas Concepciones, una de estas últimas preside el inicio de esta primera sección; realmente más que Inmaculada es una Ascensión de la Virgen al paraíso desde la ciudad de Toledo, motivo que veremos en no pocas obras, en claro homenaje y amor a esta ciudad. El más conspicuo, la Ascensión de la Virgen sobre “La vista y plano de Toledo”, perteneciente al Museo del Greco y que estuvo presidiendo la exposición “El griego de Toledo”. Destaca un busto de San Pablo, pintado en 1586, en el que el Greco pinta su autorretrato. Curiosamente el personaje se encuentra en un interior toledano, quizá una de las estancias alquiladas por el Greco en el palacio del Marqués de Villena. La túnica en tonos carmesíes crea el contraste de color sobre un fondo bastante neutro. Hay una curiosa representación de San José, hasta hace poco tiempo sin definir la autoría, comprada por un coleccionista particular de Londres en una subasta a precio exorbitante. El colorido y empastado son los empleados en sus primeros años en España y está –ahora- considerado como obra maestra.
Invención e interpretación
De la segunda sección, “Invención e interpretación” destacan la dedicación al tema cristológico: abrazando a la cruz, cabezas de Cristo, la santa faz, con y sin Verónica, versiones de El Expolio; de San Francisco –en éxtasis y meditando sobre la muerte-. Quizá este haya sido el tema más pintado por el Greco, nada menos que en sesenta y dos ocasiones; en la exposición siete cuadros. A partir de esta sección empezamos a ver obras pintadas por el Greco, por el Greco y su taller –creado hacia 1585- y solo del taller. Notables las seis representaciones de la Magdalena penitente, -según el código de Trento-. Según otros criterios de los que el Greco podría haber participado secretamente, podrían ser expresiones del dolor de una mujer enamorada que ha perdido a su amor (Jesús). Hay seis en la exposición, una de mano del Greco llegada de una colección particular en San Luis, Missouri, el resto Greco y taller, taller, una de Jorge Manuel Teotocópuli. La más bella, expresiva y dolorida, la original del Greco.
No se puede dejar de mencionar la “Despedida de Jesús y su Madre”, sobre todo la original del Greco, en una colección particular en Chicago. El lenguaje de las manos en el Greco ha sido y puede ser tema monográfico de libros y artículos. Pero en este cuadro es más que especial, quizá único, ya que las dos manos de la madre y las dos del hijo están hablando, del que se va, de la que se queda, del dolor y del consuelo, de la aceptación y la resignación. Las manos en el Greco expresan tanto o más que la mirada, ambas se complementan, nada sería igual si faltara uno de estos medios de expresión.
Apóstoles y Apostolados
La sección dedicada a este amplio tema se complementa con las otras dos sedes toledanas que cuentan con dos apostolados completos: Sacristía Mayor de la Catedral y Museo del Greco. El apostolado de este último es el único garantizado al cien por cien como obra exclusiva de la mano del Greco; es también el último, -1610-14- y el más extraordinario y representativo de esa última forma de pintar del artista en la que prácticamente prescinde de los espacios terrenales, pinta ‘ lo que no se ve’, o forma relacionada con el mundo del espíritu. Ese apostolado del Museo del Greco es sin duda una de las grandes joyas de la pintura universal.
En la exposición del Santa Cruz, un apostolado completo perteneciente al Museo Nacional de Escultura de Valladolid, en depósito en el Museo de Bellas Artes de Oviedo y el incompleto o de ‘Almadrones’ disperso desde la guerra civil. De momento hay nueve apóstoles, cinco procedentes de colecciones americanas, cuatro del Museo del Prado y tres por el momento desaparecidos. En ambos pueden apreciarse los de mano del Greco, los de taller con amplia participación del maestro y los de taller. Las diferencias en la construcción de volúmenes a base de color son notorias; en ningún momento se puede olvidar que esta exposición es un estudio de la compleja evolución del Greco, de la participación en su taller y finalmente de los que pintaron en vida suya y después de su muerte tratando de crear escuela a imitación suya. Pero a excepción de su hijo Jorge Manuel en alguna ocasión, ni Luis Tristán, ni Blas Muñoz lo consiguieron.
En esta última sección volvemos a ver los inventarios patrimoniales del Greco realizados por su hijo Jorge Manuel, el de 1614 y el de 1621, que ya vimos en la exposición del Prado “La biblioteca del Greco”;
Hermosas estampas de Diego de Ástor ‘según el Greco’., procedentes del Metropolitan de Nueva York y de la Biblioteca Nacional de España. Datadas hacia 1605 -1606. ‘Adoración de los pastores’, ‘Santo Domingo de Guzmán en oración’, ‘San Francisco y el hermano León’ y ‘San Pedro y San Pablo’.
Por primera vez en España en época reciente “La cena en casa de Simón”, original del Greco, ahora en el Art Institute de Chicago; el mismo tema por Jorge Manuel Teotocópuli propiedad de la Hispanic Society of America. Extraña cena, con la presencia de la mujer de Simón y de una supuesta María Magdalena ‘arrepentida’ detrás de Jesús, ungiéndole, un tratamiento irregular de las arquitecturas, lo que resulta extraño sobre todo en Jorge Manuel que era arquitecto. Pero en realidad aquí lo importante es la cena, en el marco en que se produce, tan poco habitual en la iconografía del Nuevo Testamento.
Pone colofón a la exposición, el ‘retablo de retablos’, un ‘collage’ virtual de los retablos más notorios que el Greco construyó para diversos encargos: Los de Santo Domingo el Antiguo en la línea de Palladio; Nuestra Señora de la Caridad de Illescas, Hospital Tavera, Capilla de Doña Isabel de Oballe, capilla de san Bernardino y Parroquia de San Nicolás de Bari.
Tanto si se han visto las exposiciones anteriores del Año Greco 2014 en sus diversas sedes como si no se han visto, ver esta es diferente, ya que muestra más que ninguna otra la intimidad y personalidad del gran maestro cretense, el ‘porqué’ y el ‘cómo’ de la enorme innovación pictórica que aportó a su mundo contemporáneo y al mundo posterior a su existencia terrena, hasta hoy.