España es una nación que cuenta con muchísimas horas de sol al año, especialmente en ciertas zonas del país, por lo que explotar esta fuente de energía renovable e infinita es una excelente solución para conseguir que la electricidad tenga costes de producción sensiblemente más bajos, algo que debería reflejarse en la factura que reciben los clientes cada mes.
La energía que llega a la Tierra desde el Sol se puede explotar de varias formas, con el objetivo de aprovechar su potencial calórico y energético. De hecho, el motor de la energía eólica es el Sol, por lo que se podría considerar que esta también es un tipo de energía solar, junto con la pasiva, la térmica y la fotovoltaica. Gran parte de la energía verde que ofrece la Tarifa eléctrica 3.0 proviene de esta inagotable fuente energética.
Energía solar pasiva
Es la que utiliza directamente la potencia del sol, sin que sea necesario el empleo de ningún tipo de tecnología externa para transformarla. El ejemplo más claro de este tipo de energía son los diseños arquitectónicos que utilizan la luz y el calor del Sol, para acondicionar los nuevos edificios verdes, potenciando al máximo los recursos naturales.
Energía solar térmica
Es la que emplea paneles solares térmicos, también conocidos como captadores solares, que son capaces de absorber el calor, que luego se utiliza para calentar algún tipo de fluido. Este método es el que emplean las centrales termo solares, que calientan sales minerales y producen electricidad y los que se usan para calefaccionar hogares y producir agua caliente sanitaria.
Energía solar fotovoltaica
Es la que emplea paneles solares compuestos por multitud de células fotovoltaicas, que captan la luz del astro rey y la transforman en electricidad. Esto puede hacerse a pequeña escala (autoconsumo solar) o mediante parques solares, que producen grandes cantidades de electricidad. También hay tecnologías combinadas, que permiten un aprovechamiento más eficaz de esta fuente de energía renovables.
Energía eólica
El viento es el movimiento que se genera a partir de un cambio de temperaturas, que afecta a grandes masas de aire y que hace que estas fluyan en determinadas direcciones, con mayor o menor fuerza e intensidad dependiendo de una variedad de factores (presión atmosférica, humedad, etc.).
El sol es el responsable final de la generación de los vientos, ya que es su calor el que influye a la hora de calentar ciertas masas de aire. En las zonas altas y en aquellas que carecen de obstáculos, los vientos fluyen con mayor libertad y en general con una frecuencia más o menos predecible, por lo que constituyen los sitios más idóneos para la colocación de parques eólicos.
Un parque eólico está compuesto por varios aerogeneradores colocados estratégicamente (en tierra o mar) para aprovechar la fuerza, intensidad y persistencia de los vientos. Estos mueven sus gigantescas aspas y la energía captada se transforma en electricidad, que luego pasa a las redes eléctricas y se distribuye a cada uno de los usuarios.
